Tengo Sed de Ti - II

By DanitzaIbaez

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¿Sera su amor suficiente para perdonar su traición? Averigualo. More

Lucian I
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08 (Maratón 1/3)
Capítulo 09 (Maratón 2/3)
Capítulo 10 (Maraton 3/3)
Lucian II
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Lucian III
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Lucian IV
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44: Especial Ethan
Capítulo 45
Capítulo 46
Lucian VI - Capítulo Final. (1/2)
Lucian VI- Capítulo Final.(2/2)
¡ESCRITORA EN APUROS!
TENGO SED DE TI - III

Lucian V

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By DanitzaIbaez

Lucian V

Narra Lucian:

Preparatoria—
Primer beso.

¡¿Qué estás haciendo Lucian?! — gritó mi hermano a través del móvil.

— Confrontarla, la idea es que ella tema, que se sienta en peligro.

Prácticamente la llevaste secuestrada, todo el jodido mundo te vio cargándola. Sasha está rabiosa, he intentado calmarla pero desde que supo que era la hija de Black no lo está tomando bien. — cerré los ojos y apreté el móvil en mi mano, mi hermana empezaba a causarme problemas, ella no estaba al tanto de nada. — ¿Dónde está Maggy ahora?

— Se desmayó, al parecer no le va bien estar de cabeza.

Si serás un imbécil...

Bien Ethan hablamos luego. — corté la llamada.

Suspiré y golpee mi frente con el móvil ¿Qué estaba haciendo? En verdad, no sabía lo que estaba haciendo, mi manera de proteger a Maggy era distinta, se había vuelto más personal, la cuidaba, la buscaba y había noches en que simplemente no podía evitar ir a verla, aunque ella solo durmiera.

La idea era alejarla, pero sin querer estaba acercándola más a mí y eso... Eso estaba mal.

Me di la vuelta y regresé a la cabaña, se sobresaltó en cuanto ingresé, la vi acurrucarse entre sus piernas, mirarme con temor y a la vez estar en guardia, ser un patán con ella era como un requisito para que Margaret empezara a odiarme.

— Pensé que no despertarías. — sus ojos me observaban titubeantes, algo pasaba por su cabeza, quizás estaba tratando de procesar todo lo que había sucedido.

— ¡Imbécil! — gritó y tuve que esquivar un cojín. — ¡Sácame de aquí Lucian o no respondo!

La situación era graciosa, me divertía verla renegar, era así como un extraño hobbie sacarla de quicio.

— ¿Piensas matarme? — La pregunta me tomó por sorpresa.

¿Por qué pensaba Maggy que querría matarla? Bien, puede que la haya estado asustando mucho, mas solo era para alejarla. Me había encargado toda mi vida de cuidarla como para ser yo quien intentara atentar contra su vida.

— No ¿Por qué lo haría?— me senté a su lado. Ella me observaba reacia a todo acto que yo hiciera.

Agachó la mirada, Maggy era tan transparente que ni siquiera necesitaba escuchar sus pensamientos como para saber que tenía miedo que la delatara. Los cazadores vivían solos y ocultos de nosotros, los vampiros poderosos.
Me aclaré la garganta e intenté cambiar de tema.

— Primero que nada pienso que deberías agradecerme. Ya son varias de las que te he salvado.

— Solo fue aquella vez en ese club aunque yo tenía toda la situación controlada.

Y es que esta chica siempre es tan testaruda.

— Sí... claro — Dije sarcástico y le refuté su manera tan descuidada de actuar, joder, si yo no hubiese estado aquel día en ese lugar, ni siquiera sé que hubiese sido de ella. — Y con respecto a tu pregunta o afirmación. Serian dos veces. — le recordé. — Ahora levántate.

Ella se cruzó de brazos y desvió su vista hacia otra parte. ¡Ella me desesperaba tanto!

— Que te levantes del sofá, por favor...

Vamos Lucian, con calma, solo tenle paciencia, es una hermosa niña a la que debes tenerle paciencia.

Ella lo hizo de mala gana, hice una mueca de gracia y levanté su blusa para revisar la herida.

— ¡¿Qué mierda estás haciendo?! — su chillido me hizo sobresaltar, ella cubrió su cuerpo en especial la zona de sus pechos como si estuviese desnuda, quise reír pero me abstuve a sonreír de manera pícara.

Estaba tan sonrojada que todas sus defensas sobre ser una chica ruda desaparecieron. Y no, Maggy debía seguir mostrándose fuerte, debía gritarme y no avergonzarse, odiarme y no quererme.

— ¿Qué? ¿En serio crees que quiero algo contigo? — empecé, vi aquel atisbo de decepción en sus ojos, por lo que decidí continuar. — Tampoco estoy tan loco... eso sería llegar a mucho y más si es alguien virgen.

Sus ojos chispearon de rabia, me fulminaron de tal manera en que sentí que pronto me golpearía, puede que me lo merezca.

Ella dio un paso hacia mí con el dedo acusador. — ¿Sabes qué idiota? ¡Eres un asco! ¿Entiendes? Un-asco ¡Jamás! ¡Jamás! Dejaría que siquiera me toques, me das asco y me repugnas. — alzó sus manos al aire, me lo merecía, merecía que ella fuera así conmigo, tenerla lejos era lo mejor para no caer... No caer a la tentación que ella provocaba en mí. — ¡Primero muerta antes de acostarme o tener algo contigo!... Y por si acaso ¡no soy virgen!

Aquello no me gustó, no me gustó para nada, ignoré su último comentario y la tomé de la cintura.

— No es lo que piensas solo quiero ver tu herida. — me enfoqué en lo que debía hacer para no comerme la cabeza pensando que Margaret pudo haber estado con otro hombre.

¿Qué carajos sucedía conmigo?

Levanté su blusa y revisé su herida la cual estaba casi completamente curada. Ella miró con horror que su herida ya había sanado y empezó a preguntar cómo era posible eso. Era obvio que ella no sabía que su linaje pertenecía a vampiros, lo más seguro era que era un híbrido, la sangre Hunter ayudaba a curarla.

De pronto ella ató cabos y me señaló como la persona que la había rescatado el otro día. Quizás debía dejar de ser tan obvio, dejar de seguirla y cuidarla, pero ella estaba en riesgo y yo simplemente no podía dejar de correr tras ella.

Me removí incómodo, no quería hablar de esto con ella. No quería tener que explicárselo ahora, ni nunca.

— Con decir gracias es suficiente. — Gruñí.

Jugué con mis dedos sobre mis muslos y lentamente voltee a verla, su piel era tan blanca que me recordaba a aquellos inviernos en Suiza donde las cabañas se teñían de blanco, y los copos de nieve se pegaban al rostro. Sus labios eran rosados, de ese rosa brilloso que acentuaba su pequeña boca, las pecas en su rostro habían aumentado con forme los años pasaban por ella, debías ser un vampiro para mirarlas tan detenidamente como yo lo hacía porque algunas eran imperceptible. Me quedé engatusado cuando aquel mar azul conectó con mi mirada, sus iris eran más oscuras, y el resto de color tiraba más hacia un azul grisáceo.

Algo en mí parecía cobrar vida, algo en mi interior se removió inquieto, ese hormigueo en mis manos, la salivación aumentaba y el enfocarme tanto en su boca comenzaba a torturarme, ella mordisqueaba su labio inferior y por momentos su lengua humedecía aquella zona que lucía tan apetecible, desvié la mirada y apreté los dientes.

Debía detenerme.

— Deja de hacer eso.

— ¿De... de qué hablas? — tartamudeó.

— Eso... lucir tan indefensa, mirarme de esa manera tan tierna como si esperaras algo más de mi... no lo hagas. — pedí más en un ruego. — Preferiría a la Margaret fría y cortante que sueles aparentar, a la que no tiene sangre en la cara y parece amarga con la vida y el mundo, preferiría a esa Margaret que a la vulnerable que se encuentra detrás de ese cascarón de dureza.

— No me va la vulnerabilidad... — comenzó a defenderse y aparentar lo que no era, sonreí sabiendo que la conocía tan bien, tanto o mejor que ella.

— Alguien debió hacerte mucho daño para que intentes ocultar a tu verdadero yo. — Y yo sabía quién era ese alguien, o quiénes habían sido.

Ella permaneció callada, sus mejillas estaban encendidas, sus labios tan húmedos que tuve que lamer los míos por inercia. ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué me estaba haciendo ella?

Margaret me miró una vez más, aquellos ojos llenos de inocencia parecían gritarme un sin fin de cosas, mordió sus labios y pasó su lengua otra vez por ellos.

— Basta Maggy si te sigues mordiendo el labio de esa manera no creo poder controlarme más. — yo estaba loco, había perdido la puta cabeza con aquella inocente chica, sus ojos chispearon pero no de enojo si no de deseo, mordió una vez más su labio y esa fue mi señal. Mis manos tomaron su rostro y el hormigueo se extendió por todo mi cuerpo, necesitaba hacerlo, necesitaba besarla. —Solo tienes tres opciones: me besas, te beso o nos besamos.

Entonces como si ella también hubiese estado esperando, su boca chocó contra la mía. Hizo una presión tan fuerte y temerosa que me descolocó del momento en el que me encontraba, me dejó atónito y estupefacto... Ella...yo... nos estábamos besando.

Como si fuese un pedazo de cristal acaricié su rostro y moví mis labios sobre los suyos, estaba aterrado, por primera vez en más de quinientos años, una chica había causado tal temor en mí, y sin embargo había caído, la tentación fue mucho más grande que mi cordura y es que no comprendía cómo rayos había pasado.

Su boca respondía con timidez ante la mía, succioné su labio inferior y volví a besarla, sus labios eran suaves y calientes, electrificada cada parte de mi cuerpo, mordí su labio inferior y sus manos tiraron más de mi cabello, me sentía excitado, con tan solo un jodido beso ella causaba más emociones en mí que cualquiera, deje un rastro de besos por su barbilla haciendo que ella se recostara sobre el mueble, inhalé su aroma enterrando mi nariz en su cuello, y fue cuando sentí algo extraño, su aroma era distinto, no porque oliera bien, si no que era distinto de tal manera que lo sentía propio, como si estuviese familiarizado con ella como si también fuese parte de mi... Y eso, eso solo lo había sentido con una sola persona... Mi alma gemela.

Me fui deteniendo y a su vez deseando grabar su piel y su aroma en mi memoria, la escuché gemir por lo bajo y me deleite de ver su rostro y aquella mirada invadida por la lujuria. Sus ojos azules ahora me observaban, la sangre pronto invadió sus mejillas tornándose roja.

Esto, esto había sido mucho más de lo que yo esperaba, había significado algo que no lograba entender del todo. ¿Qué rayos sentía por Margaret?

Me golpee mentalmente porque yo no podía mirarla de otra manera, más que la niña que me encargaron cuidar, la pequeña a la que protegí para que no le hicieran daño, y sabía que debía romper con esta fantasía.

Empecé a sonreír como si me burlara de ella, aunque más era el temor a que ella me descubriera y notara lo loco que me había puesto. Margaret se alejó dolida y avergonzada, era lo mejor.

Lo siguiente que sucedió fue que me comporté como un verdadero patán, un idiota de esos que no merecen respeto, me burlé de ella y de la manera en que había caído ante mí, tal y como yo lo había hecho por ella.

— Eres un maldito cabrón Lucian Hunter ¡Me das asco!— espetó dolida.

— No tengo porque negarlo. — fingí desgano.

Minutos después Margaret se marchó, y yo, yo quise golpearme por ser un imbécil.

(***)

Debía detenerme, mi cabeza debía dejar de pensar en ella, en ese beso que nos habíamos dado, en el roce de nuestros labios, en su respiración acelerada.

Entré a la casa dando zancadas como si estuviese en una rabieta, cuando en realidad me encontraba desesperado por no saber qué hacer, fui hacia la escaleras pero antes de poner un pie sobre el escalón sentí la presencia de alguien más.

Mi cuerpo se quedó inerte cuando la voz de mi padre resonó tras mi espalda. Tragué saliva y cerré mis manos en puño.

Luciano.

Hola padre. — giré sobre mis pies encontrándome con su imagen frente a mí. La opresión en mi pecho incrementó sabiendo las consecuencias de su regreso. — ¿Qué haces aquí? — una sonrisa siniestra apareció en su rostro caminando hacia mí.

— ¿Qué pasa hijo? Cualquiera diría que no te alegras de verme. — cerré los ojos y estrujé mis manos en puño.—Ya se acerca el cumpleaños de Sasha, no podría faltar

— Te conozco lo suficiente para saber que no es así. — en un parpadeo apareció delante de mí.

— Y yo te conozco lo suficiente como para saber que algo te pone nervioso hijo. — tensé mi mandíbula e inflé mi pecho. — Y en realidad, si, tienes razón. Ese no es el motivo de haber vuelto tan pronto. Pero ya sabes, los chismes corren rápido y las sorpresas también.

Él lo sabía... Ya lo sabía.

Agaché la mirada deteniéndome a ver las líneas de mis manos. Si no lo escuchaba de mí, todo sería peor, debía confirmarle lo que ya sabía.

— Creo que la encontramos. — intenté fingir calma, que no notara lo desesperado que me sentía. — Creo que es ella.

— "Crees", ¿sabes cuánto odio esa palabra?... Creer... — me rodeó hasta posicionarse detrás de mí. — Te lo preguntaré solo una vez, Luciano, ¿Es ella o no?

Apreté mis dientes con tanta fuerza y elevé mi rostro, ya era tarde... Lo era.

— Sí. Es ella. — mi padre soltó una risa ronca que hizo eco en el salón.

— Quien lo diría, la pequeña presa vino hacia el depredador por voluntad propia. — dio una palmada en el aire.

— ¿Qué se supone que harás ahora? — dije con la mirada fija en él.

— ¿Yo? — tocó su pecho sin quitar la sonrisa de su rostro. — Yo no haré nada Lucian.

— Mandaras a Marcus otra vez. — El perro de mi padre siempre estaba a su jodida disposición.

— No hijo, ni Marcus, ni yo. — Fue entonces que capté a lo que se refería, y me sentí palidecer al instante.— Tú te encargas de ella, tu acabarás con ella.

— Alaric yo...

— ¿Tu qué? — tomó mi cuello clavando sus uñas en mi piel. — No estarás arrepintiéndote ¿Verdad? Te vi muy condescendiente con el otro bastardo. No quiero pensar que sabías de ella también y que jamás me lo informaste Lucian. — La presión era más fuerte, sin embargo el enojo invadió mi cuerpo y apreté su muñeca con mi mano.

— No. — escupí con rabia.

— Bien, porque si no. Sabes lo que sucederá, lo que te sucederá a ti, y a esos dos y porque no, a tus hermanos también.

— No metas a...

— Shhh. Te aprecio hijo, pero hay cosas que no se perdonan, y si tú me traicionas, todos lo pagan. — advirtió y se fue.

Entonces supe que todo había acabado, era tarde para salvar a Maggy de mi padre.

(***)

—Actualidad—

Soy una persona muy indecisa, acabo de descubrirlo. Y es que ninguno parece ser perfecto, ninguno será tan perfecto como lo es ella.

— Este de aquí. — le señalé a través de la vitrina.

— Muy buena elección señor, a base de piedras preciosas bañado en plata y...

— Mejor este de aquí. — señalé el otro con diamantes azulados.

— Debes estar muy loco como para comprar un anillo de plata. — volteé el rostro encontrándome con Gian quién hacia una de sus apariciones precisas. — ¿Cómo se lo pedirás? ¿Con guantes?

— Señor la plata que utilizamos tienen un componente especial que evita que los vampi...

— Lo sé linda, lo sé. Era solo una broma. — le restó importancia. — ¿Quién lo diría Hunter? Perdiste la cabeza por una humana.

Solté una corta risa y negué. — ¿Solo yo?

Él puso los ojos en blanco. — Lo mío es distinto, es un acuerdo.

— Repítelo hasta que lo creas.

— Cabrón. — golpeó mi brazo.

La mujer frente a nosotros tosió para que regresáramos la atención a ella, pero por fin había tomado una decisión.

— Tengo un diseño especial, será en base a este. — le señalé el anillo de diamantes azulados.

— Perfecto señor, debe darnos la medida y el diseño. ¿Para cuándo lo querrá listo? — pensé entre los días próximos que teníamos, aún habían problemas que resolver sin embargo quería tener todo listo.

— El primero de Noviembre vendré por él. — ella asintió.

Después de varios minutos Gian y yo salimos de la joyería, el hombre tenía más problemas en su vida que podría hasta causarme gracia.

Gian siempre había sido un hombre sin problemas, sin preocupaciones solo aquella situación con una empleada que siempre lo manoseaba pero podía manejarlo. Hasta que llegó una humana, una linda, sensual y muy orgullosa, aunque él no haya querido admitirlo sé que siente algo por ella, y ahora estaban por casarse, no porque ambos lo hubiesen decidido, si no más por un acuerdo entre familias del cual Gian salía beneficiado.

— ¿Entonces lo harás? — lo miré de reojo mientras íbamos hacia una de sus tiendas.

— Casado o no, no pienso cambiar mi forma de ser, sé que ella tampoco. —Rascó su nuca. — Sólo hay un pequeño inconveniente.

— ¿Qué inconveniente podría tener así de histérico al gran Gian Vitori? — Gian entornó los ojos y se cruzó de brazos, su semblante cambió dándome a entender que en verdad era serio.

— Creo que está embarazada. — me detuve de caminar y parpadee varias veces.

— ¿Qué? — él llevó sus manos a su rostro y gruñó fuerte.

— No lo sé maldición, no sentiré los latidos del bebé hasta que tenga tres meses. Y ella, ella está enojada conmigo.

— Eres un imbécil. —le recordé y eso lo sacó más de quicio. — ¿Quieres casarte con ella o no? Y te estoy hablando en serio. Deja de ser un puto orgulloso y respondete esta pregunta ¿Realmente la quieres?

Gian apretó los dientes juntando sus labios en una fina línea, llevó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

— Si, la quiero... Y sí, también quiero casarme con ella y si ¡joder! Estoy deseando que este embarazada. — soltó y botó mucho aire. —mierda, yo... Yo no puedo enamorarme de una chica, no esperaba que mi alma gemela fuese una humana y mucho menos que...

— Espera. — me detuve otra vez. ¡Este era un reverendo imbécil! — ¿Se pertenecen?

— Si, aunque ella no lo sepa y ahora me odie y...

— No pienso escucharte más. — continúe mi recorrido hacia la boutique.

— Hunter, no puedes hacerme esto, ¡Dime qué rayos hacer! Tú eres el experto en amar a más de una...

Lo tomé del cuello y apreté los dientes.

— Lo siento, ¡era una broma hombre! — lo solté de mala gana. — Pero tú amas a una humana, mierda, tú piensas casarte con ella, formar una familia y todo eso... Yo... Yo jamás he sido hombre de una sola mujer.

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos. — ¿Quieres que ella esté con otro? ¿Quieres que bese a alguien más? ¿Que sea otra persona quien duerma con ella todas las noches?

— No, por supuesto que no.

— Bien, entonces piensa en eso. — llegamos hasta la boutique.

— ¿Y eso cómo me ayuda?

Mierda, a veces mi amigo podía sacarme de quicio con tanta facilidad. Ambos entramos al lugar que por ahora estaba vacío, de inmediato la acosadora curvilínea de Gian apareció frente a nosotros.

— Señor Vitori, señor Hunter. — saludó ella con una sonrisa pícara.

— ¿Donde esta Margaret? — pregunté sin tapujos. Ella puso cara de confusión y enderezó su cuerpo.

— ¿Disculpe?

— Te disculpo. — sonreí. Ella parpadeó repetidas veces hasta que ordenó sus ideas.

— Ella ya no trabaja aquí, la transfirieron hace una semana a la boutique de novias. — enarqué una ceja porque no estaba enterado de eso.

Gian se aclaró la garganta y me hizo una señal.

Ambos caminamos por la tienda como si estuviésemos revisando que todo anduviera bien. — Necesito que me la saques de encima.

— ¿Qué?

— A Lisa, ya entendí tu jodido punto. Y si quiero hacer las cosas bien, debo dejar de beber de Lisa.

— ¿Bebes de Lisa?

— Nos acostamos un par de veces pero luego solo se convirtió en mi bolsa de sangre. Sin embargo, ese no es el punto. — suspiró exasperado. — Has esto por mí, quiero comprarle una máscara a Violet, pero no podré hacerlo mientras Lisa este detrás de mí todo el maldito tiempo.

— ¿Acaso no eres el dueño?

— Por favor Hunter, te pagaré con lo que quieras, pero hazme este favor. —hice una mueca de desagrado pero terminé aceptando.

— Me debes otra más, infeliz. — él sonrió y asintió sabiendo que tenía muchos favores acumulados.

Me dirigí hacia la mujer quien ahora platicaba con otra chica, más delgada y más tímida.

Viene para aquí, viene para aquí.

— Tonta, sigue mis consejos y aprende. — respondió Lisa.

— Lisa. — la llamé, ella se sobresaltó y rápidamente vino hacia mí. — ¿Podrías llevarme a la boutique de novias?

La mujer pestañeó varias veces y asintió distraída. La seguí por unos minutos mientras caminábamos hacia el lugar este, era claro que Lisa intentaba dar vueltas de más pues yo conocía un camino mucho más rápido. Su blusa y falda parecían asfixiarla, era algo robusta, con buenos dotes no podía negarlo, su cabello era de un rojizo chillón al igual que sus labios. Lisa me miraba de reojo como si esperara que yo hiciera algo.

— No es por inmiscuirme pero ¿Por qué quiere ir al salón de novias? — inquirió.

Quería ver a Maggy.

Mi futura esposa está allí.

— ¿Probándose un vestido? — abrió los ojos en grande. — ¿Está comprometido? — no pensaba decirle nada más a esta mujer de lo que ya sabía

— Así es. — ella apretó los dientes.

— ¿No es de mala suerte ver a la novia con el vestido antes de... La boda?

— No creo en supersticiones tontas. — llegamos a la boutique y por su rostro no estaba nada contenta. El aroma de Margaret estaba mucho más presente aquí, y con forme daba unos cuantos pasos más se intensificaba.

Lisa me tomó del antebrazo jugando con sus dedos y me lanzó una mirada juguetona.

— Que lastima. — hizo un puchero.

Una tos hizo que ambos miráramos al frente, observé a una señora entrecerrando los ojos y detrás de ella se encontraba Margaret, tenía las comisuras de sus labios manchadas con chocolate.

— Hola Rosa. El señor Hunter viene a ver a su prometida.

— ¡¿Prometida?! — exclamaron la tal Rosa y Margaret a la vez, quien escupió un poco de torta.

Los ojos de Maggy me miraban confundidos y a la vez chispeantes de furia al ver la mano de Lisa sobre mí, sus mejillas se tornaron de un rojo encantador. Me gustaba ver ese atisbo de celos en sus ojos, aun así ya estaba harto de la mujer a la que no le hacía falta un moño para saber que se estaba regalando.

— Sí. — quité su mano con cuidado y di un paso al frente. — Hola amor.

En tres zancadas tomé el rostro de Margaret y luego presioné mis labios sobre los suyos, el sabor dulzón del chocolate sabía a gloria sobre sus labios, sus ojos estaban muy abiertos pero no tardó mucho en continuar el beso.

Me separé de ella para no hacer un espectáculo, aunque las ganas de besarla por más tiempo seguían intactas.

— Hola tonto. — susurró mordiéndose el labio.

— ¿Ma... Margaret es tu... Su prometida? — tartamudeó la pelirroja viendo su rostro arder. Maggy apretó los dientes y cerró sus manos en puño, por inercia la tomé de la cintura para que no se le ocurriera lanzarse encima de esa mujer.

— Oh sí Lisa, había olvidado mencionarte que me iba a casar aunque bueno... Tampoco es que pensara invitarte a nuestra boda. — continuó Maggy pinchándola y mofándose del rostro desconcertado de ella..

— Eso es muy descortés Margaret.

— Es verdad cariño, Lisa me hizo el favor de traerme hasta aquí. — sonreí de lado. — No hay que ser descortés.

— Umm lo voy a pensar.

— Esto es una broma ¿verdad? — arrugó el ceño Lisa y se cruzó de brazos. Su mirada prepotente, aquella postura de retar a alguien se estaban desmoronando.

— ¿Por qué sería una broma? Nos vamos a casar, además tengo dos meses de embarazo, ya sabes... Queremos un futuro para nuestro bebé.

— Se llamará Lucian Junior, puedes venir a visitarnos cuando quieras. — Ella apretó los dientes y se retiró de la tienda, fue entonces cuando escuché a Margaret soltar una carcajada y a la tal Rosa también.

— Eres un tonto. — volvió a sonreír envolviéndome con sus brazos alrededor de mi cuello. — ¿Por qué le dijiste eso a Lisa?

— ¿Tu por qué me seguiste el juego?

— Viste su cara, ¡Esa zorra al fin me las pagó! — reí por lo bajo y es que Maggy a veces disfrutaba de estas cosas.

— Obviare ese comentario porque quiero besarte. — tiré de su labio inferior sosteniendo sus caderas con mis manos segundos después ella se alejó de mi .

— Greta está rondando por aquí, ya se deshizo de la hipnosis.

— Puedo hacerlo otra vez si quieres.

— No, está bien así. — ladeó la cabeza, observé su rostro que estaba más delgado, parecía muy cansada y es que esa mujer en verdad la explotaba, tenía grandes ojeras y sus ojos siempre estaban adormilados.

— ¿Has comido?

— Estuve embutiéndome de la torta de chocolate de Rosa, te invitaría pero siempre me la acabo en el camino. — la besé un rato más y luego me separé de ella.

— Eso no es alimento suficiente. — la regañé. — No te descuides Margaret.

— No lo hago señor mandón. ¿Cómo está Pet?

— Iré por él ahora. Pero antes quería verte... Y besarte. — lamí sus labios. — y tocarte... — Apretujé su trasero.

— ¡Lucian! — me golpeó, solo atiné a reír.

A veces no podía creer que todo esto fuera real, que la tuviera a ella, que juntos encontráramos a un pequeño que se volvería parte esencial en nuestras vidas. Qué Maggy me permitiera entrar de nuevo a su vida, tenía tanto miedo de que lo que habíamos construido se destruyera, yo no podía fallarle, no está vez.

(***)

Narra Maggy:

Esto estaba mal, mi corazón no podía latir tan rápido y yo no debía suspirar tantas veces.

Control Maggy control.

Lo vi marcharse y el pecho se me estrujó, esas ganas por besarlo regresaron a mí una vez más haciéndome saber lo mal que estaba.

Había perdido la cabeza por Lucian Hunter.

Todo lo que tenía miedo a demostrar ahora era prácticamente imposible de ocultar. Amaba a Lucian, y aunque no se lo había dicho, mis sentimientos por él eran más claros que nunca.

Una tos forzada me hizo salir de ensueño, me giré encontrándome con Rosa quien sonreía pícaramente y se cruzaba de brazos apoyándose del mostrador.

— Así que con el vampiro sexy. — enarcó una ceja. — Me siento ofendida de que no me lo hayas contado.

— Lo siento, no suelo hablar mucho de mi vida personal.

Ambas fuimos hacia los vestidos y me recosté sobre un sillón acolchado, cerré los ojos colocando mi antebrazo en la frente.

— Oh vamos, soy como una tumba con candado. ¿Qué otras cosas no me has contado? — los tacones de Rosa hacían eco en el lugar. Bostecé y estrujé mis ojos. — Te ves mal Margo.

— Estoy muy cansada eso es todo.

— ¿En serio te vas a casar? — negué con la cabeza sabiendo que ese había sido un disparate por parte de Lucian.

— No claro que no, fue todo una broma por parte de él.

— Lisa tenía cara de pocos amigos.

— Fui tan dichosa en ese momento. — Sonreí descaradamente.

Estrujé mis ojos porque realmente me sentía cansada, habían sido días largos y tediosos, y con Lucian en casa, el dormir a veces se me dificultaba.

Rosa se quedó observándome con los ojos entrecerrados como si estuviera analizando algo. — Deja de mirarme así. — Solté una risita nerviosa, me imaginaba que Rosa miraba así cuando atrapa a sus hijos en sus mentiras.

— Lo siento es solo que... — dio unos cuantos pasos hacia el pequeño escritorio. — ¿Me dejas hacer algo Margaret?

Fruncí el ceño, enderece mi cuerpo y ladeé la cabeza, ella rebuscaba entre unas cosas en ese pequeño cajón.

— ¿Qué cosa? — De pronto la vi sacar una aguja e hilo. — ¿Piensas pincharme con eso?

Mi pavor por las agujas, ¡maldición!

— Ni se te ocurra. — ella soltó una risita y negó con la cabeza.

— No, no, tranquila. — insertó el hilo en la aguja. — Es una creencia antigua, mi familia siempre la ha tenido, somos muy intuitivos.

— No comprendo.

— Échate. — me pidió.

Recosté mi cabeza sobre el brazo del sillón, Rosa se sentó al filo mientras amarraba el hilo. Estaba muy atenta a que esa aguja no me pinchara alguna parte del cuerpo.

Rosa tomó el hilo dejando a la aguja colgando como un péndulo, solo estiró su brazo a la altura de mi estómago y se quedó allí un rato.

— Rosa, no entiendo ¿Qué estás...

— Shhh... — de pronto la aguja empezó a moverse levemente, en movimientos circulares, achiqué los ojos porque no entendía que carajos estaba pasando y porque Rosa movía la aguja. ¿Acaso practicaba brujería o alguna cosa por el estilo?

— No entiendo ¿Por qué lo estás moviendo? Rosa ya me aburrí de esto. — traté de sentarme pero ella lo evitó.

— Espera Margaret unos segundos más. — a regañadientes me mantuve allí, hasta que poco después ella dejó de hacer esa cosa extraña.

Sus ojos brillaban y tenía una pequeña sonrisa de boca cerrada que la hacía ver más cachetona.

— ¿Cuándo fue la última vez que te vino la regla? — la miré, la miré por varios segundos en los que mi mente trataba de conectar las palabras.

— ¿Qué? — parpadee varias veces. — ¿Eso que tiene que ver? no entiendo Rosa. — me puse de pie con molestia. — Soy irregular, y ya me aburrí de esto. — avancé dispuesta a marcharme.

— Estás embarazada Margaret. — musitó antes de que pudiera irme.





¡Rayos! Estoy entre la espada y la pared, acabo de darme cuenta que tengo algo así como dos finales diferentes para la historia. :O

Confusión de escritora en estos momentos.

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