Tengo Sed de Ti - II

By DanitzaIbaez

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¿Sera su amor suficiente para perdonar su traición? Averigualo. More

Lucian I
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08 (Maratón 1/3)
Capítulo 09 (Maratón 2/3)
Capítulo 10 (Maraton 3/3)
Lucian II
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Lucian III
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Lucian IV
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Lucian V
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44: Especial Ethan
Capítulo 45
Capítulo 46
Lucian VI - Capítulo Final. (1/2)
Lucian VI- Capítulo Final.(2/2)
¡ESCRITORA EN APUROS!
TENGO SED DE TI - III

Capítulo 15

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By DanitzaIbaez



Capítulo 15

Los latidos de mi corazón eran tan rápidos que parecía que en cualquier momento este se saldría de mi pecho y yo simplemente caería sobre el suelo. Mis ojos se abrieron como platos mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo.

— Shhh... No digas nada Maggy. — sus palabras hicieron que un escalofrío me recorriera la espina dorsal, mis mejillas se sonrojaron y sin pensarlo tomé su brazo, abrí mi boca y clavé mis dientes en el dorso de su mano haciendo una presión tan fuerte que logré liberarme de su agarre. — Mierda. — balbuceó jadeando y doblegándose.

Retrocedí instintivamente mirándolo a los ojos, mis piernas temblaban sin entender cómo diablos esto era posible. Mi única arma la tenía él mientras abría y cerraba su mano derecha para que el dolor de mi mordida pasara quejándose en silencio.

Mi mente trataba de trabajar rápido, más yo seguía sumida en la conmoción del momento y el verlo después de tanto tiempo solo aumentaba mi paranoia. Los ojos de Lucian hicieron contacto conmigo, tragué saliva cuando lo vi enfurecer, como si no solo mi mordida lo hubiese fastidiado si no que algo más.

— ¿¡Qué mierda pretendes!? — chillé histérica. Él observó a ambos lados del callejón.

— Tenemos que irnos. —Su voz era ronca y directa. Se acercó a mí pero volví a retroceder.

— Estás demente si crees que iré contigo a alguna parte. — lo escuché maldecir por lo bajo y volvió a mirar por el lado por donde había venido.

— Maggy en serio, ahora no es momento para discutir debemos irnos. — una vez más trato de tomar mi mano pero me alejé lo más rápido que pude y en un hábil movimiento logré quitarle la navaja.

Lucian parecía frustrado, alarmado y a la vez sus ojos me mostraban lo expectante que se sentía por volver a verme, yo sin embargo, no podía procesar del todo el hecho de que él estuviera aquí y que ha estado siguiéndome.

— No te atrevas a dar un paso más. — lo amenacé y rápidamente busqué con la mirada mi bolso que se encontraba tirado justo detrás del camión a unos metros de distancia de nosotros. Lucian apretó sus dientes, y noté que su nerviosismo no era exactamente por mi sino por algo más.

— Debemos irnos. — volvió a mascullar y yo sujete con más fuerza mi navaja.

— Ni lo pienses, yo no iré... — las palabras se quedaron en el aire cuando de un movimiento inesperado su cuerpo vino hacia el mío y me hizo girar quedando atrapada entre sus brazos, mi espalda contra su pecho, su antebrazo por la altura de mis hombros y su mano izquierda cogiendo la mía para quitarme la navaja.

— No lo volveré a repetir. — su cuerpo se acercó más al mío y pude sentir cierta presión justo en la parte baja de mi espalda haciendo que mis piernas temblaran. — Nos vamos. — ordenó.

Y eso fue suficiente para que mi paciencia explotara. Me balancee hacia adelante trayendo al él conmigo quien no vio venir mi movimiento y lo deje caer al suelo con su espalda chocando contra el duro concreto, cogí su brazo que sostenía el mío y la palma de mi mano se estrelló contra su pecho. Rápidamente me subí en su encima, mi rodilla presionó su estómago mientras colocaba la navaja a la altura de su cuello.

— Dime ¿¡Qué diablos hacías siguiéndome!? — El pecho de Lucian subía y bajaba, sus ojos se oscurecieron al ver la posición en la que nos encontrábamos, y me sobresalté cuando su mano se posó sobre mi muslo distrayéndome por su tacto.

— Debes entender algo. — susurró con voz melodiosa, de pronto en un pestañeo ambas posiciones cambiaron y ahora me encontraba yo debajo de su cuerpo y él sobre el mío, reteniendo mis brazos a la altura de mi cabeza y aprisionándome con su cuerpo. — No era yo quien te estaba siguiendo. — logró decir, como pude comencé a patalear tratando de levantar su cuerpo por sobre el mío, pero él era pesado. Joder, parecía mucho más grande y más fuerte yo.

— ¡Suéltame imbécil! ¡Suéltame! — logré zafar una de mis manos y como pude lo abofetee pero él volvió a tomarla. Su rostro se tornó de una tonalidad carmesí y vi aparecer aquel atisbo rojo en sus iris.

Por lo menos lo había hecho enojar.

¡Joder! ¡No entiendes que te estoy protegiendo! —vociferó sobre mi rostro.

— ¡Y tú no entiendes que yo no quiero tu mierda de protección! — Me sentía tan impotente de no poder hacer nada, quería golpearlo, quería clavarle la maldita navaja en el cuello, y luego ir por mis dagas y hacer lo mismo. — ¡Déjame Lucian, déjame! — grité como si mi vida dependiera de ello. — ¡Ayuda! — comencé a patalear con más fuerza.

— Margaret— llevó ambas manos a la cima de mi cabeza y con solo una de las suyas las tomó. Luego su mano derecha se posó sobre mi boca callándome. — Por favor, solo has esto por esta vez.

Yo comencé a negar mientras seguía moviéndome por debajo de su cuerpo cuando en el momento más inesperado su cuerpo fue empujado con brusquedad haciendo que yo fuera liberada. Parpadee repetidas veces viendo a Lucian tirado al haber sido embestido por un hombre encapuchado. Lucian se quejó pero al instante se puso de pie, gatee sobre el suelo hasta retroceder y como si fuese en cámara lenta vi a Lucian correr hacia el hombre hasta estamparlo contra la pared de ladrillos.

— ¡Dime quién eres! — gritó Lucian fuera de sí y yo no podía hacer nada. Estaba tan sorprendida que no podía decir ni hacer absolutamente. — ¿¡Por qué la estabas siguiendo!? — él le quito la capucha dejando a la vista a un hombre descuidado, con barba crecida y soltando un quejido por el golpe.

Sus ojos azules hicieron un rápido contacto con los míos y no pude evitar sentir que ya lo había visto antes. ¿Pero dónde?

— ¡Deja de mirarla y dime quién eres! — exigió Lucian una vez más.

El hombre apretó con tanta fuerza sus dientes que vi como su mandíbula se tensaba, noté el movimiento lento y disimulado de su mano hacia su bolsillo trasero, y me levanté velozmente alarmada por que lo que sacará fuese un arma. Pero en cambio lo que hizo me dejó estupefacta, un simple polvo yacía en la palma de su mano, Lucian frunció el ceño y cuando quiso decir algo, el hombre simplemente soplo hacia su cara.

Lucian retrocedió mareado, el verde de sus ojos se perdió en cuanto sus párpados se cerraron y pronto su cuerpo cayó al suelo. Aquel desconocido me miró una última más y luego salió corriendo.

Me quedé helada y desconcertada en mi sitio que para cuando reaccioné ya era tarde, había desaparecido de mi punto de visión. Tragué saliva al ver a Lucian en el suelo, no se movía, sus ojos se mantenían cerrados y su rostro se encontraba de lado.

— No...no...no... — dije con voz temblorosa acercándome a él y colocándome de cuclillas. — Lucian.

(***)

Había pasado media hora, media hora mirando su cuerpo en el suelo y él simplemente no despertaba. Comenzaba a oscurecer la tarde iba cayendo y yo no podía controlar la angustia que me mataba. Mi espalda seguía apoyada contra la pared y es que ni siquiera me había acercado para tocarlo o moverlo, me encontraba en ese trance de estupidez en el cual solo te quedas inmóvil mirando lo que sucedía frente a tus narices aunque en mi caso era nada... No sucedía nada. Moví mi pie con impaciencia, no podía quedarme allí, no podía no hacer nada y simplemente mirarlo.

Caminé con temor algo receptiva, mi pie se acercó a su brazo e hice un leve empujón a este. ¡Joder como podría saber si estaba vivo o no cuando su corazón ni siquiera latía y mucho menos sentía sus pulsaciones! No sabía cómo era el extraño organismo de un vampiro, cómo sin tener el funcionamiento de un humano podían tener bebés, cómo es que a Bee no le venía la regla sin embargo cada mes se volvía histérica y tenía todos los síntomas de la menstruación, cómo diablos un vampiro podría sentir cada emoción a través de su pecho o como fingían respirar y dormir como si estuviesen cansados aunque nunca lo hacían. Todo era un enigma. Uno que no podría resolver nunca.

— Lucian. — musité empujándolo con el pie. — Ya despierta. No es gracioso estoy aquí más de media hora. — balbuceé con molestia.

Él no se movía, seguía allí y mi mente solo maquinaba como lo podría sacar de este callejón sin salida del cual me había rehusado a moverme.

— Levántate idiota. — Está vez si lo pateé, puede que me estaba aprovechando de la situación un poco. — ¡Que te levantes imbécil vampiro troglodita! — O quizás mucho. Exhalé frustrada y me puse de cuclillas para mover sus hombros con mis manos. — Despierta joder, deja de ser mi jodido grano en el culo y por una vez has más simples las cosas. — Volví a zarandearlo. — Des...— mi mano se estampó contra su mejilla. — Pier... — hice lo mismo con su otro cachete. — Ta...

Al ver que no reaccionaba solo me puse de pie y comencé a caminar en círculos mientras me cogía de la cabeza y negaba en mi lugar.

— ¿¡Por qué diablos eres así imbécil!? ¿¡Por qué siempre tienes que complicar todo!? ¡Maldición! — pateé la pared golpeando torpemente mi pie y coloqué ambas palmas sobre los ladrillos cerrando mis ojos del cansancio. — No puedes morir, aunque hipotéticamente ya estás muerto. No puedes morir no así de fácil con un polvito de hadas mágicas. Debes levantarte — grité. — debes levantarte para así poder molerte a golpes con mis propios puños. Aún no te he golpeado lo suficiente, aún no te he dado tu merecido por todo el daño que has causado en mí. Así que no, me rehusó a que terminen con tu patética vida de esa forma. — para cuando terminé de dar mi discurso, mi respiración era agitada. Miré hacia él pero aún no había respuesta en lo absoluto.

Comenzaba a creer que en verdad se había ido, y era lo que más me enfermaba. Lucian merecía una muerte dolorosa no un estúpido desmayo y un dolor de espalda. Me llené de coraje al ver que no podía hacer nada y comencé a gritar mirando al cielo.

— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! — repetí tantas veces como podía. Solté un bufido y un suspiro lleno de exasperación luego caminé hacia él con los brazos en jarra. — ¿Sabes qué?... Se acabó, ni siquiera entiendo que sigo aquí esperando porque despiertes. Si estás muerto bien, no me afecta en lo absoluto... No... si... Si me afecta, se supone que debía yo quien lo hiciera no un maldito desconocido, y por lo que veo no estás muy dispuesto a levantarte como un maldito zombi, así que púdrete Lucian... Eres un... Un... Un infeliz — apreté con fuerza mis labios. — No mereces ni el tiempo que me he tomado en esperar por ti.

Parpadee un par de veces al sentir esa picazón en los ojos y fui tras mi bolso con armas, lo mejor era dejarlo allí. Alguien lo encontraría y él por fin saldría de mi vida, me puse de pie y busqué la salida pero antes de huir un quejido me hizo estremecer de pies a cabeza, solté el bolso al suelo y me giré para observarlo.

Una mano se dirigió a su cabeza mientras cerraba sus ojos con fuerza. Con extrañeza caminé hasta que pude hacerme notar, él se sentó y levantó sus párpados caídos, sus ojos verdes miraron desorientados el lugar hasta recaer sobre mí y entonces estos se abrieron gigantescos y asombrados de verme.

— ¿Maggy? — No, la momia Juanita. Me mordí la lengua para no responderle y solo crucé mis brazos.

— Levántate está anocheciendo y tú y ese demente me han hecho perder demasiado tiempo. — escupí con molestia. Él continuaba parpadeando mirando el lugar como si no lo creyera, estoy tentada a preguntarle si se siente bien o si necesita ayuda, pero mi orgullo me lo impide, no puedo dar el brazo a torcer y si justo ahora no estoy en su encima golpeándolo es por lo desorientado que se encuentra.

Caminé hacia el gigantesco bolso y empecé la marcha para escapar de este sitio pero escucharlo hizo que me detuviera una vez más.

— ¿Qué hago acá? — fruncí el ceño y me di la vuelta para encararlo.

— ¿Que qué haces acá? Pues no lo sé imbécil, eso deberías responderlo tú, porque hasta ahora no entiendo como dos idiotas pudieron estar siguiéndome todo el tiempo. — sentía que mi sangre comenzaba a arder, estaba perdiendo los papeles pero no era muy difícil teniéndolo a él tan cerca.

—No... Maggy, hablo en serio ¿No sé qué hago aquí? ¿Cómo llegue aquí? — ya podía sentir la arruga gigantesca que me saldría en la frente de tanto fruncir el ceño.

— Estás delirando. El polvo de ese hombre de pegó fuerte.

— ¿Qué polvo? ¿Qué hombre?— se puso de pie y miró a su alrededor. — ¿Dónde estamos?

— No juegues.

— No lo hago. — aclaró y volvió a cerrar los ojos. — Estoy confundido.

— Te borraron la memoria. — balbuceé absorta en una lluvia de ideas de lo que estaba pasando.

— Así parece.

(****)

— Esto es una idea errónea. —mascullé con molestia. Lucian seguía enfundado en intentar recordar que diablos había pasado. — Me largo. — intenté coger la manija para abrir la puerta del auto pero él me detuvo.

— No hagas esto peor Maggy. — hizo que volviera a sentarme mientras el taxista nos miraba con diversión.

— Que me miras idiota. — Le dije al hombre, su semblante se volvió serio y yo bufé exasperada. — Para que sepas yo no hago esto peor, yo no soy a quien le borraron la jodida memoria, ni siquiera sé porque mierda te he hecho caso.

— Puedes dejar de decir malas palabras en cada oración que dices. — entrecerré los ojos y me solté de su agarre.

— Vete a la mierda.

Sí, todo mi autocontrol y pasividad se habían ido directo al tacho después de perder los papeles con Lucian y que él intentase persuadirme para que yo le hiciera recordar, sin embargo, su necedad hizo que ahora estemos donde estamos, que fuéramos directo a la casa de Enzo.

— No entiendo porque tienes que meterlo, no es su problema es el tuyo. Arregla tus problemas de vampiros. — contesté.

— ¡Dios santo! En serio solo por lo que resta del viaje puedes dejar de odiarme y ayudarme con esto.

— Me pides algo imposible. — balbucee entre dientes mirando por la ventanilla del auto, lo oigo soltar un suspiro, su aroma se ha impregnado en cada centímetro de mi cuerpo como si fuese un gas toxico del que no puedo escapar, tenerlo tan cerca es exasperante y peligroso, quiero lastimarlo y a la vez alejarlo lo más que pueda.

El auto se detuvo delante de la gigantesca y hermosa casa de lujo de Lorenzo Anniball. Tomé un fuerte bocanada de aire, Lucian le pagó al taxista antes de que este pudiera decir algo más. Ambos bajamos del auto, golpee la puerta con más fuerza de la debida, tirando de mi bolso y me crucé de brazos lanzándole una mirada asesina.

— Explícame porque teníamos que venir con Enzo cuando fácilmente pudiste acudir a Ethan. Quien por si lo has olvidado, es tu hermano y tiene el jodido poder de borrarte la memoria.

— No he olvidado que es mi hermano Margaret y por supuesto que sé de su poder, pero según lo que me dijiste no creo que haya sido un vampiro, lo más posible es que fue un hechicero. — caminamos por el puente de vidrio que me hace temblar con disimulo. La casa-mansión de Enzo es simplemente maravillosa, por más de que no es la primera vez que vengo no puedo dejar de apreciarla, las luces empotradas le dan un toque cálido y moderno en esta noche oscura acompañando a lo largo de la piscina. — Sé que Enzo sabe más de estas cosas que cualquiera.

Decido no contestarle, aunque no parezca estoy cansada, no solo de pelear sino más bien cansada por todo. He estado toda la tarde afuera, mis pies duelen y la jodida bolsa pesa como un demonio, sé que el imbécil vampiro se dio cuenta y aunque quiso ayudarme no le permití que toque nada.

Lucian presionó el timbre y la voz de una mujer sonó a través del contestador para que luego el clic de la puerta automática se abriera. Ambos nos adentramos a la casa, estaba algo reacia a la idea de que Enzo me viera con Lucian pero por alguna razón tenía curiosidad en saber qué fue lo que le hicieron o que polvo mágico utilizaron, le podría hacer un buen uso.

— En un momento el señor Anniball los atenderá. — dijo una joven muchacha; a quien no había visto antes, enarcando las cejas y abriendo la boca al ver a Lucian. Rodé los ojos por lo estúpida que lucía esa mujer irguiendo su espalda y pestañeando más de lo debido, parecía intimidada y embelesada ante la belleza de un vampiro tan atractivo.

Otra cosa más porque odiarlo.

— Gracias. — musitó él con seriedad viéndome de reojo.

Exhalé con frustración y caminé en círculos viendo los pocos detalles de la espaciosa casa, había muchos objetos de metal falso suponiendo que no eran tan idiotas como para tener plata aquí sabiendo que podría matarlos. Aunque pensándolo bien conocía a muchos que tenían las armas que podría destruirlos lo más cerca posible.

Escuchamos risas provenientes del segundo piso para luego observar cierta cabellera castaña bajando por la escaleras, enarque ambas cejas al verla y luego sentí un alivio extraño en el pecho. Lucian carraspeó llamando así la atención de Bee y de Enzo, esta al vernos puso los ojos fuera de órbita y se detuvo abruptamente en el quinto escalón.

— ¡Oh por Dios! — exclamó Bee pasando su mirada de Lucian a mí y viceversa. — Oh diablos.

Quise reír ante su mención de Dios y el Diablo en casi una misma oración pero en vez de eso me encogí de hombros.

— Hunter. — Enzo enarcó una ceja mirándonos, si, supuse que después de haber gritado a los cuatro vientos cuanto odiaba y detestaba a Lucian era demasiado irreal que ambos estuviéramos juntos respirando el mismo aire, en la misma casa y a escasos metros de distancia.

— Hola Enzo.

— Esto sí que es una sorpresa. — me removí incómoda ante la mirada acusatoria de mi amiga, sabía que su lengua viperina quería decir algo pero imaginé que se la estaba mordiendo o sabría las consecuencias de abrir la bocota en el lugar menos apropiado.

— Necesito tu ayuda. — Los verdosos ojos de Lucian escudriñaron mi rostro como si esperara que yo aprobara o desaprobara algo.

— Surgió un problema. — dije por fin. La muchacha nos miraba a todos muy curiosa y entretenida de nuestras reacciones, aunque debía decir que sus ojos se dirigían hacia el vampiro que tenía al lado.

— Bien sígannos.

Minutos después nos encontrábamos en el sótano de Enzo, el mencionado comenzó a abrir cajones, sacar papeles y colocar una especie de frascos sobre la mesa. Mientras tanto, Lucian le explicaba lo sucedido evitando dar ciertos detalles que todos se dieron cuenta que preferimos evadir.

— Sigo creyendo que fue un vampiro. — frunzo el ceño aunque realmente no estaba muy segura de eso, pues no noté destellos rojos en sus iris.

— No, en definitiva fue un hechicero. Te explico, el poder de un vampiro que trabaja con la memoria como Ethan y yo, es completamente distinto y mucho as poderoso. Puedo hacerte borrar fragmentos completos de tu vida pasada y sustituirlos por otros, juego con tu mente y es muy difícil revertirlo. En cambio un hechicero, solo puede hacerte borrar lo que él quiera hacerte olvidar siempre y cuando el hechicero haya estado involucrado, además de eso los hechizos son reversibles.

— ¿Quieres decir que puedes hacer que recuerde? — cuestionó Lucian y Enzo agrandó su sonrisa.

— Lo tuyo es demasiado fácil, fue apenas unas cuantas horas lo que te borraron de la memoria, no tardaré mucho. — Lucian asintió y yo los miré con extrañeza. Podía sentir la mirada acusadora de Bee detrás de mi espalda pero decidí ignorarla por el momento.

— Entonces además de vampiro, druida ¿también eras hechicero? — enarqué una ceja y Enzo me miró fascinado.

— También he sido abogado, profesor, congresista, soldado, capitán de aeronáutica, en el 2000 quise ser astronauta pero descubrí que me parece aburrido el espacio y todo eso del universo. Bueno eso sin contar con algunos trabajos cortos como médico y stripper. — lo miré estupefacta, esto no era precisamente lo que esperaba. — Puedo ser todo eso y todo lo que tú quieras preciosa. — Me guiñó un ojo con coquetería.

— No te pases de listo. — gruñó Lucian haciendo que parpadeará más de lo debido y me alejara del encanto del misterioso Lorenzo.

— Oh lo siento, lo siento, había olvidado que eras el alma gemela de Dereck y que Hunter era tu ex. — Mis mejillas se sintieron sonrojar al escuchar la mención de Dereck y ante la mirada cabreada de Lucian.

— Y pronto Enzo va a incursionar como actor porno. — Sonreí y agradecí que Bee rompiera la terrible tensión que se había instalado en la habitación.

— Tú sí que me conoces muñeca. — sonrió de lado y continuó haciendo lo suyo.

— Podemos hablar. — musitó Emma en mi oído. Asentí y ambas salimos del lugar.

Bee caminaba demasiado rápido que me mareaba, su espalda se mantenía erguida y sus brazos cruzados. Metí ambas manos en los bolsillos de mi casaca de cuero, a pesar de la calefacción sentía mi cuerpo frío, solía tener siempre las manos y los pies helados, era rara siempre lo he sabido. Noté que Bee daba zancadas paseándose por la casa como si fuese suya, ella pasaba mucho tiempo aquí.

— Espera Bee vas demasiado rápido. — llegó a pasos agigantados hacia la mampara del exterior y apoyo sus manos sobre la baranda mirando la otra piscina detrás de la casa.

— ¿Me puedes explicar qué diablos está sucediendo? porque no entiendo nada. — volteó a mirarme con aquellos ojos rojos, extrañaba mucho la belleza especial de sus ojos café, los cuales sabía que no volvería a ver.

— Nada. — refunfuñé.

— ¿Qué hace Lucian aquí?... ¿Qué haces tú con él? ¿Dónde estuviste toda la tarde? ¿Quién diablos le borró la memoria?

Eran demasiadas preguntas y yo no tendría respuestas para ella, no podía hablarle de esto. No de lo que estoy planeando hacer, ni de lo que tuve que hacer, Lucian solo aumentaba el lío de problemas en los que me estaba metiendo.

— Solo entiende que son cosas mías Bee, no tienes que inmiscuirse.

— ¿¡Que no tengo qué!? — su rostro se tornaba rojo y sus manos se cerraron en puños que deseaban se estrellados contra algo o contra alguien. Ella comenzó a fingir una respiración forzada lo que significaba que estaba por perder los papeles.

— Entendí. — musitó sin mirarme, apoyó una mano sobre el barandal y comenzó a hacer sonar sus uñas sobre el metal. — Entendí a qué te referías con lo de la promesa.

Tragué saliva y me abracé a mí misma dándome la vuelta. El calor corporal desapareció y ahora solo sentía frío, frío y mucha tristeza.... Mi mente solo viajaba de unos ojos verdes a un charco de sangre, y sentía pena, una gran tan profunda.

— ¿En serio piensas a matar a Lucian? — Lo soltó y tomé una bocanada de aire, mi vista se empañó de lágrimas patéticas y me limpié estrujando mis ojos con mis nudillos.

— La promesa fue matar a todos Bee. — balbuceé. — A todos los involucrados.

— Pero es distinto.

— No veo la diferencia— le di la cara con los labios temblorosos pero sin bajar el rostro. — Él me hizo prometerlo, yo debo... Debo cumplirlo.

— Margaret, estás hablando de Lucian... No puedes matar a quien amas.

— Mi rencor y odio hacia él son mayores al amor que algún día sentí. — ella apretó los labios negando con la cabeza. —Comprendí que yo no puedo tener una vida en la cual él siga presente. No puedo amar a Dereck mientras Lucian siga apareciéndose en mis sueños, en mis pensamientos... No puedo. — solté una solitaria lágrima.

— No podrás hacerlo, no puedes hacer....

— Basta Emma, es mi vida... Son mis decisiones y yo sé lo que haré... Es lo mejor.

Salí del balcón entrando a la casa sintiendo el corazón estrujado y latiendo con mucha fuerza, dolía... Aceptarlo dolía aún más.

¿Yo quería esto?

Si.— mentí.

La verdad era que no, yo no quería pasar por esto, yo no quería hacerlo pero mientras más recordaba, mientras más pensaba en cada acción que él hizo, en todo por lo que tuve que pasar estando sola y lo que viví siendo apenas una niña, ayudaban a que creyera que aquella decisión era la mejor.

Pasé ambas manos por mi rostro, masajeándolo y haciendo movimientos circulares en mis sienes, mis párpados pesaban por lo que supe que ya era momento de marcharme. Escuché la puerta del sótano abrirse y cerrarse para luego ver el rostro de Enzo asomarse desde las escaleras, él me sonrió algo incómodo notando mi semblante serio y melancólico.

— Allí estás. — llegó hasta mí y apretó sus labios mirándome dudoso. — ¿Has visto a la muñeca? — entrecerró sus ojos rojos, supuse que hablaba de Bee.

— Está en el balcón que da a la piscina trasera. — él asintió satisfecho.

— Por cierto... Hunter ya puede recordar. — enarque una ceja y ladeé la cabeza.

— ¿Por qué los estas ayudando? — inquirí. — Digo... no creo que Lucian sea tu amigo y mucho menos tú el de él. — Enzo frunció los labios y pasó por mi lado.

— No, no somos amigos. Sin embargo, le debo muchas cosas. — rápidamente se alejó y yo bajé las escaleras.

Si Lucian ya recordaba suponía que ahora estaba cabreado por el altercado que tuvimos y porque prácticamente fue mi culpa el que aquel hombre hubiera aparecido, lo que me llevaba a hacer otra pregunta ¿Quién era? ¿Lucian acaso lo conocía? ¿Sera que él me había estado siguiendo? Esas fueron más de una pregunta. Sin tocar la puerta simplemente giré la perilla y entré, sentí que el aire desapareció de mis pulmones y que la bilis subió hasta mi garganta.

Lucian me daba la espalda mientras tomaba y observaba con minúsculo detalle la daga que acababa de sacar de mi bolso, cuando noté que estaba a punto de tomar una caja roja con mis cosas, me enfurecí y comencé a gritar.

— ¿¡Qué diablos crees que estás haciendo!? — vociferé tan fuerte que sentí ardor en la garganta. Él ni se inmutó, seguía allí sin hacerme el más mínimo de caso, a pasos agigantados llegué a su lado y lo empujé. — ¿¡Quién mierda te dio permiso para que toques mis cosas!?

— ¿Qué significa esto Maggy? — sus ojos parecían ver a través de mí y eso solo lograba que mis nervios y rabia aumentarán.

— ¡Eso a ti no te importa! — quité la daga de sus manos.

— Claro que me importa, todo lo que tenga ver contigo me importa. — mis mejillas se tornaron de un color rosa. No por la vergüenza si no que sentía que no podía con él, no ahora. — Ya recordé que hacia allí, ya recordé que sucedió, y todo pasó por tu terquedad para enterarme que te metiste a un lugar de mala muerte ¡solo por esto!

— Por un demonio, es mi vida joder, no debiste meter tus narices donde nadie te llama. ¡Yo no te necesito Lucian! ¡No te necesito!

— Ese hombre te estaba siguiendo desde mucho antes que entraras a ese bar. — confesó tomándome por sorpresa. — Yo estaba llegando a la mansión cuando te vi salir, decidí seguirte porque no me fie del taxi que tomaste a unas cuadras, como si intentaras ocultarte. — retrocedí instintivamente cuando el dio un paso hacia adelante. — Cuando supe a donde ibas sabía que nada bueno saldría de allí, luego vi a ese hombre siguiéndote así que hipnoticé al taxista para que se fuera y yo me quedé a cuidarte. — El taxista.... El jodido taxista no me había abandonado.

— Si serás hijo de...

— Estuve a punto de matar a todos en ese bar Margaret, de no ser porque me preocupaba más el hombre que te estaba siguiendo. Quise sacarte de allí y no me dejaste.

— Pues eres muy idiota de pensar que iría contigo a algún lado.

— Viniste hasta aquí conmigo. — afirmó lo obvio y yo solo me mordí las mejillas internas de mis cachete.

— Así como tú, quería saber quién era ese hombre y porqué me estaba siguiendo, estoy más que segura que lo viene haciendo desde hace días. — mascullé recordando las veces que me sentía acechada y temerosa, levanté mi rostro observando sus facciones, su barbilla marcada con un poco de barba crecida, sus labios más rosados de los que recordaba, sus pestañas largas y sus ojos brillos con aquel verde irreal junto con aquellos pequeños destellos rojos en sus iris. — Pero contigo o sin ti, lo hubiera averiguado. Nada tenías que hacer allí, no debiste seguirme, no debiste meterte. — levanté mi dedo acusándolo. — Estoy harta de ti, harta.

Su mirada recayó en las armas y luego volvió a mí, tragué saliva sintiendo sudor en mis manos y Lucian dio un paso hacia adelante haciendo que yo diera otro paso atras.

— ¿Para qué quieres esto? — interrogó con voz ronca y pausada. Mi respiración era relajada pero el corazón parecía quererme salirse mi pecho por lo fuerte que latía y era tan detestable no poder controlarlo.

— No te importa. — dio otro paso hacia mí, abracé con más fuerza la daga que tenía en la mano derecha llevándola hacia mi espalda.

— Te oí. — musitó con tristeza dando otro paso más hacia mí y yo hacía lo contrario. — Se para que es todo esto Maggy.

Mis piernas temblaban, todo en mi temblaba y no podía dejar de retroceder como si quisiera huir de allí, Lucian me miraba y yo detestaba que lo hiciera, cada terminación nerviosa de mi cuerpo estaban al tope, mi vellos erizados, el sudor en mis manos y el dolor constante en mi pecho.

— Sé lo que quieres hacer Maggy. — pasé saliva y baje la mirada mordiendo con tanta fuerza mi labio que fácilmente lo sentí sangrar, él levantó mi barbilla sus ojos se dilataron al ver la pequeña gota de sangre en mi boca, y pasó su lengua por su labio inferior haciendo que una sensación de estremecimiento se instalará en mi vientre. — Quieres matarme. — lo dijo tan lentamente que el peso de cada palabra hizo que casi me derrumbara en el suelo, para cuando quise dar un paso más hacia atrás ya había chocado con la pared quedando prisionera de su cuerpo, respiraba con dificultad con diversos temblores en mi cuerpo.

— Y lo voy a hacer. — susurré más para mí que para él. Lucian cerró sus ojos y al abrirlos ya no pude más, flaquee tan rápido al ver amor en sus ojos que solo quise escapar, aquel sentimiento por él que había luchado tanto en esconder había trepado para salir a la luz y justo ahora hacia su aparición. Quería que me tocara, quería que Lucian me abrazara, dios quería que esto desapareciera porque dolía demasiado no poder manejarlo, era una torta desear algo que ya no podía tener.

— Bien. — sentí vibraciones cuando su mano tomó la mía, ni siquiera entendía lo que estaba haciendo solo podía observar su rostro, solo podía ver sus ojos, su boca y solo desear con devoción besarlo. La cantidad de emociones en este instante me tenían abrumada, mis dientes rechinaban entre ellos y podía sentir el sabor oxido de la sangre justo en la punta de mi lengua.

El tacto de Lucian era frío pero delicado y muy suave, así eran sus manos, grandes pero a la vez tan cuidadosas cuando se trataban de mí. Vi el agarre de su mano sobre la mía y fue entonces que desperté de la burbuja en la que me encontraba, él había llevado mi mano junto con la daga justo a la altura de su pecho donde se encontraba su corazón, abrí los ojos como platos y mi pecho comenzó a subir y bajar descontrolado.

— Entonces hazlo Maggy. —hizo una pequeña presión sobre su pecho sin soltar mi muñeca.... Él me lo estaba permitiendo, él quería que yo lo hiciera. — Hazlo.... Porque si no lo haces no podré controlar más las ganas que tengo por besarte.

Su mano cayó y ahora solo era yo la que se mantenía así apuntándolo con la daga. Era mi oportunidad, podía matarlo... Podía acabar con todo de una buena vez. Sus ojos hicieron contacto con los míos, mirándome con expectativa y esperanza, con tristeza y nostalgia, con amor y deseo, ¿cómo era capaz de poder ver a través de él? ¿Cómo era posible que sus ojos me mostraran todo eso y mucho más?

Mi mano poco a poco fue descendiendo, a su vez su rostro se fue acercando al mío hasta que sentí su frente chocar contra la mía, nuestras respiraciones se volvieron una sola. Sabía que quería besarme... Y yo, yo también quería, quería tanto que lo hiciera que me torturaba.

— Quizás tú no me necesites... Pero yo sí, te necesito y mucho. — cerró sus ojos y acarició con su pulgar mi rostro.

Sabía que en este punto lo que sucedería iba a marcar algo, un estallido de guerra o un acuerdo de paz, pero mi decisión estaba tomada. Vi como su rostro se acercó al mío hasta pude sentir sus labios rozando la comisura de los míos, fue un toque tan leve pero a la vez tan agradable que me hizo estremecer de pies a cabeza y lo que hice luego quizás me dolió más a mí que a él.

— Ya no soy tan ingenua como antes. — Apuñalé su estómago sin titubear.

Lucian retrocedió soltando un jadeo y cayó al suelo. Lo miré desde arriba mientras él se quitaba la daga y yo salía corriendo de ese lugar, tomé mi bolso y cerré la puerta tras de mí.

Estuvimos tan cerca y a la vez tan lejos.



Arriba foto de mi platónico <3

Lucian Hunter

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