Capítulo 32

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Capítulo 32

Salí de la ducha y me coloqué una toalla alrededor del cuerpo, mi cabeza aún palpitaba, y solía sentirme mareada por momentos.

Fui hacia mi cómoda revisando la tableta de pastillas que había tenido que volver a comprar y me recordé a mí misma que tenía que hacer una cita con mi médico para ver el asunto de mi "problema", cosa que no le tomaba tanta importancia.

Mis ganas estaban por los suelos, mi ánimo muy por debajo de lo usual y las ganas de golpear a alguien seguían allí, presentes y latentes.

Suspiré al mismo tiempo que secaba mi cabello y me coloqué un poli-vestido y unas pantis oscuras. Me coloqué unos zapatos bajos y acomodé mi cabello por detrás de mi oreja.

Toda esta situación me tenía congestionada, atada de manos. Lo que había descubierto en la última semana que pasó es que la policía en esta ciudad era una completa mierda, en donde las leyes se regían por quién pagaba más dinero y de lo que más les convenía. Todo siempre y cuando no seas un vampiro, porque ni siquiera Lucian podía hacer nada al respecto.

Decían que investigarían, que nos ayudarían para ver la situación en la que vivía el niño, pero nada, hasta ahora no veía ni un jodido cambio, hasta ahora ellos tenían a Pet y yo no podía acercarme ni siquiera a la calle.

Terminé de vestirme y salí de la habitación encontrándome con Daniel, su rostro estaba pálido se notaba que no había dormido y es que tampoco teníamos noticias de Bee.

— Oye. — toqué su brazo.

— Hola. — sus ojos azules estaban apagados, tan tristes que me vi reflejada en ellos. — No he sabido mucho de ti en estos días.

— Hablé con Bianca. — conté refiriéndome a la madre de mi amiga.

— Yo también. — suspiró. — No tiene idea de dónde está.

— Verás que la encontraremos Dan, Ethan también la está buscando, al igual que Dereck. — hice una mueca.

— Siento que algo no cuadra en todo esto.

— ¿A qué te refieres? — entorné los ojos. El sacudió su cabeza negando.

— Nada, olvídalo. — Me dio un beso en la sien. — ¿Hablaras con él?

— Creo que sí, ya es momento. — él asintió y se despidió de mí.

Por otra parte, junte todas las esperanzas y paciencia que podía tener para lo que estaba a punto de enfrentarme.

A Dereck.

Bajé y me dirigí hacia su despacho, la puerta estaba semi abierta por lo que entré sin hacer mucho ruido. Él estaba recostado sobre su mesa, con un vaso de whisky en un mano y mirando hacia el estante que tenía en frente.

— Sigues aquí. — su voz más ronca de lo normal me hizo estremecer.

— ¿Por qué no seguiría aquí? — di pasos lentos tanteando su temperamento.

— Has estado más tiempo afuera que aquí.

— No es cierto. — fruncí el ceño y me coloqué delante de él, su ojos no me miraban, estaban gachos y fijos en el vaso de vidrio que tenía en la mano.

— Sabes que sí, Margaret. — tomé su mentón moviéndolo para que me mirara, sus ojos grises tristones y desorientados intentaban huir de chocar con los míos.

— Ahora no quieres mirarme. — torcí el gesto.

— Siempre querré mirarte. Lo que no quiero es que me veas así. — puso sus manos sobre las mías, eran grandes y sus dedos más alargados. — Ebrio, frustrado y enojado.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora