Capítulo 21

1.5K 156 192
                                    

Capítulo 21

Mi cuerpo se sentía entumecido, por inercia estiré mis piernas y enrollé las sábanas contra mi pecho hasta colocarme en posición fetal. Un sonido extraño y que hace mucho no escuchaba se filtró hasta llegar a mis oídos, eran aves... Aves cantando por la mañana.

Desde mi habitación no solía escuchar aves por lo que me parecía tan raro. Intenté que mis párpados se elevaran pero estos se sentían tan pesados que fue imposible, la luz me cegaba y la pereza me devoraba. Con mis dedos cogí una vez más las sábanas y las llevé hasta mi cabeza para enterrarme en ellas. Bostecé y abrí los ojos, la luz del día ya no me dañada más aún podía ver a través de estas sábanas blancas.

¿Sábanas blancas?

Parpadee un par de veces, estrujé mis ojos quitándome las pocas lagañas que tenía y entonces dejé que la sábanas descubrieran mi vista. Mis ojos parecían quererse salirse de mi rostro, aquel ventanal en frente no era el de mi habitación. Aquel gris azulado en las paredes tampoco le pertenecía a mi cuarto y aquella bandeja con comida por supuesto que no era de Rebeka.

Traté de salir de la cama pero el ardor entre mis piernas se hizo presente, miré mi cuerpo desnudo y de pronto las imágenes vinieron de golpe.

Hazme tuya, una vez más.

Tragué saliva llevando una mano a mi cabeza presionando justo en mi cien, me dolía un poco, más no sentía nauseas ni mucho menos mareos, no tenía jaquecas ni mucho menos resaca.

Estaba bien, más que bien.

El ardor fue desapareciendo pero junto con este vino un hormigueo y una palpitación en mi piel, una que me decía que había sido tocada, que todo mi cuerpo aún tenía su aroma. Era como si aún pudiera sentir sus manos en mí, en que centímetro de piel.

— Deberías comer algo. — pegué un gritó sobresaltándome, de inmediato tapé mi cuerpo con las sábanas, sin poder dejar de ver al vampiro en aquel sillón.

Tragué saliva y desvié la vista, llevé mis manos a mi boca y delinee mis labios aún hinchados. Regresé mi atención a Lucian, tenía ojeras en los ojos, solo unos pantalón holgados y sin camisa, sus manos se sostenían de los brazos de aquel mueble, su cabeza descansaba en el umbral. No pude evitar ver su pecho desnudo, su abdomen marcado y aquellas pecas en sus hombros, cerré los ojos tratando de guardar la calma, sin entrar en pánico, sin que mi corazón delatara lo nerviosa y ofuscada que me encontraba.

— Despertaste temprano. — musité poniéndome de pie. Sentía cierta incomodidad en mi cuerpo, hacía más de un año que no había estado con ningún hombre y las consecuencias de ello era que me sentía desecha, aún tenía sueño, mi estómago gruñía de hambre más no pensaba comer nada de lo que él había traído.

— No dormí. — fue su respuesta.

Fruncí el ceño girándome para encararlo, como si fuera a creer eso. Mentí, aún recordaba estragos de su imagen a mi lado, enrollando mis piernas con las suyas y hundiendo mi rostro en su pecho mientras caía a los brazos de Morfeo.

— Si, por supuesto. —dije con ironía rodando los ojos. No encontraba mi ropa por ningún maldito lado. — ¿Dónde está mi ropa? —me crucé de brazos.

— Te refieres a las bragas negras y a la minifalda azul. —mis mejillas tomaron un color rosáceo. El show.... Dios mio el jodido show.

Mi mente trabajaba rápido tratando de restaurar los momentos borrados y esparcidos de aquella noche. ¿Yo... Yo... Qué diablos había hecho?

Me dejé caer sobre la cama sintiendo que mis ojos picaban, me drogué, me drogué para luego comportarme como una reverenda puta delante de todos esos hombres. Tapé mi boca con mis dedos temblorosos y dejé que un jadeo escapara desde el fondo de mi garganta.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora