Tengo Sed de Ti - II

Af DanitzaIbaez

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¿Sera su amor suficiente para perdonar su traición? Averigualo. Mere

Lucian I
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08 (Maratón 1/3)
Capítulo 09 (Maratón 2/3)
Capítulo 10 (Maraton 3/3)
Lucian II
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Lucian III
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Lucian IV
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Lucian V
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44: Especial Ethan
Capítulo 45
Capítulo 46
Lucian VI - Capítulo Final. (1/2)
Lucian VI- Capítulo Final.(2/2)
¡ESCRITORA EN APUROS!
TENGO SED DE TI - III

Capítulo 26

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Af DanitzaIbaez

Capítulo 26

— ¿Margaret?

La voz del hombre era de total confusión, sonreí satisfecha mientras jugaba con la pequeña navaja de mano, hacía unas marquitas en la madera de la mesa mientras hablaba con voz dura y ronca.

— Debí suponer que reconocerías mi voz a la perfección Dimitri. — se hizo un silencio entre ambas líneas, esto resultaba más divertido de lo que esperaba.

¿Por qué estás llamando del teléfono de mi esposa? — su voz era dura nada titubeante, al contrario, parecía exigirme respuestas.

— Pues ya sabes, como tú no vas a visitarme vine a ver como estabas. — farfullé jugando con la navajas.

Ni se te ocurra...

— Eh, eh la que debe amenazar aquí soy yo. Vamos Dimitri, tranquilo, he venido en son de paz.

— No los metas a ellos Margaret, ellos no tienen idea de a que me dedico ni que tiene que ver contigo.

— Lo supuse. — chasqueé la lengua.

¿Qué quieres?

— Ves, ahora sí nos estamos entendiendo. — Yo no era de las personas que andaban amenazando o cosas por el estilo, pero debía admitir que esto era muy entretenido. — Quiero ver a Black.

— Bien supongo que tu padre también quiere verte pero debiste venir conmigo yo...

No tenía ni la menor idea de quien eras más que un simple loco que me seguía junto a su hijo, necesitaba averiguarlo por mí misma.

—Está bien, lo lamento. Pero debes entender que nosotros no somos los malos, tú estás rodeada de ellos y sin embargo los cuidados como si fuesen tu familia.

Entendí por su respuesta que se refería a los vampiros lo cual me dio a suponer que él podría ser un cazador además de hechicero.

— ¿Dónde lo veré? — fui al grano.

El viernes a las cinco te veré en la calle Rosset está algo alejada de la plaza principal, ve sola. — Pensé que sentiría algo de alivio, sin embargo la opresión en mi pecho hizo acto de presencia.

— Bien.— corté la llamada dejando el teléfono sobre la mesita.

Los ojos de la mujer tenían lágrimas aglomeradas, sentí pesar por ella sabía lo que significaba haber vivido engañada por la persona que querías. Ella se sentó sobre una silla fundada y tapó su rostro con sus manos, sus sollozos se hicieron audibles, me puse de pie acercándome cuidadosamente hacia ella.

— Debí creerle. — balbuceó. — Debí creerle cuando me lo dijo.

— Umm no entiendo.— ella fijo su mirada en mía, sus ojos estaban rojos y húmedos.

— Hace unos días vino un joven, también preguntó por Dimitri y dijo cosas extrañas... No entendía porque lo relacionaba con Black, no entendía porque quería saber dónde se encontraba mi esposo y luego dijo algo como que las cosas suelen ser distintas a lo que nos hacen creer... Y que Dimitri no estaba donde me dijo pero yo... — volvió a romper en llanto.

— ¿Un joven? ¿Qué joven? — interrogué angustiada. ¿Alguien más vino a buscarlo?

— No recuerdo su nombre, era muy alto, de tez muy clara, cabello corto. Era un vampiro, pude ver los destellos rojos dentro de sus ojos verdes pero no parecía ser... — mis pensamientos se desconectaron en cuanto mencionó el color de sus ojos.

No, no otra vez.

Pasé saliva y traté de guardar la calma... ¡¿Qué jodida razón tendría ese imbécil para buscar a mi padre?!

Inhalé paz y exhalé rabia mientras regresaba mi atención a la mujer que tenía en frente.

— ...Luego solo se fue y yo ni siquiera traté de hablar con Dimitir de esto.

— ¿Usted le dijo algo?

— Le dije que mi esposo se encontraba en Verona, pero ahora sé que no es verdad... Y mi hijo, oh dios... — se tapó la boca. — ¿Brad está con él? Brad también está metido en esto.

Sus ojos me imploraron que no fuera así y por el momento supe que ya había hecho mucho. — No lo sé, al único que vi fue a su esposo.

Ella asintió como si se hubiera quitado un peso de encima. Posterior a nuestra conversación yo regresé a la capital tenía muchos asuntos que resolver.

(***)

Continuaba leyendo el libro que me tenía enganchada desde hace un par de días, leer me relajaba y ayudaba a que mi mente estuviera clara y tranquila para lo que sucedería dentro de unas horas y también para soportar el hecho de que cierta vampiresa rubia se estuviera quedando en esta casa desde ayer. Sin embargo, la mirada de cierto vampiro interrumpía mi lectura por lo que cerré el libro llevándolo a mi pecho y entorné los ojos hacia él.

— ¿Qué tanto miras?

— Los ojos están hechos para ver, bella dama. Y tú... Tú eres algo que no me cansaría de admirar así pasen las horas que pasen. — joder, este hombre hacia mi cuerpo gelatina cuando hablaba así, aún no me acostumbraba a sus piropos y palabras profundas.

— Que te digo ¿Poeta? — me burlé poniéndome de pie y soltó una risa ronca.

— En un tiempo me gustó escribir poesía.

— Cursi. — arrugué la nariz y enredé mis brazos alrededor de su cuello.

— Lo era, aunque fue por la influencia de un viejo amigo que empecé a escribir. — torció la boca. Estuve tentaba a preguntar a qué amigo se refería pero me interrumpió rápidamente. — Estás nerviosa. Lees para relajarte.

— A veces olvido que eres mi medio limón.

— ¿Tu medio qué? — negué riendo con fuerza. — No puedo evitar estarlo... Ver a Black, aún no sé si estoy preparada.

— ¿Quieres que te acompañe? — negué.

— Debo hacer esto sola Dereck.

— Vale. — suspiró con desgano y pasó una mano por su cabello crecido.

— También puedo sentir tu angustia. — le recordé mirándolo, él me observó por largos segundos y luego enterró su rostro en mi cuello causando cosquillas.

— Lo sé.

— ¿No me dirás qué te pasa? —enarqué una ceja, quería saber que le atormentaba, por qué Dereck se encontraba así.

— Asuntos... Familiares. — supuse que se refería a Joanne, a su desaparición y el que hubieran muchos vampiros buscándola como si fuera una prófuga de la justicia o algo parecido. — Además... Intentaron atacar a Nina. — me hice hacia atrás y abrí muy grande los ojos.

— ¿Nina? ¿Por eso ha estado quedándose aquí? — Asintió, no podía negar que el hecho de tener a Nina en esta casa era molesto, pero afortunadamente no me la cruzaba por lo que problemas no me causaba, la que andaba cabreada todo el tiempo era Bee, sus celos prácticamente desbordaban por todos sus poros.

— Me siento culpable.

— ¿Por qué? — pregunté casi a la defensiva y crucé mis brazos sobre mi pecho.

— El día en que ella... Nos interrumpió. — el rubor rápidamente se extendió por mis mejillas recordando aquel instante... Sí, el calor aumentó colándose por mi sistema, giré mi rostro. — Vino a pedir asilo en mi casa, dijo que se sentía observada y que no se sentía segura donde estuvo viviendo. Yo estaba molesto por lo sucedido, y eso influenció a que le dijera que no, a que me negara a tenerla aquí... No debí habérselo negado.

— No fue tu culpa Dereck, si la tenían en la mira tarde o temprano la iban a atacar. — él cerró los ojos y frunció el ceño, nada de lo que le dijera apaciguaría la culpa que sentía dentro.

— Yo, Lorenzo, Nina... ¿Quién seguirá? — no quería saber la respuesta de eso, no quería. — Conozco a Nina, sé qué no es mala aunque si un poco intensa, prometió no causar problemas en la casa y me alegra que lo esté cumpliendo. Además sé que está asustada.

— Lo entiendo. — sinceramente no sabía que responder al respecto, la molestia en él era evidente, de alguna u otra manera querían lastimar a los vampiros más importantes que existían, y hasta ahora no lo habían logrado, él no tener respuestas y no saber quién estaba detrás de esto ponía a todos mucho más alarmados a la espera de cualquier cosa. — Debo irme no quiero llegar tarde.

Él asintió y besó mis labios con brevemente, elevé las comisuras de mis labios en una sonrisa y suspiré, caminé con pesar y salí de la biblioteca.

Aunque quizás debería regresar.

Si... Regresa Maggy regresa...

¡Oh Dios, que están viendo mis ojos! ¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo! — grité tapando mi vista con rapidez intentando borrar la imagen de Daniel y Bee besándome de forma efusiva y apasionada mientras su mano se perdía en el dobladillo de la falda de mi amiga.

— Mierda. — escuché decir a Dan.

Con terror quité mis manos contemplando a los dos criminales, la pequeña tenía el cabello revuelto, mejillas sonrosadas y mordía su labio tratando de ocultar su vergüenza, por otro lado Daniel también tenía el cabello revuelto y los labios muy hinchados.

— ¡No es lo que parece!

Por dios esa era la excusa más estúpida que podrían darme.

— Si claro, solo estabas asegurándote de que a Bee no le dé un calambre vaginal.

— ¡Magga! — chilló Emma y Daniel no pudo evitar reír.

— Joder, váyanse a un maldito cuarto o a un hotel par de calenturientos. — gruñí con fuerza, detrás escuché la puerta abriéndose, oí la risa ronca de Dereck resonar en todo el pasillo.

— No seas tan cruel con ellos Margaret. — Dereck enrollo su brazo alrededor de mi cintura. — Cuando dos cuerpos se atraen a veces no se puede evitar que intenten quitarse la ropa. — susurró en mi oíd, jadeé sin poder evitarlo.

— Estoy aquí imbécil. — gruñó Dan.

— Si y yo estaba del otro lado escuchando como alguien hacía sonidos extraños.

—Oh bueno, basta. Se supone que tú irías a ver a tu padre.

— Lo sé... Y en eso estaba. — titubeo. — Y en eso estoy pero... antes debo contarle un chiste a Daniel.

— ¿Un chiste? — inquirió él frunciendo el ceño.

— Si un chiste... ¿Recuerdas el chiste del hilo en la aguja? te lo cuento arriba. — tiró de su brazo.

— Ah...oh... el chiste del hilo en la aguja... — Dan trastabillo mientras era arrastrado hacia las escaleras, los vi marcharse entre risas y coqueteos.

A pesar de lo incómoda que podría sentirme por ciertos aspectos sobre esos dos, notaba que se querían y eran felices, creo que nunca había visto a Dan y a Bee tan felices como los veo justo ahora.

— Se quieren, realmente lo hacen. — dijo Dereck en voz baja.

— Lo sé. — suspiré.

(***)

Me detuve en la plazuela frente a la calle Rosset, había pocas personas pero todos transitaban con tranquilidad por aquí, la cantidad de cafés y pequeñas mesitas afuera era notoria. No estaba muy alejada de la ciudad ni de los grandes edificios, desde aquí podía ver el pent-house de Ethan, lo que me hacía recordar nuestro infortunado encuentro. Aún no me entraba en la cabeza su reacción aquella tarde, fue un Ethan completamente desconocido para mí, muy diferente a como suele mostrarse.

Apoyé por inercia mi mano sobre la banca y entonces me percate que había un pequeño estuche con una navaja allí dentro, la tomé entre mis manos y miré alrededor, ¿Cómo diablos había llegado esto aquí? Cuando me senté no había absolutamente nada.

Estaba desarmada, extraña y estúpidamente había decidido venir sin armas y el hecho de que un arma blanca apareciera de la nada solo me advertía que tuviera cuidado, la tomé y oculté bajo mi camisa cuidando de no lastimarme.

— Margaret. — me estremecí al percibir la voz de un hombre, giré mi rostro encontrándome con Dimitri quien minutos después se sentó a mi lado.

— Hola. — entorné los ojos dándome cuenta que estaba solo, busqué alrededor como si por obra del destino mi padre aparecería pero pronto fui cayendo en la cuenta de que no lo haría. — ¿Dónde está Black?

— No está. — apreté los dientes.

— ¿Cómo que no está? Quedamos en algo.— endilgué.

— Al igual que te pedí que no involucraras a mi familia pero me doy cuenta que los dos hicimos caso omiso a nuestras restricciones. — ladeó la cabeza y miró con fijeza la calle que teníamos en frente.

— Bien supongo que no tengo nada que hacer aquí. — me puse de pie mas no me dejó marchar, tomó mi muñeca tirando de ella para que volviera a sentarme.

— No tan rápido. — expuso. — Verás a tu padre. Pero no hoy. Él está en Verona, tiene asuntos que resolver y aún no sé cuándo pueda volver.

— ¿Debo sacar cita? — inquirí con burla.

— Lo que quiero decir es que te llamaré en cuanto él regresé, así podrán hablar. — la idea no me gustaba del todo sin embargo no veía otra solución.

— ¿Me llamaras? ¿Cómo diablos sé que me estás diciendo la verdad?

— Debes aprender a confiar. — torcí la boca, eso era algo que lo veía muy difícil.

A veces parecía irreal que el hombre que tenía en frente fuera el mismo vagabundo al que le di mi polera para que se cubriera del frío, a quien vi borracho saliendo de un bar y que luego estuviera aquí sentado junto a mi aceptando que me estuvo siguiendo por mucho tiempo.

— Es difícil.

— Lo se Margaret. — contestó, de pronto tenía muchas preguntas que hacerle, muchas de las que necesitaba respuestas urgente.

— ¿Dónde estuviste cuando intentaron matarme y a Daniel? — sus ojos chocaron con los míos. — Giafhar lo iba hacer, él me iba a matar.

— Sufro de alcoholismo. — masculló. — O lo sufría. Pensé que era un simple viaje de estudios no tenía idea de los planes que tenías sino hubiera ido por ti.

— Jamás me advertiste de los Hunter. — pasé saliva mordiendo con fuerza mi labio e intentando que mi voz se quebrara. — Jamás me advertiste de él.

—Tu padre quería saber hasta dónde llegarían, nos había costado trabajo encontrarte y cuando lo hicimos tú y Hunter ya estaban juntos, no podía hacer nada.

— Si podías. — susurré. — Mi supuesto padre podía. No tiene lógica, nada de esto lo tiene ¿Dónde estuvo? ¿Por qué ahora? ¿Qué es lo quiere?

— Lo siento, no soy yo quién debe responder. — se puso de pie.— Ya tengo tu número, no te preocupes.

Estreche mis nudillos contra mis ojos quitando ese picor en ellos y me levanté dispuesta a marcharme.

— Bien. — respondí cortante viéndolo caminar, de pronto se detuvo y me miró de reojo.

— Por cierto, dile que deje de seguirme. No va a conseguir nada. — fruncí el ceño sin comprender sus palabras.

Lo vi alejarse hasta perderse entre la gente, pasé saliva y por alguna extraña razón caminé hacia la calle Rosset. No era muy angosta, solo lo suficientemente desolada y con algunas columnas que te permitían pasar desapercibido.

Me detuve en seco cuando lo vi salir desde la oscuridad que más parecía la nada, parecía sereno apoyándose de la pared de concreto y ladeando su rostro hacia mí. El disparo que dio mi corazón fue brusco, la boca se me seco pidiendo algo de agua para humedecerla y la bilis pronto llego a mi garganta.

— Yo creo... que si puedo conseguir muchas cosas. — mordió su labio inferior y luego hizo una línea fina con su boca.

¿Dónde había dejado mi voz? ¿Dónde estaban las jodidas palabras?

Cerré los ojos parpadeando repetidas veces, el sudor en mis manos, el temblor en mis piernas y el cosquilleo en el estómago. Yo tenía que salir de aquí, yo le rogaba a mis piernas porque dejarán de enterrarse sobre el suelo.

— Hola Maggy. — su voz hizo eco en mi cabeza, me obligué a no mirarlo.

Si no miras no duele... Pero si dolía, dolía y jodía tanto.

— Yo... Tú... — hola voz, qué bueno que te dignaste a volver.

Vi una breve sonrisa en el rostro de Lucian, sonrisa que no le llegó a los ojos, a diferencia de muchas otra veces, no tenía ganas de gritarle y golpearlo, solo quería huir y alejarme lo más posible de él.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — Regresé a mi compostura y me crucé de brazos.

— Lo mismo que tú estás haciendo aquí. — entorné los ojos.

— ¿Y que se supone que yo estoy haciendo aquí? — esto era algún tipo de juego de palabras.

— No lo sé Maggy, que supones tú que estás haciendo aquí.

— ¡No juegues conmigo idiota!

— No lo estoy haciendo. — levantó sus manos al aire.

— No se supone que estarías en alguna otra parte del mundo menos aquí. — apreté los dientes con fuerza tensando mi mandíbula.

— Se supone. — dio un paso al frente y yo retrocedí. — Pero la chica con quién se supone yo me iría... me plantó. — un retortijón en el estómago. — Y heme aquí.

— Pues bien por ti. — di media vuelta y aceleré el paso.

Mi cuerpo se fue hacia atrás cuando apareció enfrente de mí. Trastabillé pero sus manos lograron sostenerme antes de que cayera, llevando una a mi cabeza y la otra a mi cintura, mi respiración era acelerada, mis latidos frenéticos y mis ojos se mantenían muy abiertos y asustadizos. Lucian tragó saliva deteniendo su mirada fija en mis labios, cuando se dio cuenta de la incómoda posición enderezó mi cuerpo y yo me aleje de él como si fuese la peste.

— Antes tengo que hablar contigo.

— Yo no Lucian... Y... Y basta, debo irme. — traté de avanzar pero se interpuso. — No hagas esto no ahora. — pedí casi en un ruego.

— Solo quiero...

— Estoy con Dereck. — casi grité y ni siquiera entendí porque lo dije. Él abrió y cerró la boca, vi cierta decepción en aquel rostro afligido, aquel verde parecía opaco y tristón y una parte de mí, la idiota, quiso retractarse.

— ¿Quieres que te felicite? — tensó su mandíbula, irguió su espalda y me observó con su semblante serio y frío, había tomado una postura distinta recordando al Lucian que conocí al principio, al amargado, oscuro y que solía asustarme. — pues bien, felicidades, sin embargo, no es de eso de lo que quería hablar.

— ¿No? — balbuceé, estaba hipnotizada y atemorizada, odiaba esa mirada, esa de no me importa nadie... Es de no me importas tú. Casi había olvidado al patán y terrorífico vampiro, que solía asustar a la gente, a aquel vampiro con quién nadie se juntaba y a quien todos le tenían tanto respeto.

— No Margaret. — pasé saliva, Lucian dio otro paso hacia mí y luego apoyó su brazo sobre la pared dejando mi espalda en contra de esta. — Estoy buscando a Black.

— ¿Por qué?

— Porque también tengo asuntos que resolver con él. — se acercó un poco más. ¿Por qué estaba tan intimidada? No era está la primera vez que lo enfrentaba, ¿por qué de pronto yo reaccionaba así? — El que esté vivo cambian muchas cosas.

— ¿Qué tipo de cosas?

— Cosas. — me cortó. — Tú me llevarás con él.

— Ni en tus jodidos sueños yo voy...

— Sí, lo harás. — levantó la voz sobre la mía.

— ¿Esa es tu manera de acercarte? Esa será tu excusa. — Espeté con molestia empujándolo del pecho pero él ni se inmutó.

— Piensa lo que quieras, pero me llevarás con él.

— ¡¿Que piense lo que quiera?! — vociferé golpeando su pecho. — Tienes que detenerte Lucian, tienes que salir de mi vida de una jodida vez.

— ¡¿Y qué crees que estoy haciendo?! — apegó su cuerpo al mio y casi me quedo sin aire. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal, mis dientes tiritaban y mis ojos trataban de ignorar la cercanía de su rostro, el color rosáceo de sus labios. Me obligué a no inhalar su aroma que prácticamente se impregnaba en mi por donde fuera, su cuerpo era el doble que el mío y sus brazos se mantenían tensos a la altura de mi rostro. — He tratado de que tú no estuvieras metida en esto, pero culpa al jodido destino por siempre reunirte conmigo. No soy yo joder, no soy yo el que planeo volver a verte. — cerró sus ojos dando un golpe a la pared.

— Pero estás aquí...

— Porque tú estás aquí. — contestó. — Eres tú la que me atrae a ti, eres tú Maggy. — sus labios temblaron y pasó su lengua por su labio inferior humedeciéndolo, hice lo mismo por acto reflejo y pasé saliva. — Dime algo... Él... Él te hace feliz ¿verdad?

No supe que responder, no en realidad si sabía. La respuesta era simple y concisa, SÍ.

Pero no pude decírselo, no podía mirarlo y afirmarle lo que ya era obvio.

— Supongo que así debió ser siempre. — musitó con pena.

— Así debió ser. — afirmé con el calor invadiendo mi cuerpo.

Su mano se levantó a la altura de mi rostro y cerré los ojos cuando su índice trazo una línea por mi mejilla, siguiendo el rastro por mis labios, bajando por mi mentón y luego por mi cuello.

— Eres tan hermosa. — abrí los ojos al oírlo. — Y yo tan idiota por perderte.

— Lucian.

— Pero está vez decidiste tú, y yo no pienso interponerme más. — No debió doler, sus palabras no debieron causar ningún efecto negativo en mí. Pero lo hicieron, el malestar se hizo evidente y el nudo en el pecho aún más fuerte. — Te amo, sabes. — susurró en mi oído. — Y joder, nunca me voy a cansar de repetírtelo.

— No soy yo a quien debes decírselo. — traté de moverme pero él lo evitó.

— Puedo repetírtelo cuantas veces quiera y nunca se sentirá incorrecto. — bajé la mirada y cerré mis manos en puño. — Tu respiración acelerada lo confirma, el que lamas tus labios también y el latir de tu corazón... — presionó su dedo en el lado izquierdo de mi pecho. Su boca se acercó a mí oído y yo presione mis ojos con fuerzas como si eso hiciera que sus palabras no me afectarán. — El que estés con él no significa nada Maggy... Porque aunque quieras negarlo, siempre, siempre vas a ser mía y yo voy a ser tuyo.

Se alejó de mí y recién pude tomar algo de oxígeno, mis piernas flaqueaban, mi respiración era irregular y mi cordura estaba por el suelo.

— Puedes decir lo que quieras pero ya se acabó Lucian, se acabó.

— Lo sé. — contestó. — Pero tranquila, no pienso utilizar el asunto con Black para otra cosa, yo solo quiero...

Su móvil empezó a sonar, me removí incómoda sin saber que más decir, lo vi responder y darse la vuelta, era mi momento de escapar, ya había tenido suficiente de Lucian Hunter por hoy, no necesitaba de nada más ni de más momentos incómodos y cercanos.

Salí de la calle pero hice lentos mis pasos cuando su extraña conversación telefónica me dejó brevemente consternada.

— Dime ¿Donde... Dónde está? — su voz denotaba miedo y sus ojos rápidamente buscaron los míos, Lucian estaba aterrorizado, había palidecido y de pronto era como verlo derrumbarse de apoco — No yo... Si... Está bien.

Cortó la llamada, estaba tentada a irme y dejarlo solo, empero su actitud era completamente distinta, agachó la cabeza y apretó el móvil hasta romperlo.

— ¿Qué pasa? — levantó su rostro, algo se rompió en mi interior cuando noté sus ojos cristalinos. Lucian vino hacia mí y me estrujó con fuerza como si de lo único que pudiera sostenerse fuera de mí.

— Ethan... Está muriendo.

(***)

Subí las escaleras corriendo mientras Lucian entraba a la clínica a su propia velocidad, estaba completamente fuera de sí, aterrorizado por perder a su hermano... Al único que le quedaba, y yo estaría igual, yo estuve igual.

Lo sigo mientras lo veo gritarle a una enfermera que trata de buscar la información necesaria.

— Hunter, su apellido es ¡Hunter! ¡Mierda, acaso no sabe quién maldita sea somos!

— Lucian basta no conseguirás nada así. — traté de intervenir.

— Si... yo... Lo siento... Pero... Es que... — la chica tartamudeaba petrificada por el temible vampiro que tenía enfrente. — E... Ethan Hunter... Octavo piso.... Emergencias vampíricas... Y...

— ¡Esto es una mierda! — bramó él yendo hacia las escaleras.

— ¡Espera maldición! — no podía ir tan rápido. — Adelantate de daré el alcance.

Subí como pude al ascensor, tenía los vellos de mi piel erizados y los nervios de punta, ni siquiera lo pensé dos veces cuando me subí al auto con un loco al volante, manejando por toda la ciudad hasta llegar a la clínica. Había sido otro ataque, habían lastimado a Ethan y los pronósticos eran horrendos, hasta ahora no teníamos noticias de él más las que le habían dado a Lucian por teléfono.

Llegué al octavo piso y corrí por los pasillos blancos en busca de algún letrero que dijera emergencia, vi la esbelta figura de Lucian y fui tras él a pasos alargados.

— ¡Quiero verlo! — lo escuché gritar. — ¡Es mi hermano debo verlo!

— Señor por favor no puede...

Llegue a la sala viendo a Lucian tratando de atravesar una puerta gigantesca donde decía emergencias. Dos guardias que parecían el doble de él lo detenían.

— Magga. — voltee mi cuerpo percatándome que se trataba de Bee quien tenía los ojos llenos de lágrimas, ella vino hacia mí y me abrazó rompiéndose a llorar.

Estaba consternada, detrás de ella se encontraban Daniel, Enzo y Nina quienes parecían sorprendidos de verme y se encontraban igual de angustiados que todos. Bee se separó de mí y observó a Lucian quien seguía discutiendo con la mujer.

— Por favor debe entender que están en un procedimiento importante, tiene muchas balas de plata incrustadas y pequeñas partículas de plata han perforado su corazón. Están haciendo todo lo posible pero debe entender que no puede hacer esto.

Tome la mano de Lucian tirando de él hacia atrás. — Está bien, él lo entenderá. — musité a la mujer y ella asintió entrando a la sala.

— Él... Él no puede morir. — mi pecho se estrujó cuándo sus ojos inyectados en sangre dejaron caer una lastimera lágrima.

— No lo hará. — Yo no era buena en esto, no era buena ni siquiera para consolarme.— Verás que saldrá de esta. — apreté su mano entrelazada a la mía y limpié aquella solitaria lágrima.

— No te vayas. — me abrazó con fuerza envolviéndome entre sus brazos a lo que no pude negarme, me aferre a sus brazos y acaricié su espalda.

— No lo haré. — susurré.

Sobé su espalda intentando calmarlo, lo cual era difícil cuando su sola presencia hacía estragos en mi piel. A pesar de todo, no odiaba a Ethan y no deseaba su muerte, no lo hacía, ver a Lucian tan quebrado en algún momento se hubiera sentido como un gozo interno, me hubiera sentido satisfecha de verlo en ese estado... pero ahora, no aguantaba ese hecho.

— Supongo que un abrazo por lástima no debería afectarme. — Me sentí congelar en el instante en que aquella voz resonó en toda la sala de espera. Por acto reflejo Lucian y yo nos separamos encontrándonos con el rostro endurecido de Dereck.

— Supongo que sabrás que quiero romperte la cara en este mismo instante imbécil. — espetó Lucian dando un paso al frente y por instinto lo detuve.

— Aléjate de ella.

No ahora...no ahora joder.

— Dereck. — pedí mirándolo.

— ¿Y si no lo hago qué? — lo provocó.

— Lucian. — imploré.

Fortsæt med at læse

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