Capítulo 38

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Capítulo 38


A veces no me explicaba como un roce piel con piel podía causar tantas sensaciones en tu interior, tanta plenitud y tranquilidad.

Decían que el frío también quemaba, y sí que quemaba, mi cuerpo estaba totalmente encendido y desenfrenado, y a la vez temblaba, temblaba con cada toque de sus manos sobre mí, con cada beso de su boca sobre la mía, con cada roce su cuerpo y el mío en conjunto.

Nos movíamos de manera sincronizada como si supiéramos exactamente el ritmo al que íbamos, como si conociéramos a la perfección y puede que era así, puede que la ropa sobraba en este instante, puede que estaba completamente a su merced en este momento y que ambos nos viéramos a los ojos sabiendo que habíamos esperado mucho para eso.

Sentí esa presión que al principio es dolorosa, cerré los ojos y me aferré a su espalda clavando mis uñas en su piel, lo escuché gruñir mientras entraba en mí y como su cuerpo iba en un vaivén lento y placentero. Poco a poco ese ardor se fue suavizando, me fui acoplando a él, a sus penetraciones y movimientos, una de sus manos sostenía mi cadera la otra se enredaba en mi cabello.

Vi sus pecas, aquellas manchitas en su piel que hace tanto no disfrutaba de apreciarlas. Lucian buscó mi boca y su beso se intensificó con cada estocada, cada vez más fuerte, cada tanda más profundo. Gemía en voz alta y es que ya había hecho trizas mis labios de tanto morderlos para contener aquellos sonidos.

Jadeaba cada vez que sacaba su miembro y luego volvía a introducirlo en mi interior, de manera más intensa mirándome a los ojos y acallando aquellos sonidos con su boca.

Su cuerpo rodó quedando yo encima de su pelvis, elevé mis caderas y luego me senté sobre él de forma perezosa, la sensación era aún mejor, me estimulaba de tal forma que mi cuerpo sentía querer explotar por todas partes. Busqué su boca de forma desesperada, aferré mis manos a la cama con forme él movía mis caderas y tiraba de esta de arriba hacia abajo, más y más rápido, sin interrupciones.

Llevé mi cuerpo hacia adelante recostándome sobre su pecho, mis manos a la altura de su cabeza clavando mis uñas en las sábanas blancas, aferrándome a estas para controlar mis movimiento sin perder el control y equilibrio, Lucian lamía mis pezones y succionaba de ellos haciéndome rodar los ojos, mis piernas se tensaron y apretaron contra sus caderas, mi corazón latía tan rápido y el sudor emanaba y recorría mi cuerpo desnudo. Gemí su nombre en voz alta cuando pronto llegué a mi clímax, sentí aquel estirón en mis extremidades mientras él continuaba entrando en mí, aumentando la velocidad enterrando sus dedos en mi trasero y besándome sin parar, gemí más falto y me sostuve con firmeza tirando de su cabello, la sensación era mucha más completa, deliciosa y avallasadora. No faltó mucho para que él también se viniera, sus manos no me soltaron, masajearon mi espalda y a su vez limpiaron el sudor de mi frente.

Lucian continuó dándome besos cortos sobre la boca, cerré los ojos y dejé descansar mi rostro en el arco de su cuello, las piernas me temblaban más no quería separarme de él, aún seguíamos unidos, y sentía cierta calidad en mi vientre, calidez que pronto sentí resbalar por mi entrepierna.

— Ven aquí. — intentó levantarme pero me rehúse.

—Nop. —lo abracé haciéndolo reír.

— Maggy, debo... Ya sabes. — susurró en mi oído.

Suspiré y moví mis caderas haciendo que pronto las ganas volvieran, lo contemplé con una sonrisa pícara y él entrecerró los ojos sabiendo lo que quería.

— Maggy tengo que... — empecé a hacer movimientos circulares sobre su pelvis, su miembro empezó a reaccionar ante la fricción y los movimientos que hacía. — Mierda. — empezó a moverme otra vez y gemimos a la vez sabiendo que se sentía demasiado bien, pronto su dureza estaba a tope y yo solo deseaba volver a repetir cuantas veces más quisiera.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora