Capítulo 31

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Capítulo 31


Salí como pude del ascensor y recién afuera logré tomar algo de oxígeno. Apoyé mis manos sobre mis rodillas inclinándome hacia el frente y negándome a que mis ojos se nublaran más.

Él no podía hacer esto, no de esa manera, no podía simplemente soltar cosas así y esperar a que yo me quedara por más tiempo. Lucian no tenía idea, Lucian no sabía nada.

Apoyé mi espalda contra la pared hasta regular mi corazón errático. Inhalé y exhalé cuantas veces pude, pasé las manos por mi cara masajeando mis sienes y fui en busca del primer taxi que encontré por allí.

La cabeza me palpitaba, las luces de los autos cegaban mi visión, llevaba un saco negro encima, y debajo tenía la camisa de Lucian pues la mía se la di a Pet.

No dude ni un solo segundo cuando quise llevarlo, algo en los ojos de ese pequeño me decía que estaría mejor al lado de nosotros que con las personas que eran sus padres.

Estaba mal, yo sabía que estaba mal hacer esto, lo coherente hubiera sido ir con la policía que ellos se encargaran de buscar a sus padres y que lo regresaran, pero me opuse terriblemente ante esa idea ¿Por qué? Pues yo estaba demente y había desarrollado un terrible amor por los niños, niños que eran inocentes y dulces, justo como lo era ese pequeño.

¿Qué clase de padres descuidaba de esa manera a sus hijos? ¿Y si se perdió? Pues sí, también era una posibilidad, no obstante al recorrer las calles con Lucian, no había ninguna mujer gritando con desesperación por su hijo perdido, además era de noche, solo encontrábamos prostitutas en cada esquina. Quizás mañana sería un día mejor, lo llevaríamos hasta encontrar a sus padres y entonces él... Él se iría de mi lado y regresaría a su hogar.

Era lo correcto Maggy.

Lamentablemente, no se sentía así. Más incorrecto quizás fue dejarlo con Lucian cuando él apenas sabía cómo cuidar de él, pero aunque quisiera, nuestra última conversación me hizo huir despavorida, decidí que regresaría temprano a ver al niño.

Minutos después llegué a casa, pagué el taxi con lo que tenía y caminé adormilada hacia la mansión, las luces estaban encendidas, odiaba el hecho de haber perdido mi celular y estar incomunicada de todos, ni siquiera tenía idea de que tan tarde podría ser, solo fueron una horas, dos, tres o quizás más.

La puerta se abrió por si sola antes de que yo tocara, parpadee repetidas veces y de un tirón me hicieron entrar.

— ¡¿Dónde diablos estabas?! — la voz de Dereck resonó haciendo que mi cuerpo temblara, su reacción me dejó momentáneamente petrificada.

— Dereck lo siento perdí mi...

— ¡¿Por qué carajos no me llamaste Margaret?! Te imaginas cómo hemos estado todos aquí. — apenas podía reaccionar dándome cuenta que Daniel, Rebeka e Ethan estaban detrás suyo.

Dereck no parecía Dereck, sus ojos estaban rojos, la sangre parecía habérsele subido a la cabeza y su mandíbula estaba tan tensa que pensé que se rompería los dientes.

— Estoy tratando de explicarte que perdí mi móvil. — alcé la voz.

— Pero estabas con Lucian verdad, y por supuesto que no se te ocurrió avisar para saber que estabas bien.

— ¿Dereck qué te pasa? — lo tomé del brazo, sin embargo, él se alejó soltándose. Yo no entendía nada, todos me miraban con el ceño fruncido.

— Pasa que estaba malditamente preocupado por ti, y eso a ti no te importó ni un carajo— Abrí y cerré la boca, apreté la mandíbula porque Dereck estaba tocando mi limite — Además ese imbécil ni siquiera fue capaz de cuidarte bien. — espetó observando mis heridas. — dejó que te lastimaran, empero él ya está acostumbrado a eso.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora