Tengo Sed de Ti - II

By DanitzaIbaez

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¿Sera su amor suficiente para perdonar su traición? Averigualo. More

Lucian I
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08 (Maratón 1/3)
Capítulo 09 (Maratón 2/3)
Capítulo 10 (Maraton 3/3)
Lucian II
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Lucian III
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Lucian IV
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39
Capítulo 40
Lucian V
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44: Especial Ethan
Capítulo 45
Capítulo 46
Lucian VI - Capítulo Final. (1/2)
Lucian VI- Capítulo Final.(2/2)
¡ESCRITORA EN APUROS!
TENGO SED DE TI - III

Capítulo 38

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By DanitzaIbaez

Capítulo 38


A veces no me explicaba como un roce piel con piel podía causar tantas sensaciones en tu interior, tanta plenitud y tranquilidad.

Decían que el frío también quemaba, y sí que quemaba, mi cuerpo estaba totalmente encendido y desenfrenado, y a la vez temblaba, temblaba con cada toque de sus manos sobre mí, con cada beso de su boca sobre la mía, con cada roce su cuerpo y el mío en conjunto.

Nos movíamos de manera sincronizada como si supiéramos exactamente el ritmo al que íbamos, como si conociéramos a la perfección y puede que era así, puede que la ropa sobraba en este instante, puede que estaba completamente a su merced en este momento y que ambos nos viéramos a los ojos sabiendo que habíamos esperado mucho para eso.

Sentí esa presión que al principio es dolorosa, cerré los ojos y me aferré a su espalda clavando mis uñas en su piel, lo escuché gruñir mientras entraba en mí y como su cuerpo iba en un vaivén lento y placentero. Poco a poco ese ardor se fue suavizando, me fui acoplando a él, a sus penetraciones y movimientos, una de sus manos sostenía mi cadera la otra se enredaba en mi cabello.

Vi sus pecas, aquellas manchitas en su piel que hace tanto no disfrutaba de apreciarlas. Lucian buscó mi boca y su beso se intensificó con cada estocada, cada vez más fuerte, cada tanda más profundo. Gemía en voz alta y es que ya había hecho trizas mis labios de tanto morderlos para contener aquellos sonidos.

Jadeaba cada vez que sacaba su miembro y luego volvía a introducirlo en mi interior, de manera más intensa mirándome a los ojos y acallando aquellos sonidos con su boca.

Su cuerpo rodó quedando yo encima de su pelvis, elevé mis caderas y luego me senté sobre él de forma perezosa, la sensación era aún mejor, me estimulaba de tal forma que mi cuerpo sentía querer explotar por todas partes. Busqué su boca de forma desesperada, aferré mis manos a la cama con forme él movía mis caderas y tiraba de esta de arriba hacia abajo, más y más rápido, sin interrupciones.

Llevé mi cuerpo hacia adelante recostándome sobre su pecho, mis manos a la altura de su cabeza clavando mis uñas en las sábanas blancas, aferrándome a estas para controlar mis movimiento sin perder el control y equilibrio, Lucian lamía mis pezones y succionaba de ellos haciéndome rodar los ojos, mis piernas se tensaron y apretaron contra sus caderas, mi corazón latía tan rápido y el sudor emanaba y recorría mi cuerpo desnudo. Gemí su nombre en voz alta cuando pronto llegué a mi clímax, sentí aquel estirón en mis extremidades mientras él continuaba entrando en mí, aumentando la velocidad enterrando sus dedos en mi trasero y besándome sin parar, gemí más falto y me sostuve con firmeza tirando de su cabello, la sensación era mucha más completa, deliciosa y avallasadora. No faltó mucho para que él también se viniera, sus manos no me soltaron, masajearon mi espalda y a su vez limpiaron el sudor de mi frente.

Lucian continuó dándome besos cortos sobre la boca, cerré los ojos y dejé descansar mi rostro en el arco de su cuello, las piernas me temblaban más no quería separarme de él, aún seguíamos unidos, y sentía cierta calidad en mi vientre, calidez que pronto sentí resbalar por mi entrepierna.

— Ven aquí. — intentó levantarme pero me rehúse.

—Nop. —lo abracé haciéndolo reír.

— Maggy, debo... Ya sabes. — susurró en mi oído.

Suspiré y moví mis caderas haciendo que pronto las ganas volvieran, lo contemplé con una sonrisa pícara y él entrecerró los ojos sabiendo lo que quería.

— Maggy tengo que... — empecé a hacer movimientos circulares sobre su pelvis, su miembro empezó a reaccionar ante la fricción y los movimientos que hacía. — Mierda. — empezó a moverme otra vez y gemimos a la vez sabiendo que se sentía demasiado bien, pronto su dureza estaba a tope y yo solo deseaba volver a repetir cuantas veces más quisiera.

Jadeé cuando me giró haciéndome echar de lado, mi trasero presionándose sobre su miembro y él dándole placer a mis senos sensibles, sus dedos pinchaban mis pezones de manera tortuosa y lujuriosa.

— Abre las piernas. — ordenó en un susurro, coloqué mi pierna izquierda por encima de las suyas y luego su mano hizo un recorrido hacia mi sexo, primero introdujo un dedo, cerré los ojos y cogí su cabello mientras él besaba mi cuello, sus dedos jugaban con mi clítoris haciendo círculos que a su vez aumentaban mi elevada excitación.

Pronto sus dedos fueron reemplazados por su miembro, solté un jadeo en respuesta pues en la posición en la que me encontraba me sentía más receptiva, lo sentía mucho más profundo y encontré el placer en el dolor que esto me causaba.

La boca se me secaba mientras mordía mis labios y balbuceaba incoherencias, me sentía una desvergonzada por la cantidad de cosas que quería gritar pero que a su vez no me atrevía.

— No pares. —musité repetitivamente cuando aceleró sus movimientos, eché la cabeza hacia atrás y me afiancé de sus brazos. Sentía el sudor de mi espalda contra su pecho, su piel suave acariciando la mía, no me fue difícil llegar por segunda vez, mi cuerpo entero sufrió de espasmos y gemidos que tuve que acallar sola.

Él se levantó haciéndome girar boca abajo, elevando mi culo contra él mismo haciéndome quedar sobre expuesta y sostenida de mis cuatro extremidades.

— Mierda Maggy. — acarició mi trasero apretándolo con sus dedos mientras sus penetraciones continuaban, mis piernas temblaban, estaba débil pero aún me mantenía de pie. Arqueé un poco más mi cuerpo dejando descansar mi rostro contra la almohada. A este punto el sexo entre nosotros se había vuelto más intenso, más salvaje como si buscáramos la necesidad de complacer al otro de la manera que fuera.

— Lucian. — No... No podía venirme otra vez, no cuando mi cuerpo apenas podía sostenerme, sin embargo, aquella premonición entre mis piernas fue aumentando, sus movimientos eran más contantes y duros, y cuando creí que ya no daba para más, esa electricidad ya conocida me recorrió de pies a cabeza haciéndome delirar de placer. — Oh dios...

Mi corazón latía errático, mi pecho subía y bajaba como si estuviera a punto de sufrir un paro cardíaco, Lucian se había detenido y solo acariciaba mi cuerpo con suaves movimientos. Me eché por completo a la vez que él lo hacía sobre mi sin aplastarme, y luego depósito un beso por debajo de mi oreja.

— Ni siquiera te imaginas cuánto extrañaba escucharte gemir. — abrí los ojos en grande y oculté mi rostro entre las almohadas. Él soltó una risita y me envolvió con sus brazos apegándome a su pecho.

—Eres un idiota. — farfullé. — Un idiota que da buenos orgasmos.

— Bien, lo pondré en mi currículum. — bromeó.

(***)

— No Pet, no hagas eso. — dijo Lucian mientras intentaba contener al pequeño endemoniado. — A Margo no le gusta bañarse.

— Gatu si, baño sí. — asintió Pet mientras le lanzaba espuma a Lucian en la cara.

— Maggy, saca a la gata que está clavando sus uñas en mi brazo. — me pidió él como auxilio, yo sonreí gustosa de ver la escena desde la puerta.

— Esa gata no me quiere. — hice un puchero.

— Maggy. — apretó los dientes, solté una carcajada y fui en su ayuda.

La pobre gata estaba pegada como una garrapata sobre las piernas de Lucian, la sostuve evitando que me arañe.

— Ve, gata roñosa, ve y se libre. — la dejé en el suelo y el animal salió espantado.

Lucian terminó de enjuagar el cabello de Pet, me causaba gracia que fuera extremadamente cuidadoso con él, con decir que le ponía lentes de baño para que el agua con shampoo no le entrara a los ojos.

— Ya está campeón.

— Bravooo. — aplaudió Pet en el aire.

Sonreí y caminé hacia ambos, tomé a Pet sacándolo de la bañera, lo envolví con una toalla gris pareciendo un tamalito adorable. La habitación era un completo desastre y me tocaba a mí limpiarla.

— Porque huele tan rico este pequeñín. — enterré mi nariz en su cuello haciéndolo reír.

— Lusan me bañu con abua. — abrí los ojos sorprendida.

— ¿En serio? Pensé que te bañaría en aceite o algo así.

— Muy graciosa​ Margaret — dijo el aludido.

Entre risas dejé a Pet sobre la cama y lo vestí con su pijama, él era muy cariñoso, cosa a lo que poco a poco empezaba a acostumbrarme, me llenaba la cara de besos y me abrazaba cada vez que podía, Pet había entrado a nuestras vidas como un torbellino, removió absolutamente todo dándole un nuevo orden, un cambio, uno que no quería que cambiara.

Sequé su cabello con la toalla y lo acomodé para que se echara en la cama, empezó a bostezar y estrujar sus ojitos.

— Ten pequeño. — le di el biberón en forma de dinosaurio y él se acostó gustoso. Me quedé allí arrullándolo mientras acariciaba su cabello entre mis dedos, simplemente podría quedarme así siempre y no me aburriría jamás. Sus labios hacían muecas extrañas mientras tomaba su leche, sus pestañas largas se abrían y cerraban con ternura.

Después de un rato en el que Pet terminó su mamadera, sus ojitos casi se cerraban mientras se acurrucaba más en la cama. Me levanté y lo tapé con el edredón, sonreí ante lo adorable que lucía y me puse de pie apagando la luz.

— Mayi. — giré mi rostro y regresé a su lado, creyendo que podría asustarse por la oscuridad, mas no fue eso. Lo siguiente que pronunció simplemente me dejó atónita. — Ti amo.

Dos palabras, dos cortas palabras que me estremecieron el corazón y erizaron los vellos de mi piel, dos palabras que me movieron como un temblor intenso y calaron tan dentro de mi ser que tuve que procesarlas lentamente.

Sus ojitos se cerraron hasta que se quedó completamente dormido, pasé saliva e intenté recomponerme pero aquí estaba yo tratando de pestañear o reaccionar de alguna manera.

Sentí un escalofrío recomponerme, recién pude sonreír y me acerqué a besar su sien. — Yo también, pequeño.

Y es que no mentía, Pet se había ganado mi corazón por completo, en tan solo unos cuantos meses había logrado darme más felicidad que en tanto años vividos y eso, eso hacía que lo amara y lo aferrara a mí de manera incondicional. Regresé hacia la habitación de baño un poco aturdida por lo que pasó y cuando di un paso adentro casi me doy un resbalón por tremenda sorpresa que encontré.

Tragué saliva y mordí mi labio inferior, ¡jodido hombre! ¡Jodido vampiro!

Coloqué mis manos sobre mis caderas y fruncí el ceño fingiendo molestia. — ¿Qué haces allí? Debo limpiar.

— Quiero darme una ducha. — se encogió de hombros.

— ¿En la bañera? — enarqué una ceja caminando hacia él.

— Si, Maggy, en la bañera. — recalcó, cogí una toalla y me acerqué a la tina de baño para empezar a secar todo lo mojado de pronto la mano de Lucian se posó sobre mi muñeca y su sonrisa de ensanchó aún más. — Creo que tú también deberías.

— Ni siquiera lo pienses.

— Muy tarde. — pegué el grito al cielo cuando Lucian tiro de mi cuerpo haciendo que entrara junto con él a la tina, por culpa de mis gritos un poco de espuma se me metió a la boca mientras daba palmadas y golpeaba a Lucian en el proceso.

— Shh... despertaras al niño.

— ¡Eres un idiota, Lucian! — tosí estrepitosamente.

— Y tú una exagerada. — puso los ojos en blanco, dejé caer mis sandalias y metí mis piernas por completo.

— Estúpido.

— Me encantas.

— Mojaste mi ropa.

— El punto era que te mojaras. — Sabía que el muy tarado hablaba en doble sentido. — Ahora deberías quitarte la ropa.

— Pues lo harás tú porque yo no pienso mover ni un jodido dedo. — me crucé de brazos.

— Yo encantado. — besó mi cuello haciendo que pronto comenzara a caer redondita ante sus encantos.

¡Odiaba que me conociera tan bien!

Ladeé el cuello dándole más espacio, sus manos pronto se colaron por debajo de mi blusa tirando de ella, levanté los brazos para que me ayudara a quitarla y así se le hizo más fácil, desabroché mi brasier y me deshice del pantalón y las bragas, pronto los dos estábamos completamente desnudos en la tina de baño, con mi espalda apoyada contra su pecho, mis piernas estiradas junto a las suyas y sus manos siendo buenas y serviciales con mis senos.

— ¿Por qué eres así? — eché mi cabeza hacia atrás.

— ¿Así cómo? — continuó abrazándome mientras su nariz hacía cosquillas sobre mi cuello.

— Así, joder, así. — llevé las manos a mi rostro y negué con la cabeza. — No quiero hacer como si nada paso, como si todo estuviera bien... — apreté los labios él no dijo nada, como si esperara que yo continuara. — Y a la vez tú me haces querer continuar, disfrutar de esto... De ti, de Pet.

— ¿Por qué no te dejas llevar?

— Ya me he dejado llevar lo suficiente ¿No crees? — giré mi rostro fijando mi mirada en aquellos ojos verdes, los destellos rojos no estaban, y los prefería así tal cual son.

Lucian se acercó y me robó un beso, presionó sus labios contra mi boca unos segundos y apoyó su frente sobre la mía.

— Déjame recuperarte, déjame seguir con esto, cariño. — acarició mi mejilla. — No puedo perderte otra vez.

Mordisquee mi labio inferior y boté un suspiro. — Tengo miedo de aceptar, de volver a creer en ti, de volver a amar y que luego... Uno de los dos lo arruine, o todo se vaya al carajo... ¿Te has dado cuenta que nuestra vida siempre gira en torno a eso, que cada que somos felices sucede algo.

— No lo arruinaré Maggy, te tengo a ti y a Pet, no podría arriesgarme a perderlos de esa manera. — me abracé a él.

—Yo tampoco los quiero lejos de mi lado. No lo soportaría Lucian, esta vez... Yo no soportaría un golpe más. — cerré los ojos sabiendo que era cierto, una traición más, un golpe más ya no me sentía tan fuerte como para seguir de pie después de eso, como para arriesgarme una vez más. Mis inseguridades y temores ahora eran más profundos, siempre que iba a dar un nuevo paso debía pensarlo dos veces o podría tropezarme y caer y esta vez no habría nadie quien pudiera levantarme.

— Ven aquí. — me aprisionó más sobre su cuerpo envolviéndome con sus brazos. — Si pudiera volver al principio, si pudiera conocerte otra vez y se me diera la oportunidad de hacer las cosas de la manera correcta, lo haría sin dudarlo Maggy. — coloqué mis manos en su cuello acariciando su nuca. — Pero no podemos volver el tiempo atrás por lo tanto viviré con esos recuerdos en mi cabeza... Sin embargo, ¿sabes lo que aún me mantiene firme y no me hace rendirme respecto a lo nuestro?

— ¿Qué cosa? — musité con un hilo de voz.

— Que lo que siento por ti, es el amor más puro y sincero que alguna vez creí sentir. Y qué es más fuerte que cualquier adversidad por la que hayamos tenido que pasar. — nuestros labios se juntan una vez más en un beso tierno y conmovedor. — Simplemente aun no entiendo cómo fuiste capaz de envolverme tanto hasta hacerme perder la cabeza.

— ¿Por qué me tratabas mal al principio? — inquirí curiosa recordando nuestros inicios. Él sonrió ante un recuerdo y ladeó la cabeza.

— No sabía cómo comportarme, además de que te habías metido a la boca del lobo... ¡Joder! Me había encargado de mantenerte alejada y luego, verte allí en nuestra escuela fue...

— ¿Enloquecedor?

— También, además debía vivir con el hecho de que te gustaba tu hermano y de que empezaba a sentir celos. Yo no entendía que me sucedía contigo, porque reaccionaba de esa manera, quería cuidarte y a la vez luchaba con lo que sentía por ti.

Recosté un lado de mi rostro sobre su pecho y fijé mi mirada en las burbujas y espuma que sobresalían del agua.

— ¿Qué sucede con Joanne? — cuestioné seria. — ¿Dónde queda ella en todo esto?... Tú ¿Aún la amas, cierto?

Para mi asombro Lucian negó con la cabeza y hundió más su cuerpo. — No Maggy, ya no amo a Joanne. Creí que era imposible, creí que si la amaba a ella ese amor siempre estaría allí pero en algún momento llegué a comprender lo que sucedía con las almas gemelas, significa que estás destinado a alguien y que llegarás a ser feliz con esa persona, más nada te dicta que la amarás siempre, el amor se cultiva, se cuida y se protege, algo que Joanne y yo no hicimos, puede que estuviéramos destinados a una vida juntos, pero el amor que había entre nosotros se fue agotando, y supe que ya no era amor cuando empecé a sentir algo más por otra persona.

Mi mente no dejaba de darle vueltas y pensar en ella y en Dereck. Era lo suficientemente consciente de que ella aún amaba a Lucian, o eso creía, sino, no hubiera luchado tanto por lo que Joanne decía que era suyo.

— Tenía más miedo de perderte a ti, que el hecho de que ella se fuera de mi lado. Mas no te mentiré Margaret, no fingiré que no siento nada por ella, está esa conexión que nos une, que hace que quiera saber de ella, que aún la quiera y que sienta lo mismo... La misma que tienes con Dereck. — endureció su voz al mencionarlo. —Ahora te lo pregunto a ti Margaret ¿Qué sucederá con Dereck?

Apreté mis labios y suspiré apoyándome de él, ¿Que sucedía con Dereck? Ni siquiera yo lo sabía.

— Jamás llegué a amarlo. — Me sinceré. — Pero empecé a sentir cosas por él, lo quería... Y quería que funcionara lo que teníamos pero...

— ¿Pero?

— Pero él se fue, sin fecha de retorno, no me buscó, no volvió a llamarme, no luchó por nada y no supe nada más de él. — respondí con cierta tristeza. — Mi corazón se siente tranquilo, lo que significaba que él también lo estaba.

— Dereck sabe dónde está Joanne. — entrecerré los ojos y giré el rostro en un rápido movimiento.

— ¿Cómo?

— Sé que lo sabe, pero lo negó cuando estuve frente a él. Supe que era ella quien no quería que la encontrara, por eso dejé de buscarla. Confío en que estará bien.

Permanecí unos segundos en silencio tratando de recordar alguna situación que pudiera haberlo delatado. Dereck jamás me lo dijo, no fue capaz de contármelo. Aunque puede que ahora entienda más a que se refería con sus reuniones familiares, y porque siempre tenía algo que hacer. Por mucho que pueda molestar la situación tampoco era un tema que debía incumbirme.

— Si ella vuelve, o si ella quiere que tú...

— Maggy. — colocó su dedo índice sobre mis labios.

— Así ella regrese o Dereck lo haga, nadie hará que me aleje de tu lado. — Eso me tranquilizaba, más no del todo y él lo sabía. Lucian apoyó su frente sobre la mía y besó mi nariz. — Ti amo, amore mio.

— Fuiste tú ¿Cierto? — besé sus labios. — Tú se lo enseñaste a Pet.

— Umm me declaro culpable. — ambos reímos.

(***)

Quizás estaba dejando que todo pasara muy rápido, y es que aunque lo intentara no podía evitarlo. Trataba de no demostrar tanto, pero Lucian rompía con todas mis barreras con absolutamente todo lo que era yo. Los días habían pasado tan rápido, los meses volando, y no recordaba haber sido tan feliz en tan poco tiempo.

Él me hacía feliz, él y Pet llenaban esa felicidad, felicidad que no quería destruir...

Entonces me encontraba aquí, subiendo las escaleras a paso lento y pausado con miedo a lo que estaba por aproximarse, con temor a llegar al cuarto piso.

Las paredes blancas me ahogaban, el olor a medicina también. Llegué hasta el piso encontrándome con muchas mujeres gestando, otras que solo parecían distraídas en sus aparatos electrónicos. Me senté como de costumbre en las sillas negras y esperé a que me llamaran, me distraje mirando los movimientos de mis piernas, que hacían un vaivén sin pisar el suelo.

Mis dedos y uñas golpeteaban la silla haciendo un sonido repetitivo y constante. Fueron varios minutos que pasaron, más de media hora hasta que una enfermera soltó mi nombre en voz alta, ella sonreía y hablaba con amabilidad, mi mente estaba desconectada del resto, yo no la escuchaba sólo quería entrar, y con pesar lo hice.

La carga que sentí al entrar a esta oficina era tan horrible como dolorosa, no quería pasar por esto porque me asustaba que sus palabras fueran las mismas que antes

¿Entonces que hacía aquí?

La respuesta era fácil, mis esperanzas habían resurgido, habían vuelto y con eso mis ganas de formar una familia.

— Margaret. — la doctora Patterson me miró a través de sus lentes. — Me sorprende verte aquí, linda. Ven siéntate.

Asentí y caminé hacia ella sentándome en una silla acolchada blanca, su consultorio era muy espacioso y moderno, con una camilla extensa donde los pacientes se recostaban.

— Lamento haber dejado de venir a mis citas. — ella sonrió de lado y asintió.

— Sin embargo, eso ya no es lo importante. Lo importante es que estás aquí y eso me tranquiliza y alegra. — mis piernas temblaban junto con mis dedos que se movían dispersados.

— Pues a mí no. — le entregué los últimos exámenes que me había hecho.

— Hay alguien ¿Verdad? Solo de esa manera entiendo que quieras continuar con el tratamiento. — mordí mi labio inferior siendo consciente que era verdad.

— Traté de seguirlo pero... no le vi el sentido, no tenía más esperanzas, no quiero más esperanzas falsas. — la mujer me observaba en total silencio, quizás le causaba mucha pena y no era para menos, hasta yo misma sentía lástima de mí.

— Entonces Margaret... ¿A qué has venido? — pasé saliva y apreté los labios, tomé tres respiraciones profundas y regresé mi atención a ella.

— Quiero seguir con el tratamiento, pero antes, necesito que sea sincera conmigo, necesito que me diga la verdad. — Mis labios temblaron y mi vista se humedeció. — Solo quiero saber si algo ha cambiado, quiero saber si en verdad puede haber posibilidades.

Su semblante se volvió triste y agobiante, tomó el sobre y sacó los papeles, leyó cada examen con sumo cuidado, las dudas no se hicieron de esperar, mi corazón martillaba rápido y a la vez el cansancio y la angustia me torturaban.

Después de unos minutos Patterson dejó los papeles sobre la mesa y me dio aquella mirada que ya conocía a la perfección.

—Nada ha cambiado Margaret. — Sentenció, mi corazón se estrujo, mi pecho se oprimió y quise regresar por donde había venido, quería volver el tiempo atrás para no tener que pasar por esto otra vez. — Sigues siendo infértil.



Lamento la demora estuve en finales y apenas se me dio el tiempo para escribir. :( Lo sientooo.

Fue un capítulo agridulce :c ¿Qué opinan?

Atte: D.I

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