Capítulo 22
Aaron Seymour sonrió maliciosamente y sus labios cortados y rojizos parecieron estirarse hasta el límite. Sus ojos de párpados caídos se entrecerraron de una forma un tanto maligna al observar al adolescente que acababa de comunicarle esa noticia.
—¿Una fiesta? —preguntó, mientras su mano derecha acariciaba distraídamente el lomo de su caballo negro.
Se encontraba en una pequeña villa del Ducado de Alderman, de vez en cuando era labor del duque o de sus consejeros visitar las aldeas, recoger los impuestos y asegurarse de que todo funcionaba de forma correcta. Como un símbolo de «buena voluntad», Rylan le había encargado esa labor a su tío Aaron, pero él no era estúpido; era más que obvio que la única razón por la que el nuevo duque de Alderman le había concedido ese grado de confianza era con el propósito de deshacerse de él durante unas semanas. Y, al parecer, muchas cosas habían sucedido en ese tiempo que él había pasado fuera.
—Así que mi querido sobrino quiere casar a su madrastra y nadie me había avisado de eso...
No le sorprendía ser el último en enterarse; saltaba a la vista en cada movimiento de Rylan que quería apartarlo, alejarlo del mando del ducado. Aun así, él era sólo un niñato engreído que no duraría a manos del ducado mucho tiempo más. Los rumores corrían como la pólvora y demasiada gente sabía ya que Rylan Seymour había estado haciendo muchas cosas últimamente en Escocia, y que ninguna de ellas era precisamente obedecer a su Rey.
—¿Y sabes cuándo será esa fiesta? —preguntó Aaron.
El delgaducho adolescente que se encontraba frente a él asintió tenuemente con la cabeza.
—Dentro de tres semanas —dijo obedientemente—. Las invitaciones han sido enviadas hace días ya.
Aaron asintió con la cabeza y se llevó el dedo índice a la barbilla, perfectamente afeitada pero aun así algo rasposa. Se imaginó esa reunión, completamente llena de desgraciados peleando por ser el mejor partido entre todos aquellos fracasados y así poder llevarse una hermosa esposa como premio. Le pareció patético y no pudo evitar sonreírse al pensarlo. Su mente evocó entonces la esbelta figura de Alyssa Russell, su rostro bello y esos ojos que siempre lo miraban cargados de desconfianza y rebeldía. Había intentado hacerla su amante varias veces, pero esa mocosa siempre había conseguido escapársele de entre los dedos, dejándole tan sólo un amargo sentimiento de derrota en la boca.
Pero se le ocurría que esa vez podía ser diferente; ahora era ella la que necesitaba desesperadamente un esposo, era ella la que había sido repudiada.
Esbozando una sonrisa leonina, Aaron dirigió la mirada a su caballo una vez más.
—Estaremos allí para entonces —musitó para sí mismo—. Claro que sí.
Un capítulo del malo malísimo <3
Sé que es muy cortito, pronto os traigo el siguiente.
Mil besos :)