Capítulo 11

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Capítulo 11

Y de repente llega eso momento donde las máscaras se caen, donde se rompen las apariencias fingidas. Donde se torna todo de un color rojo como la sangre y en donde el más pequeño acto de bondad resultó ser el pacto con el mismo diablo.

— ¡Perra!

Comenzaba a asfixiarme, la presión que Joanne ejercía sobre mí era tanta que el aire ya no llegaba a mis pulmones. La golpee como pude pero el ser un vampiro le daba un punto a su favor, además que ya no estaba en forma y que hacía ya mucho tiempo que no peleaba con nadie.

Bee llevaba un lucha cuerpo a cuerpo con la rubia de frondosa cabellera, sin embargo la chica de uñas perfectas estaba ganando la partida golpeando a Bee sin cesar. Quería hacer algo, quería gritar o llamar a alguien pero nada, no había nada y nadie estaba en casa.

Pronto perdería la consciencia si es que en realidad no moría asfixiada. Joanne se lo había propuesto, su promesa fue clara y concisa. Ella juró matarme, y lo estaba por lograr.

Pero mejor regresemos a unas horas antes así quizás todos entenderían con más claridad cómo es que llegamos hasta este punto.

Unas horas antes...

— Todo está bien Margaret no tienes de que preocuparte. — dijo la doctora Patterson.

— Usted más que nadie sabe que no todo está bien. — musité cabizbaja.

— Linda, no tienes por qué sentirte así. — fruncí el ceño cuando la escuché llamarme de tal manera. — Hay tratamientos para eso, no tienes que...

— Basta si, ya he tenido mucho por hoy. — espeté.

— Esta bien Margaret, solo no dejes de tomar las pastillas, debes seguir cuidándote. — asentí con una mueca levantándome del asiento.

Ella suspiró pero no insistió más y se lo agradecí, no quería hablar esto, no ahora y preferible nunca más.

Salí de su consultorio y me dirigí hacia el pasillo en donde se encontraba el padre de Bee. Hace unos días justo al finalizar la fiesta recibimos una llamada de la clínica, él había recaído y por un momento su corazón se detuvo. Mi amiga ha pasado los tres últimos días de aquí para allá sin alejarse en ningún momento de su padre, está cansada y demasiado triste y eso me lastima a mí también.

Había cambiado, mi frialdad y constante molestia habían sido reemplazadas por una forma de empatía hacia los míos. Solía preocuparme por el bienestar de Bee porque todo estuviese bien con ella pero al final de cuentas si quería o no hablar con alguien me daba igual, ahora solo intento que ella exprese lo que de verdad siente o piensa, que es lo que ha sucedido entre ella y Daniel, quiero saber más acerca de todos.

— ¿Estás bien? — me quedé a su lado viendo a través de aquel vidrio templado que cubría la ventana.

— Dijeron que no podía entrar. Puedo percibir que hay algo que no quieren decirme. — musitó.

Con el pasar del tiempo me fui dando cuenta que Bee tenía un extraño don de la intuición, imaginé que al convertirse en vampiro obtuvo aquella habilidad aunque no la utilizaba del todo.

— Siempre habrá algo que no quieren decirte Bee...

— ¿Sabes algo de Daniel? — parpadeo un par de veces para eliminar aquellas lágrimas que se aglomeraban en sus ojos.

— Dijo que vendría en la noche. —Ella asintió desganada.—¿Y tú sabes algo de Dereck? — inquirí.

¿A que venía esa pregunta?
¿De cuándo acá me preocupaba por Dereck?

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora