¿Cómo estar sin ti?

By Estela2610

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¡A la venta! Disponible solo los primeros 17 capítulos. "Dicen que el primer amor siempre duele, pero nunca... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11:
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 17
Capítulo 18.
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37:
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Epílogo.

Capítulo 16.

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By Estela2610

Estimado lector ¿Cómo estar sin ti? Estará de forma temporal en Wattpad ya que está a la venta en versión digital y física por Amazon . Será retirada nuevamente en un par de días. (25 DE DICIEMBRE)


Me quedo callada, las palabras han salido solas. De pronto me he sentido tan bien a su lado, protegida, querida, necesitada de él, de lo que se desarrolla entre nosotros y sí, quiero estar con él. Solo con él. Es mayor que yo y sé lo que eso implica, es mi primera experiencia y también sé lo que eso conlleva. Quizás con el tiempo él se termine de enterar de que soy una inmadura, que no sé nada del amor y que sigo siendo una niña. Por ahora prefiero disfrutar de la forma en la que mi corazón casi explota y la reacción de su bonito y perfecto rostro varonil.

Sus ojos se abren como platos y una hermosa sonrisa le prosigue. ¿Por qué demonios me gusta tanto su sonrisa? Acuna mi rostro y presiona mis labios con tanta intensidad que creo que me ha besado el alma. Sus labios son tan suaves y carnosos, me cuelgo de su cuello y sus manos bajan delineando mi esbelta figura.

—No vas a arrepentirte, hobbit. —Me da un beso en la punta de la nariz.

—¿No te importa que mi madre te odie? —pregunto nerviosa. La existencia de mi madre es el recordatorio de que aún no cumplo la mayoría de edad.

—Ahora mismo lo único que me importa es que esa boquita no bese a nadie más. El día que te miré besar a Tyler, te juro Maya que tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para irme de ahí. Yo, suelo perder el control con facilidad... por favor, no me hagas las cosas más difíciles. Promete que esa boquita es mía. —Sus ojos esperan ansiosos mi respuesta.

Una sensación extraña me recorre el cuerpo al imaginarme la situación diferente. Que él bese a alguien más es algo que provoca un estorbo en mi pecho. No pienso compartir a Adam y aunque aún es demasiado pronto para detectar algún tipo de obsesión por él, definitivamente no pienso permitir que nadie más bese sus labios.

—Lo prometo. —Lo beso rápidamente—. Pero que quede claro que tus labios son míos y solo míos —parezco una niña pequeña caprichosa.

—¡Pero mira nada más! La inocente Maya está reclamando lo que le pertenece —nos reímos un poco—. No tendrás quejas al respecto, lo prometo.

Después de regresar a la cocina y comernos una docena de pancakes, nos damos cuenta de lo tarde que es. Miro con tristeza mi teléfono, son la una de la madrugada y mamá ni siquiera me ha llamado. Sé que antes de la existencia de Bob, o al menos, antes de la existencia de este nuevo Bob, no hubiera esperado ni diez minutos para hacerlo. Me preocupa mucho cómo vayan a desarrollarse las cosas al volver a casa; y, me preocupa más saber en dónde dormiré hoy.

Dándole espacio a la honestidad muero por dormir acurrucada en ese pecho que me gusta tanto, sin embargo, temo que las cosas se salgan de control, además estoy llena de harina y no quiero dormirme así. Adam me muestra las tres habitaciones de la casa. La última es la suya. Ahora que entro sin ser asaltada por sus labios puedo verla con claridad. No hay muchas cosas, de hecho, solo está la cama, algunos muebles y un espejo lleno de fotos, las cuales no había visto antes. Me acerco y en todas está Adam con Alicia y otros dos chicos, supongo que son sus hermanos.

Hay una en especial que llama mi atención. Tiene una foto pequeña en donde está únicamente con Alicia. Están abrazados y él arrodillado para poder estar a la misma altura. Ambos sonríen, no como esas fotos en las que se fingen sonrisas, esa, era una sonrisa real, llena de amor.

—¿Cómo era Alicia? —lo tomo totalmente por sorpresa. Se sienta en la cama y da una palmada sobre el colchón para que yo haga lo mismo.

—Alicia era encantadora. Mamá la castigaba todo el tiempo, era muy divertida, reía por todo. No es por alardear, pero yo era su hermano favorito. Solía jugar fútbol con ella cuando mamá no la estaba observando. Mis padres son esa clase de padres que etiquetan todo y una niña tenía que jugar con muñecas y tomar el té. Así que yo jugaba con ella, hacía todo lo que ella quería. Yo adoraba a esa pequeña pulga, era la niña de mis ojos y...

Se detiene y sus ojos están llenos de lágrimas. Tomo su mano y entrelazo mis dedos con los suyos. Podría estar a mil kilómetros de distancia y darme cuenta de cuánto le duele que Alicia ya no esté.

—El día que me la arrebataron, hizo todo para faltar a sus clases de violín, por supuesto que odiaba tal cosa, pero mamá la obligaba a ir. La persona que le hizo daño era su maestro y... —cierra los ojos y respira profundo—, lo siento, no puedo hablar de lo que pasó ese día, quisiera decírtelo todo, lo que pasó antes, lo que pasó después. La forma en la que mi vida cambió, la verdadera razón por la cual estoy involucrado en peleas clandestinas. Temo que te asustes y Maya, no quiero que me tengas miedo.

Muchas ideas se cruzan en mi mente y mi parte razonable me dice a gritos que desconfíe, aunque sea un poco. La parte que está loca por él me pide que crea ciegamente en que Adam tiene una percepción de él mismo errónea. Acaricio su rostro que luce demasiado triste, paso mis pulgares por sus mejillas y deja caer la parte izquierda de su cara sobre mi mano.

—No tienes que decirme nada. Debes saber que jamás voy a tener miedo de ti. Tienes que dejar de sentirte culpable. No tengo ni la menor idea de cómo hayan sucedido las cosas y estoy segura de que hiciste todo lo que estaba en tus manos para proteger a tu hermana y ella seguramente está en el cielo cuidando de ti y sabe que la amaste y la amarás por siempre.

—Eres tan buena, Maya, tan pura... tan tú. Quiero que lo nuestro funcione, de verdad. Quiero enamorarme de ti hasta perder la razón, quiero que te conviertas en mi mundo entero, porque nunca me había sentido así, tan desubicado, pero se siente bien. —No sé qué demonios estoy experimentando ahora mismo, lo único que sé es que mi corazón late de prisa y sin entenderlo bien quiero brincar por toda la casa y gritar lo bien que sus palabras me hacen sentir—. Creo que la culpa la tienen esos rizos, me dan ganas de perderme en ellos —susurra y besa mi cuello—. Me dan ganas de perderme en ti —dice antes de sellar mi boca con sus labios.

Besar a Adam es como tomar una droga, ciertamente nunca me he drogado y estoy segura de que así se siente. El cuerpo pierde coordinación y todo a tu alrededor te parece genial, asombroso, increíble. Es justo lo que me pasa cada vez que sus labios rozan los míos, dejo de ser yo y me convierto en un alma libre que también desea perderse en él.

—Creo que ha llegado el momento de que decidas en qué habitación quieres dormir.

—No quiero dormir sola. No sé si sea correcto que...

—Oye. —Toma mi quijada—. Voy a ser un caballero, lo prometo.

—De acuerdo, en ese caso, necesito un cambio de ropa. Me has llenado de harina y tú también necesitas cambiarte.

—Yo voy a darme una ducha, señorita. Así que si no quieres caer en mis brazos será mejor que te cubras los ojos y no me veas porque sé lo que te provoca verme sin ropa. —Es un engreído. Golpeo su espalda con una almohada.

—Sí que tienes la autoestima por los cielos, Adam.

—¿No te importa que me desnude frente a ti? —Niego con mi cabeza y por dentro ya estoy empezando a sentirme débil. Se quita la camiseta y cuando desabrocha su pantalón me tiro a la cama y pongo una almohada sobre mi rostro—. Me encanta hacerte sonrojar. Revisa el armario, coge lo que sea necesario, aunque es probable que nada te quede, hobbit.

Me río porque tiene razón, no me quedará nada. Es tan alto que una camiseta suya podría quedarme como un vestido. Camino hasta el armario y abro el cajón equivocado y miro su ropa interior, me quedo demasiado tiempo observando y lo cierro con brusquedad. Abro otro par hasta que encuentro las camisetas y un pantalón largo para dormir.

Más por curiosidad que por otra cosa, termino abriendo todos los cajones mientras escucho como el agua cae en el piso del baño. El último llama demasiado mi atención. No hay camisetas o pantalones, tampoco es ropa interior. Mis ojos se quedan estancados en todos esos frascos de pastillas. Hay cinco frascos diferentes con nombres en las etiquetas que me cuestan, incluso, pronunciar. La puerta del baño se abre de pronto y cierro el armario apresurada.

—¿Todo bien? —se escucha nervioso.

—Ajá —respondo y levanto la camiseta.

—Maya —me llama inseguro. Giro y me tenso aún más al mirarlo con una toalla en sus caderas y su pecho desnudo, ahora con gotas de agua recorriendo cada parte de su piel. ¿Cómo puedo resistirme a eso?

—Creo que es mejor si te pones algo de ropa —intento bromear y no responde como de costumbre. Toma algo del armario y regresa al baño. Aprovecho para cambiarme, y no tengo tiempo de investigar más, pues regresa enseguida.

—¿Segura que está todo bien? —insiste y eso aumenta mi curiosidad. Está nervioso por lo que pude haber visto en su armario.

—Todo bien —le aseguro, asiente y nos acostamos al mismo tiempo. Apaga la luz y me quedo estática. No sé cómo actuar y mi mente está en otro lugar. Tercer cajón de la izquierda, para ser exacta.

—No tengas miedo, Maya —habla bajito y su cuerpo se pega al mío. Reacciono al instante y pongo mi rostro en su pecho, justo donde fantaseaba estar. Cosquillas me recorren entera, tenerlo así, tan cerca de mí, de esta forma tan íntima y silenciosa me provoca demasiadas cosas. Besa mi cabello y acaricia mi brazo hasta que nos quedamos dormidos.

Al despertar todo vuelve a reproducirse en mi mente; las palabras de mamá, las mentiras de Bob, la decisión de pasar la noche en casa de Adam. De eso último no me arrepiento. Su rostro se ha perdido en mi mata de rizos, que por las mañanas son más rebeldes. Aparto mi cabello con cuidado para no despertarlo y ahora sí, lo veo mejor. Ahí, dormido está el chico que poco a poco está volviéndome loca. Ya debería irme a casa, mamá se levantará en minutos y continúo observándolo.

¿Por qué tiene tantos medicamentos ocultos? Podría tenerlos en el buró, en el baño, no escondidos en el armario. Trato de salir de la cama sin despertarlo y no funciona, lo hace, abre sus bonitos ojos y me sonríe. Es casi absurda la forma en la que me olvido del resto con ese simple gesto.

La alarma de mi celular suena y la magia se termina, tengo que volver a mi casa. Tomo mi ropa del piso y me visto en un santiamén en lo que él oculta su rostro debajo de las sábanas.

—Iré por ti cuando salgas de la escuela—no suena a pregunta, es una afirmación que no pienso discutir. Estoy totalmente de acuerdo.

—Bien. Te espero en el aparcamiento. —Le doy un beso rápido antes de marcharme y me toma de las caderas tumbándome nuevamente sobre la cama, su cuerpo pesado me encierra perfectamente bien y mi ligero beso se convierte en uno intenso. Me creo valiente esta mañana al rodear sus caderas con mis cortas piernas.

—Aún sigues siendo mi novia, ¿cierto? —pregunta con el ceño fruncido. De acuerdo, que sé que suelo cambiar de opinión, pero no en esto, no con él.

—Adam... no me hagas sentir más niña de lo que ya me siento a tu lado, seré tu novia el día de hoy y mañana y el siguiente día.

—No me hagas caso —me interrumpe posando sus labios en la punta de mi quijada—. Eres adictiva, Maya —musita dibujando una línea recta con el toque cálido de su nariz sobre mi piel.

—Tengo que irme —apenas y consigo hablar. ¡Cielo santo! Algo extraño pasa con las protuberancias en mis pechos, punzan de forma escandalosa. Me permite marcharme y salgo disparada a mi casa. Le escribo a Vir para que me abra la puerta.

Me ducho con rapidez. Cuando bajo a la cocina, ya están todos sentados en la mesa. Los niños me dan un beso de buenos días y Sarah me recuerda que Adam le debe un helado. Hago una nota mental para decírselo en cuanto lo mire. Mamá me repite delante de todos que le debo una disculpa a Bob y la bocina de Becca me salva. Tomo a Virginia del brazo y nos escabullimos.

En el auto de Becca el parloteo es interminable, primero narro todo lo sucedido con mamá y Bob y después, importándome poco que mi hermana de catorce años esté en la parte de atrás hablo sobre Adam. Nunca imaginé que Virginia se mostrara tan accesible, pero, al parecer los temas de chicos la cambian por completo. Incluso me felicita por mi decisión y los últimos minutos de viaje se la pasa diciendo lo "caliente" que es mí ahora novio.

Lo cierto es que, a pesar de todo, floto en una nube. No dejo de pensar en él, en su forma de besar, en su cuerpo recién duchado, en su aroma y por supuesto en los medicamentos.

—¿No recuerdas algún nombre? —La única clase que Becca y yo compartimos la utilizamos para hablar sobre los medicamentos que miré en casa de Adam.

—No, pero él se puso muy nervioso. ¿Crees que esté enfermo? Y si lo está, ¿por qué lo oculta? —Mi corazón se encoje al pensar lo peor.

—Quizás son esas cosas que usan los tipos que hacen ejercicio. No te preocupes, mejor dime cómo se mira dormido.

—¡Becca! —la riño.

—Tienes que contarme todos los detalles cuando lo hagas por primera vez.

—¡Becca! —vuelvo a reñirla.

—Oh por favor, merezco saber todos los detalles. Maya, si Adam se mueve igual que como se ve, joder, vas a volverte loca —habla demasiado fuerte esta vez y todos voltean hacia nosotras, incluido Tyler y Amelia. Al menos el maestro de historia no está bien de su oído.

—Te contaré todo, pero cállate por favor —susurro.

Mi mirada se encuentra un segundo con la de Tyler y apunta su teléfono. Reviso el mío que está por morir, la batería casi se agota. Hay un mensaje de él. Me pide que hablemos al terminar las clases. Decido no contestar.

El resto de la mañana pasa demasiado rápido, he sentido los ojos de Amelia clavados en mí todo el tiempo, prefiero ignorarla. El timbre suena y salgo a pasos rápidos del salón. Ya quiero verlo, me asusta un poco esta desesperación que siento por verlo todo el tiempo. Estoy a punto de cruzar la salida y alguien me toma de los brazos. Es Tyler. Miro al aparcamiento y no diviso el auto de Adam, mis nervios disminuyen un poco.

—Maya, por favor, serán unos minutos.

—No puedo hablar ahora.

—¿Por qué? Por "La Bestia", escuché lo que dijo Becca, sé que hablaban de él. No puedes acostarte con él.

—Tú no eres nadie para prohibirme cosas y en todo caso no tengo que hablar contigo de mi vida íntima.

—Maya, ¡cómo puedes estar con él! Es un boxeador clandestino, es demasiado agresivo. Ayer fui a una de sus peleas y...

—¡Qué contradictorio! No lo crees conveniente para mí, pero tú vas a todas sus peleas. Ya sé que ayer peleó. Sé que ganó, sé que lo golpearon esta vez, sé todo de él porque estamos juntos.

—El golpe que trae en la cara no se lo hicieron en las peleas. Tuvo un problema con otro tipo después de que acabó la pelea y casi lo mata. Maya, tienes que creerme, el golpe que trae en la cara se lo dio otra persona para que dejara al otro tipo. Tengo un video, puedo mostrártelo. Adam o La Bestia tiene problemas. Es alguien agresivo, la forma en la que reaccionó con Albert es una prueba más.

—¿Sabes?, es increíble que inventes todo esto e intentes que le tenga miedo. Adam me defendió de un tipo que intentó hacerme daño, acción que creíste hasta que él mismo te lo confesó —digo molesta.

—Por favor, créeme. No sigas con él.

—¿Por qué debería hacerte caso? —Ya estoy cansada de esto.

—Porque quiero estar contigo, no me importa Amelia, ni la popularidad. He sido un imbécil dos años, no quiero serlo más. No quiero seguir perdiéndote. Dame una oportunidad —me pide y me molesto conmigo misma por sentir lo que estoy sintiendo.

—Maya —me llama alguien más y ese alguien tiene nombre y apellido. AdamWhite

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Chan Chan Chan Chan.... ¿Qué pasará?

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