Capítulo 28

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Capítulo 28

Movía mi pie de forma incesante, caminaba de un lado a otro golpeando mi móvil contra mi barbilla en un acto de nerviosismo.

Nada, ni una sola llamada.

Rebeka me observaba dudosa de cómo debía actuar entorno a mí, yo solo quería golpear algo o mejor dicho a Daniel para ver si de esa manera mi molestia y angustia pudieran dispersarse.

Dos días, habían pasado dos jodidos días desde que Bee desapareció y ni un solo maldito rastro de ella. Y es que ahora entendía que cuando un vampiro no quiere ser encontrado no hay ni un jodido poder sobrenatural que te ayude a encontrarlo.

Rebeka me observaba impaciente, dudando de hablarme o no.

— Señorita, debería descansar no es bueno para usted.—un gruñido fue mi respuesta, estaba cansada con unas ojeras tremendas y es que exiguamente había logrado conciliar el sueño, mañana es viernes, darán de alta a Ethan y anoche me habían informado que el padre de Bee tuvo otra recaída.

— ¿Dónde está Dereck? — pregunté por el vampiro que ahora parecía más distante y extraño que nunca.

— En su habitación pero pidió que nadie lo... — Dejé a Rebeka con las palabras en la boca y me dirigí hacia el pasillo en donde se encontraba su pieza.

Toqué su puerta y logré oír su voz indicándome que pasara. Giré la perilla y de manera lenta entre a su dormitorio, fruncí el ceño al verlo sentado sobre su cama enterrando su entre sus manos y apoyando sus codos sobre sus muslos, me acerqué a él quien aún no me miraba solo se mantenía en esa misma posición.

— Siempre es bueno sentir tu aroma, bella dama.— su voz más ronca de lo acostumbrado me hizo detener, hice el intento de sonreír y a pasos agigantados llegué a su lado.

— No me he bañado. — Bromeé, escuché una corta risa y pronto sus ojos grises buscaron los míos.— Bueno en realidad si lo hice, no me gusta andar apestando.

— A veces me sorprende la facilidad en que mejoras mi ánimo. — tiró de mi cintura y me posiciono entre sus piernas, acaricié su nuca jugando con mis uñas entre las hebras de su cabello.

— Suelo volver a los hombres bipolares. — él se carcajeó con fuerza y aunque yo lo seguí la sonrisa no me llenó del todo, me arrepentí al instante por mi estúpido comentario. — ¿Qué sucede? Has estado todo el día encerrado.

— Lo sé, lamento no haberte ayudado a buscar a Emma, pero tengo confianza en que estará bien y que pronto volverá. — torcí la boca hacia un lado.

— Yo también espero eso. Daniel parece un neandertal metido en esa habitación, creo que ni siquiera se ha dado una ducha desde hace días.

— Creo que esta en shock. — su ceño se frunció al pensar en algo y no pude evitar delinear su frente arrugada. —No asimila del todo él que haya terminado con ella.

Suspiré y me balanceé hacia delante y hacia atrás. — Pues debe asimilarlo, debe buscarla ahora antes de que ella no vuelva más. — Cerré los ojos, algo cansada, Dereck acercó su rostro a mi estómago y también dejo sus párpados caer. — ¿Cuándo hablaras conmigo de lo que te sucede?

— Es solo el tema de esos hombres cazándonos y buscando que desaparezcamos. Lo que ya sabes. —mordí mi labio inferior y agaché mi mirada hacia el suelo.

— ¿Por qué siento que es algo más?

— No hay más Margaret, nada que tenga que ver contigo. — tomó mi mentón con su mano y me atrajo hacia él para besarlo, boté un largo suspiro sin ganas de discutir. Al principio fue un toque lento y profundo, su boca tenía un leve sabor a alcohol y a menta. Su lengua no tardó en buscar la mía, esta era más hábil, más rápida y yo me intimidaba ante lo intenso que se iba volviendo.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora