'Pintor' [ErrorInk] #premiosE...

By Marinagamer27YT

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La vida de pintor callejero que lleva Ink cambia de un día para otro, cuando el esqueleto del que llevaba ena... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Epílogo
Preguntas y respuestas :D
Aviso
Respuestas
Extra 1| Cumpleaños
Curiosidades de la historia
Extra 2| Halloween
Extra 3| San Valentín
Extra 4| Día de los inocentes

Capítulo 18

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By Marinagamer27YT

Ink dormía pacífico y sereno, soñando cualquier cosa, parecía un pequeño niño, tumbado hecho bola en esas mugrosas sábanas que venían ya puestas en esa habitación del motel de mala muerte en el que se encontraba refugiado. Sus cuencas tenían rastros de lágrimas secas y en la sábana había una pequeña mancha de agua que aún no se había secado. 

La ventana empañada por culpa de la gran tormenta que caía en esos momentos, y eso que eran las cinco de la tarde, mientras las pocas plantas que habían en la calle se empapaban

El estómago del pintor sonaba, rugía, ansioso de poder comer algo, pero al estar durmiendo no se enteraba, aunque no tardaría en despertar por el dolor de barriga que tenía. No había comido desde la mañana, a las ocho, y ahora era muy tarde, además de que no había comido, aunque ese sería uno de los sacrificios para poder sobrevivir: no comer.

Suena un poco malo pero necesitaba hacer ese sacrificio, aunque fuera un día a la semana, debería hacer todo lo posible para mantenerse en ese motel, aunque por ahora, disfrutaría de su siesta, estando en un mundo mejor sin preocupaciones, el mundo de los sueños.

Lo malo de ese mundo en el que entras cuando duermes es que no es verdadero. No puedes pasar toda la vida allí, no puedes confiar en lo que ves, no puedes quedarte por siempre soñando, necesitas despertar y ver la realidad, aunque hay gente que prefiere pensar que los sueños son reales para no desanimarse frente la cruda realidad. Ink era una mezcla entre los que odian los sueños y entre los que viven un sueño despiertos, era algo extraño. Siempre que quería ocultarse se refugiaba recordando sus sueños, pensando en como sería si se hicieran realidad, si sería bueno o malo, pensaba en todo relacionado con sus pesadillas, todo relacionado con ese fantástico mundo de cosas irreales.

La lluvia continuaba cayendo considerablemente, sin dejar tiempo a que los riachuelos que se formaban no pudieran desaparecer por las cañerías o ríos, inundando algunas parcelas de tierra o pequeñas terrazas situadas en las plantas bajas. Las plantas empezaban a ahogarse por culpa del exceso de agua que caía. Ink empezaba a recuperar los sentidos por el gran repiqueteo de la lluvia, que era bastante insoportable para los oídos de cualquier persona, además de que las ventanas estaban abiertas y muchas gotas caían sobre el cuerpo de Ink.

Empezó a abrir con lentitud sus ojos, mientras empezaba a notar como su sábana estaba empapada por las finas gotas de lluvia que se colaban a través de la mosquitera, que estaba un poco rota, y los truenos empezaban a sonar, dando a entender de que ya se había iniciado una gran tormenta que podría durar un buen tiempo.

Bostezó con cansancio, no quería levantarse, pero ya empezaba a notar su dolor de barriga por no haber comido a la hora habitual. Se enrolló todavía más en la cama, mientras cerraba una vez más los ojos, pero la incesable lluvia y su sonido no le dejaba dormir, así que refunfuñando se levantó, dispuesto a comer, porque sino, el dolor de barriga aumentaría, y eso no era lo mejor en esa situación.

Con cuidado se levantó de la cama, intentando dejarla suave, aunque no le funcionó y tuvo que quitar las arrugas. Siempre le gustó tener las cosas limpias, no le gustaba tener una habitación sucia, y el problema es que se encontraba en una habitación sucia de por sí. Estornudó varias veces por culpa del agua que había empapado todo su cuerpo. Ese lugar era un infierno, pero por lo menos tenía un techo en el cual resguardarse de la lluvia.

Su pupila de estrella había desaparecido, mostrando una completamente normal, una azul que todos podrían tener. Eso era símbolo de que su confianza y valentía había desaparecido, que su felicidad característica había desaparecido y le costaría recuperar nuevamente esa alegría. Ese suceso no le solía pasar, solo cuando estaba demasiado demacrado, pero incluso en esos momentos intentaba verle el lado positivo, incluso si fallaba, no se rendía tan fácil.

—No comprendo por qué siempre en los momentos más inoportunos.—Murmura de mala gana el esqueleto mientras se acercaba al fogón. Las compras las había dejado dentro de una bolsa, colocada encima de la encimera que había junto al fogón. Tomó una bolsa de patatas fritas que compró por cincuenta céntimos y empezó a comer, bebiendo de vez en cuando agua. Debería acostumbrarse a comer tan poco durante los días, sino perdería mucha comida.

Se sentó en un incómodo sofá de solo una plaza, es decir una butaca, y empezó a tomar las patatas, guardando la mitad para cenar. Suspiró una vez que acabó su merienda-comida extraña de solo media bolsa de patatas y decidió tomar un panfleto que encontró en el supermercado, de esos típicos panfletos en los que encuentras información sobra empleos y plazas libres para trabajar. No sabía dónde trabajar, así que debería elegir bien si no quería acabar en la miseria.

Sus ojos se posaban en cada párrafo, leyendo todo lo posible, mientras con su pincel y un bote de pintura roja que sacó de la maleta resaltaba los posibles empleos donde podría ir. Necesitaba ir a un lugar ni muy apartado de la ciudad ni muy en el centro, necesitaba un empleo en una zona normal y corriente de París. Además, no quería trabajar en ese barrio, no le interesaba trabajar con gente que podría fumar o beber alcohol en su tiempo de empleo.

Y al fin, después de muchos minutos de leer ese infinito panfleto, encontró una oferta de trabajo en un barrio humilde pero agradable, una oferta de dependiente de supermercado que pagaba veinte euros a la hora y cada día eran tres horas de trabajo, así que durante una semana ganaría cuatrocientos veinte euros, y así podría comprar comida, pero comprar lo que le serviría y no quedar con hambre y encima pagar el alquiler, que serían veintiocho euros a la semana, aunque tendría que ahorrar esos euros para pagar pues su alquiler sería cada mes, eso significaba que debía ahorrar ciento veinte euros cada mes para su alquiler. No era mucho comparado con los otros pisos, que te podían cobrar sesenta euros la semana. Por ahora ahorraría dinero cada semana para poder instalarse en otro apartamento, no soportaría este lugar por mucho tiempo.

O se estaba equivocando con sus cálculos mentales. Pero de todas formas, ese trabajo prometía, y de pequeño había sido uno de los mejores en matemáticas, así que no tendría tantos problemas en un trabajo así. Cerró los ojos, satisfecho, mientras pensaba en lo genial que sería trabajar en un supermercado por tanto dinero, o bueno, no era tanto pero cada día cobraba y eso le beneficiaba bastante.

La oferta era hasta dentro de tres días, y eso significaba que si no iba ya a por el empleo perdería su oportunidad de ganar dinero suficiente para pasar cada semana. También era ventaja que fuera solo una persona y que no necesitara comer tanto, porque ya saben, es un esqueleto, necesita comer pero no exageradamente, podía aguantar un día sin comer y no tener tantos efectos de hambre como los demás monstruos. Era algo bueno, pero si no comía a su hora habitual, podría perder mucha energía, una desventaja que complementaba a la ventaja.

Con el pincel, trazó un gran círculo alrededor de esa oferta de trabajo para no perder ese párrafo en el que explicaba las condiciones de trabajo, que por cierto eran bastante buenas en general, y poder ir a la mañana siguiente para poder ver si conseguía el trabajo o no, pero deseaba que lo aceptaran, no quería arruinarse. 

Nuevamente, suspiró. No sabía que hacer a continuación, odiaba tener que sentirse así de aburrido, y no tenía nada que hacer. Podría utilizar el celular, pero no había conexión en ese lugar, y no tenía ningún juego descargado. Tampoco había para cargarlo, así que lo más recomendable sería pintar, así no se aburriría y podría vender el cuadro, a no ser que le quedara mal.

Con gestos vagos, se movió lentamente por la habitación, llegando a la maleta, abriéndola para sacar su estuche de pinceles, que eran bastante antiguos por haberse utilizado años y años, y tomar un lienzo vacío. Con gran rapidez, empezó a trazar el boceto que le serviría para poder pintar el paisaje y colorear los rostros de dos pequeños esqueletos. Uno con bufanda y el otro encapuchado. Sí, se había basado en los niños del otro día. Eran muy adorables, se merecían un cuadro. O eso era lo que pensaba el esqueleto, que no sabía mucho de belleza física ni interior, incluso los ratones le parecían adorables, así que mejor no digan como de adorable os consideraría, podría ser mala idea.

Los trazos eran límpidos, bonitos y bastante calculados para que el cuadro quedara bien y no una basura, como los típicos dibujos que hacemos todos de pequeños y en vez de dibujar una persona dibujas un círculo con palos haciendo de cuerpo. Ink había aprendido a pintar profesionalmente a los quince, había practicado años, eras imposible que no perfeccionase sus técnicas de pintura y dibujo.

Dos horas después, ya eran las siete de la tarde, Ink había acabado ese retrato improvisado de esos dos niños que vivían en un orfanato, pero eran felices igualmente. Incluso los envidiaba, tenían una gran amistad, o eso parecía, incluso en la amarga situación en la que se encontraban. Eran dignos de un cuadro por su valentía en unas condiciones así.

Sus pupilas observaron cada detalle del retrato no retrato, pues no tenía todos los detalles, solo los que recordaba, y comenzó a dar los retoques finales, que consistían en dar más brillo, la fuente de luz y la de las sombras y retocar las mezclas de colores utilizadas. En eso consistía su trabajo, pasar horas y horas pintando para después intentar vender el cuadro. Un poco patético, la verdad, pero de eso se ganaba antes la vida, no se podía quejar.

Aunque ahora, quizás, podría conseguir un trabajo más decente que le proporcionara más beneficios y poder sobrevivir sin problemas durante toda la temporada en la que se quedaría en ese apartamento. No quería problemas económicos, y empezar a trabajar sería la mejor opción, no podía vivir toda la vida de pintar, aunque le gustara mucho, no siempre se puede vivir de lo que te gusta si tu situación económica no es muy buena, es preferible primero tener dinero y después cuando ya tienes algunos ahorros, no podemos arriesgarnos a quedarnos sin dinero. Sí, la realidad apesta, y mucho.

Tomó el cuadro con sus manos, llevándolo a la mesa individual de madera desgastada que se encontraba al frente del fogón, mientras se sentaba en la silla que complementaba la silla. Sus ojos se cerraron, pensando en como podría hacer para sobrevivir, y una de las claves para eso sería tener paciencia, tener una mente preparada para todo lo que le llegara a suceder, algo que tenía a medias. Muchas veces lograba escapatorias para poder lograr sus objetivos, pero otra veces simplemente se quedaba estancado, sin saber que hacer ni cómo continuar. 

Como podemos observar, Ink es alguien de muchas cualidades, unas cualidades que van en conjunto con un defecto, es alguien a medias, una suerte a medias. Es alguien diferente a todo lo que conocemos, no es perfecto, pero tampoco es tan horrible, tiene su encanto. Pero no siempre podía aprovechar esas cualidades y esos defectos, muchas veces sus planes salían mal, y eso le molestaba bastante.

Sentado, empezó a imaginar algún cuadro, para después poder al menos pintar algo, hoy estaba bastante inspirado, la verdad, y siempre que tenía muchas ideas sabía como aprovecharlas: haciendo bocetos, así cuando se aburriese o tuviera mucha más inspiración podría completarlos y hacer cuadros verdaderos que le proporcionasen algunos ahorros era un gran camino hacia su futuro.

Tenía ganas de dormir nuevamente, pero tampoco quería, y su estómago rugía aun habiendo comido hace dos horas, claro que era por haber comido solo la mitad de una bolsa de patatas fritas de cincuenta céntimos. Eso era muy poco para su estómago, así que debería acabarse la bolsa y comer alguna otra cosa, como un bol de fideos instantáneos. No podía comer otra cosa, no podía comprar filetes, solo comida preparada o instantánea, como esos fideos.

Tomó un poco de agua y la calentó en el pésimo microondas, que iba muy mal y casi no calentaba, para después poner sobre los fideos el saborizante y echar el agua para después esperar tres minutos a que se acabaran. Intentaba no pensar en nada, intentaba calmarse diciendo que estaba haciendo lo correcto, aunque no era verdad. Él sabía que no era correcto. No era correcto huir del destino por los problemas. No era bueno huir de algo que tiene que suceder sí o sí, puede arruinar toda tu vida, quieras o no.

Los tres minutos pasaban, rápidos, sin dejar tiempo de pensar a Ink, que empezaba a sollozar, tenía miedo de lo que le sucedería. Siempre acababa arrepentido de sus elecciones y esa elección de irse no era ninguna excepción, le acabó hiriendo sin poder darse cuenta, tenía miedo de no poder volver a ser feliz junto a la persona a la que podría amar. Nunca encontraría una persona mejor que Error, él era... bueno, él era Error, tiene sus defectos, cualidades, sus gustos, pero eso agradaba a Ink. No era como el típico chico rico cliché, que suelen ser arrogantes, presumidos, odian el amor, que odian a los pobres, no. Error era distinto.

El reloj del celular sonó, indicando que los tres minutos ya habían pasado, alertando a Ink, que dejó las lágrimas atrás y empezó a enrollar los fideos, intentando olvidar la razón de toda su tristeza, cerrando los parpados con objetivo de relajarse, pero no podía. Era todo tan complicado, todo sería tan complicado de ahora en adelante...

El bol cada vez estaba más vacío. Os preguntaréis de dónde sacó el tenedor y el bol o incluso los vasos, pero era porque en la alacena del cuarto habían unos cuantos cubiertos y vajillas como platos y tazas, así que no tendría que preocuparse por los utensilios para cocinar o tomar la bebida sin la botella, aunque estaban bastante rotas o muy sucios, aunque le podrían servir hasta que comprara otras u otros cubiertos, no podía vivir para siempre con unas cucharas medio dobladas que se partirían en cualquier momento.

Su corazón estaba apretujado, los tonos de mensajes a su celular no paraban de llegar, aunque no creía que fuera Error. Bueno, seamos sinceros, sí que pensaba que era él. Y tenía muchas ganas de contestar, de decir donde se encontraba, pero no podía, no podía ser tan cobarde si no había pasado aún ni un día. Era increíble que sus defensas fueran tan bajas en situaciones como esas, odiaba que siempre fuera así en momentos como esos y no en situaciones que no requerían tanto la valentía y la determinación.

Y así, intentando hacerse el valiente, tomó el celular, abriendo los mensajes. Con sorpresa pudo comprobar de que no todos los mensajes eran del empresario, porque la mitad lo eran, también habían algunos de sus amigos, que le preguntaban dónde estaba y si se encontraba bien, pero decidió no contestarles. Odiaba tener que perder amistades, pero era su única escapatoria a sus problemas.

Sus ojos se posaron encima de todos los mensajes, viendo como Blueberry intentaba convencerlo de regresar a la mansión, pero no funcionó, su corazón había sido protegido por un caparazón que lo protegía de tener tristeza por otras personas, algo que ahora le fue muy bien para evitar chivar al pequeño esqueleto vestido de azul de donde se encontraba y acabar con su plan voluntariamente.

Suspiró y regresó el celular a la mesita de noche que estaba junto a la cama, una mesita de noche bastante antigua pues tenía varios trozos de madera arrancados de su superficie y los cajones estaban desalineados, a punto de caer bastantes veces. Odiaba ese apartamento-motel o lo que fuera, no le importaba en ese momento.

Se dejó caer encima de la cama, mientras intentaba evitar sentir el ruido de la lluvia sobre la ventana, que parecía que en cualquier momento caería y se convertiría en mil pequeños trozos de vidrio que se clavarían en la cama, e incluso en los huesos de Ink. Intentó ignorar esos pensamientos, pues casi pudo sentir el dolor de lo último que imaginó. Una mueca de desagrado se formó en su rostro, para después intentar dormir, cosa que logró rápidamente por el cansancio que sentía en ese momento.

En su sueño todo era gris, con pequeñas sombras del tamaño de un ratón paseando libremente por ese sitio gris que inundaba su cabeza, o su mente, no podemos describirlo. El sueño era en primero persona, por lo que no sabía si él era también una sombra o era... él y ya está. No podemos saber todo. Por ahora, pensemos que también es una sombra.

Esas criaturas negras pequeñas se iban moviendo, mientras voces resonaban en la mente de Ink. Y hasta que no pasaron unos segundos no se dio cuenta de que esas sombras representaban sucesos pasados: cuando conoció a Error, cuando fueron a comer a un restaurante italiano que había en la ciudad, cuando iban a ver películas... Y también estaban los sucesos más recientes, como cuando se dieron su primer beso, cuando se abrazaron, cuando durmieron juntos, cuando... Error le gritó, cuando él escapó de la casa, cuando él llegó aquí, en este motel de mala muerte.

La pesadilla se estaba volviendo muy repetitiva, y eso hacía que se tornara demasiado fuerte para Ink, que aun dormido se removía en las sábanas, mientras intentaba quitarse la imagen de la pesadilla intentando soñar alguna otra cosa, pero no podía lograrlo, era una pesadilla de algo que lo había afectado demasiado. Algo no, alguien y ese era Error.

Lágrimas se acumulaban en las cuencas cerradas del pintor, que no podía despertar de esa horrible pesadilla repetitiva, que encima solo repetía los recuerdos más recientes y esos eran los que más le dolían, y luchaba por despertar en sus sueños. Su corazón latía con fuerza, no se detenía, me refiero en el buen sentido no en que pare de golpe, y las gotas de agua acumuladas se deslizaban por sus pómulos, despertando así con su textura acuosa y temperatura fría al esqueleto, que empezó a respirar con complicación.

Estaba asustado, muy asustado. Hacía años que no tenía ninguna pesadilla, y esa reciente le había marcado un poco no, muchísimo, le había recordado cosas que no quería recordar. Cosas que le hicieron llorar mucho más. Sus ojos se abrieron de golpe, intentando calmarse, mientras se arropaba con las sábanas. Habían transcurrido unas cuantas horas desde que se fue a dormir, unas cuantas horas significaba unas diez, así que el Sol ya se asomaba por la ventana, tímido. Aquel día era bastante bueno, no era un clima lluvioso, si no uno nublado que producía pequeños escalofríos a la gente.

-

 Error había despertado a las cuatro de la tarde, desesperado por la situación, aunque ahora se encontraba un poco más tranquilo por la siesta que había tomado. Tenía visibles ojeras remarcadas bajo sus ojos y su rostro parecía demacrado: había llorado durante el sueño que había tenido, pero era normal, no estaba preparado para esa situación.

Su corazón palpitaba con rapidez, estaba muy nervioso, quería saber si alguien se había enterado del paradero de Ink y poder ir a buscarlo, quería regresar con él, no podía permitir que viviera sin techo, aunque eso no era exactamente lo que estaba pasando, era algo mucho más distinto que eso, tenía techo y podía comer, aunque no estaba en la mejor situación, pero en eso de que Ink vivía en la calle se estaba equivocando mucho.

Se desperezó con intención de ir al salón, donde se suponía que se encontrarían todos sus criados, algunos hablando u otros trabajando. No le importaba, solo quería tener respuestas a sus incógnitas relacionadas con Ink, necesitaba calmar ese apretón en su corazón que le hería de gran manera y le quitaba las ganas de seguir allí.

Mientras se cambiaba, empezó a sentir una gran pelea entre sus padres en la habitación continua a la de él. Suspiró incómodo, ahora no podría cambiarse de ropa sin problemas, no, tendría que soportar las estúpidas discusiones de quien iba primero al baño provocadas por sus padres que podían pelear incluso por quien utilizaba primero la cafetera. Era muy estúpido, pero la inteligencia de sus padres se rebajaban incluso aún más, eran algo más que estúpidos, y eso lo pensaba sinceramente.

Se puso una camisa negra y unos pantalones deportivos negros también, junto a unas deportivas rojas. No iría todo negro tampoco, no le gustaba repetir colores a lo básico, prefería combinarlos y así vestir de distinta manera cada día, aunque siempre utilizaba el color negro y el rojo, era una manía desde que era pequeño, y sus padres siempre se lo recalcaban.

Sus padres parecían viejos amargados porque siempre opinaban en contra de su hijo, cosa que amargaba todavía más al pobre Error, que debía aguantar los berrinches infantiles y sin sentido de su madre, que no paraba de reclamar por su manera de vestir. Pero no iba a cambiar su moda por su madre que ni siquiera podría considerarse una madre, pues parecía mucho más una típica profesora amargada de los colegios que por todo te regaña.

Una vez vestido, escuchando continuamente la discusión que se trataba de quien tendría la paga diaria -ventajas de ser rico-, se fue directo al salón, como objetivo averiguar que pasó con Ink, aunque le costara interrogar a todos los sirvientes de la casa, no le importaba, debía conseguir todo lo necesario para saber de su ubicación.

Con pasos firmes y llenos de furia pudo llegar al pasillo que comunicaba por la enorme estancia, llena ahora de gente que conversaba o trabajaba, como suponía el empresario. Su rostro reflejaba enojo, pero un enojo con toques serios, se tomaba las cosas bastante seriamente, no podía tomarse eso como un simple juego que podría suceder cada día, eso no sería digno de él.

Los sirvientes lo miraron con un poco de temor, pues ninguno había obtenido ningún resultado, sus búsquedas fueron en vano, menos uno, el que había pasado por el barrio pobre para comprobar que no se hubiera escabullido por allí, y sí, había obtenido el resultado de haber visto su silueta y su camiseta entrar en el baño de un supermercado.

—Quién ha obtenido algún resultado.—Pregunta enfadado Error, que no para de caminar en círculos por toda la sala con bastante calma, aunque su rostro no reflejaba nada de eso, sino lo contrario multiplicado por mil. No estaba calmado, solo caminaba pacíficamente para que su madre no lo descubriera hecho una furia.

Nadie respondía, y eso sacaba de sus casillas a Error, que estaba a punto de estallar de ira, hasta que el sirviente que habíamos nombrado antes decidió tomar aire y responder.

—Yo creo que lo he visto, pero no estoy muy seguro...—Murmura bastante inseguro con temor a que su amo le dijera algo o lo despidiera por no haber estado más atento. Error abrió los ojos al sentir esas palabras y se acercó al sirviente, que empezó a temblar de miedo pensando que ese era su fin, el fin de su dinero y el fin de su reputación. Pero no fue así, Error no iba a despedir a alguien por eso, solamente a las criadas que habían perdido su trabajo por intentar dañar su amistad con Ink, ellas se lo merecían, pero estos criados no.

—Dime todo lo que viste, dime por qué zona estaba, dime todo. Por favor...—Ruega con una voz rota, que parecía estar llena de tristeza, y así era, en cualquier momento las lágrimas darían paso a su espectáculo, pero el empresario intentaba mantenerse fuerte, aunque no era muy fácil, pues sus ojos quemaban de tanto aguantar las lágrimas, pero debería aguantar. Por Ink debería aguantar todo.

El empresario despachó a todos los sirvientes menos al que tenía información. Se sentó en una butaca cómoda y suspiró, mientras intentaba calmar su mente, aunque era muy complicado, todo era tan complicado sin Ink a su lado. Ink le daba un aire de calma a su vida, se tomaba todo con menos estrés, cosa que ayudaba a su salud pero ahora... ahora se sentía vacío, se sentía incompleto. Desventajas de estar enamorado con toda tu alma. Os recomiendo no enamoraros a tal grado si vuestro amor os va a abandonar, porque podéis acabar muy heridos, tanto físicamente como mentalmente.

El sirviente, antes asustado, se había relajado, destensando sus hombros, que hace poco se habían tensado al sentir la presencia de Error con tanta furia en su rostro. Su corazón latía normal, y se dispuso a poder explicar a Error todo lo que pudo ver, incluso si era poco seguro que era de bastante ayuda, todo serviría para poder encontrar a Ink.

—Val, ahora explícame todo lo que hayas visto, debo encontrar a Ink antes de que sea demasiado tarde y le pase algo.—Esas palabras conmovieron al sirviente, que suspiró aliviado y empezó a hablar con un tono amable, cosa que gustó al empresario, dispuesto a escuchar todo lo que dijera su sirviente.

—Decidí ir a los barrios de mala muerte, para ver si no se había refugiado allí. Decidí pasar por locales, hasta que pasé por un supermercado, por donde me pareció ver su cuerpo moverse rápidamente hacia el baño. Quizás sabía que lo estábamos buscando. No entré en el supermercado por si no era él, pero si en verdad se encontraba allí se supone que deberá estar por una de esas zonas.—Error abrió los ojos como platos: Ink en una zona peligrosa como esa no suponía nada bueno. ¿Qué haría su amigo allí? No tenía mucho sentido, pero si lógica, aunque las dos cosas son como lo mismo, pues quizás sabía que los buscaría y por ello decidió ir al barrio al que menos gente le buscaría. Le pareció una buena hipótesis que no podría descartar.

—Muchas gracias por tu información, ahora iré a planear los lugares por donde iréis a investigar, puedes retirarte. Igualmente, yo me retiraré, por ahora.—Dice mientras se levanta de la butaca dejando solo al confundido sirviente, que aturdido y con un poco de calma salió del salón para dirigirse a la cocina y poder tomar algo de beber, ya que esa presión lo estaba matando.

Mientras, Error, caminaba directo a su habitación, quería relajarse en algún lugar y en su cuarto era el único sitio en el que estaría en calma, además así podría pensar con más claridad el asunto. Debía de buscar en el ordenador que zonas habían por donde Ink había estado. Debía encontrarlo, y podría utilizar el dinero a su favor.

Una vez en su habitación, se tumbó de nuevo, mientras pensaba y recordaba las dos únicas veces en la que estuvo en esa horrible zona en la que la gente tenía el ego bastante subido y fumaban o se drogaban, definitivamente era un lugar tenebroso para Ink, y eso lo agobiaba, quería ir él mismo a buscar a su querido pintor y rescatarlo de ese lugar para decir perdón y poder darle un abrazo, no quería estar distanciado de él.

Pero poco podía hacer, ya que sus padres le prohibirían irse de la casa, pero podría planear algo. Si algo sabía de la gente que habitaba esa zona era que haría cualquier cosa por conseguir dinero. Y jugar con su dinero abundante no sería ningún sacrificio.

Sonrió mientras tomaba el celular, del que abrió la galería para comenzar a ver todas las fotografías que había tomado a Ink. Nunca pensó que tendrían algún uso, pero parecía que se equivocaba, pues ahora, imprimirlas sería una buena opción. Sabía que esto no favorecería ni beneficiaría nada a Ink, pero debía hacerlo si quería traerlo de nuevo a la casa.

Con pasos temblorosos se dirigió a la impresora de su estudio, que se supone que sería la sala del ordenador de todas las habitaciones, y se acercó a la impresora, conectando el móvil con el ordenador y abriendo la imagen más visible de Ink, sin ningún píxel y en bastante calidad, para después imprimir unas cuantas copias, no sin antes agregar unas cuantas palabras: Se busca, se pagará mil euros al que lo traiga a la mansión Crayon.

Estaba jugando con el fuego, pero ya nada le importaba, se quemaría, ahogaría o mutilaría por Ink, solo quería ser feliz a su lado, no quería que nada malo le pasara por su maldita culpa, por las palabras que dijo sin darse cuenta y las acciones que tomó, podría haber salvado a Ink, pero no lo hizo, no fue tras él.

—Si sólo hubiera podido escuchar como entraba en la casa... Si sólo pudiera rebobinar el tiempo...—Esas fueron las últimas palabras que dijo en el estudio, pues ya se encaminaba a publicar esas imágenes en el periódico para que incluso los del barrio de mala muerte pudieran saber que Ink se buscaba y que se pagaría una gran recompensa a la persona que lo encontrara.

Duerme Ink, pues no sabes el verdadero infierno que te espera de ahora en adelante, un infierno que quizás se convierta en el cielo de manera rápida y buena para ti. Por ahora, querido Ink, duerme tranquilo.

CONTINUARÁ

No sé si querrán leer esta nota que dejo, comentando lo que siento con esta historia. Si vas a leer la nota te lo agradezco mucho.

Ésta historia me hace experimentar sensaciones que nunca otra historia que he escrito me han hecho experimentar. Siento tristeza cuando escribo algo triste, siento alegría con algunas decisiones que pongo a los personajes, me alegro cuando ellos están felices... En definitiva, ésta historia se ha convertido en mi favorita. Y estoy muy feliz de que ésta obra también sea aceptada por vosotros, lectores o lectores fantasma, no me importa que tipo de lectores seáis, pues ayudáis a hacer crecer la obra. Nunca pensé que sentiría tal emoción al ver los comentarios que ponéis, vuestros votos, como las lecturas van aumentando... Pero es que sois unos amores al comentar, me dan ganas de ir a vuestras casas y abrazaros una por una, sois unas personas maravillosas. Estoy muy feliz de que apoyéis esta historia, pues es algo que hacía por entretenimiento, pero que se ha convertido en una entretenida rutina, ansío publicar cada capítulo, ansío saber que lo que hago mucha gente lo espera, nunca imaginé que alguien pulsaría al ver una notificación de una historia mía. 

Os quiero mucho, sois personas que merecen todo lo bueno en el mundo y os deseo suerte en todo, pues sin vosotras yo no sería nada :)




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