¿Qué había ocurrido? ¿Esto era parte del trato?
Me encontraba mirando con horror la peor escena que jamás me hubiera imaginado: La señorita Fría y Nathan durmiendo en la misma cama, ella reposando sobre su pecho con su mano entrelazada con la de Nathan, quien parecía más que encantado. ¿Por qué? ¿Desde cuándo? ¿Por qué precisamente con ella? ¿Acaso ya me había olvidado? Ni siquiera me atrevía a llorar, temía que aquella intrusa y mentirosa se percatara de mi presencia. Aun no sabía cómo rayos había llegado hasta aquí, pero no me esperaba encontrar esta escena.
¿Por qué Nathan? ¿Por qué has hecho esto?
Ni siquiera llevaba un año de muerta, y se había enredado con la persona que yo menos hubiera querido, ¿Por qué hiciste eso? Esto nunca fue parte del trato, ahora podía verme a mí misma como una completa estúpida, ellos habían dormido juntos, lo hicieron en la casa de Nathan cuando yo ni siquiera me podía quedar por qué él siempre se negaba conmigo ¿Desde cuándo estaban teniendo esta clase de aventura? No podía tolerarlo.
Me acerqué sigilosa al extremo de la cama en donde Nathan dormía con el rostro apoyado en la cabeza de la que ahora invadía mi cuerpo y mi lugar a su lado. Tenía una necesidad de gritarle, reclamar por la imagen que estaba frente a mí, pero sabía que aunque no tuviera voz, ella podía sentir mi presencia así que dispuesta a por lo menos desahogarme, me adentré en los sueños de mi ex prometido.
"Está bien romper un poco las reglas después de todo la señorita fría ya las ha roto..."
Yo sabía exactamente que quería enseñarle a Nathan en ese sueño y no me iba a cortar por nada del mundo.
- Es muy interesante.
-¿El qué?-pregunté.
-No sólo puedes hablarme sino que además te has dado cuenta de mi presencia.
-¿Dónde estoy?-volví a cuestionar- estoy muerta ¿cierto?
De pronto sentí los latidos de Nathan ante el rumbo que comenzaron a tomar sus propios sueños pero aún no terminaba, quería que supiera todo... él no podía simplemente traicionarme, no después de saber la verdad.
-No temas... yo te acompañaré.
-¿Quién eres?-cuestioné nuevamente.
-¿No tienes miedo?
-No- respondí- Todos tenemos que morir en algún momento.
El pulso de Nathan a cada palabra que se repetía en su cabeza parecía acelerarse de forma descontrolada, incluso podía sentir los movimientos extraños que hacia su cuerpo. Parecía reaccionar ante lo que seguramente él consideraba una pesadilla, pero incluso eso hubiera sido mejor que la misma verdad.
-Sólo puedo acompañarte hasta aquí.
-Muchas gracias-respondí- ¡Espera! quiero hacerte una pregunta.
-¡No! Sé lo que quieres saber pero ya no tiene caso, estás aquí así que vete.
-Hubiera querido...-susurré.
-Ustedes son seres tan ilusos... Creen que son inmortales y se les olvida que solo es cuestión de tiempo, y entonces cuando vienen aquí se dan cuenta que les quedaron asuntos pendientes, luego se atreven a culparme a mí, cómo si yo fuese responsable de que ustedes no disfruten... yo estoy segura que si viviera no haría las tonterías que ustedes.
-Iba a casarme.
Fue entonces cuando el corazón de Nathan prácticamente se detuvo por una fracción de segundo, lo pude sentir respirar de forma extraña y sudar frió, me frené solo un segundo para revisar que la señorita traidora continuara presa del sueño; me resultaba extraño que aún no se hubiera dado cuenta de mi presencia pero me resultaba conveniente que así fuese ya que aun estaba comenzando.
-Necesito que me escuches... quiero proponerte algo.
-¿Proponerme algo?-pregunté- ¿De qué va?
-Es una especie de cambio... yo podría hacer que aquellas cosas que te quedaron pendientes se realicen.
-¿Me dejarías volver?-solté anonadada.
-¡No seas ridícula! Tú tiempo ya finalizo.
-Entonces no veo como aquello pueda ser un trato en el que me beneficie.
-Es cierto, a ti no te beneficia en nada, pero yo podría hacer todo lo que siempre quisiste.
-¿Qué caso tiene que lo hagas tú?-solté desconfiada- además ¿yo que obtengo?
-Tiempo. Es cierto que no es un trato que te beneficie en lo absoluto, pero piénsalo... podría convertirme en tu sirviente, cumpliría todos tus últimos indultos.
-¿Y tú que ganas de un trato así?
-Un cuerpo. Yo no tengo forma en este mundo, no conozco nada, en realidad creo que ni siquiera existo.
-No importa como lo mires la que gana eres tú-mencioné con seriedad- yo no obtengo nada... ni siquiera podría regresar y despedirme.
-Tienes razón... entonces ¡Largo! ¡Vete! Apresúrate que entre más tiempo te quedes aquí será peor para ti.
Aun podía sentir esa sensación de ser empujada cruelmente al abismo, cómo si no tuviera otra opción... sin embargo pensar en todas las cosas que estuve a punto de dejar, aun no podía entender cómo es que había aceptado semejante trato tan absurdo, algo que desde el inicio amenazaba con ser solo unilateral; ella quizás lo tenía planeado... ahora me culpaba por ser tan increíblemente estúpida.
-¡Espera!-grité al sentirme desesperada- no es justo... esto sólo te beneficia a ti, no podrías ser tan injusta.
-Entonces mejoremos esto, regresaras pero solo por un día y yo decidiré cuando, además del tiempo en que estarás, de esa forma podrás despedirte de tu prometido ¿Te parece? Es la mejor oferta que te puedo hacer.
-¿Por qué la insistencia?-cuestioné.
-Porque quiero y necesito un cuerpo, y el tuyo me viene de maravilla ¿entonces aceptas?
-Si decido aceptar ¿Tú aceptarías mis condiciones?- pregunté.
-Eso depende... ¿Cuáles son?
-Primero les dirás a todos la verdad, no quiero que sientan que les estoy mintiendo-mencioné con tristeza- ellos tienen que saberlo, el orden y la forma en la que lo hagas me tiene sin cuidado, pero hazlo. Segundo, realizaras como has dicho todas mis indulgencias, hasta la más ridícula. Tercero, no te llevaras a nadie de mis familiares en el tiempo que estés con ellos y Cuarta... quiero casarme.
-Eso no lo haré.
-¿Por qué?-pregunté- ¿Por qué no?
-Porque para casarme tendría que estar enamorada...
-Eso dices ahora... Muy bien entonces déjame cambiar la cuarta, no quiero que te enamores de él, si decido aceptar quiero que hagas que continué con su vida, pero no tienes permitido enamorarte por eso quiero que le digas la verdad, tendrás que ser paciente.
-Nada que no pueda solucionar...
-En realidad quiero que seas paciente con él, me gustaría que intentaras darle su espacio-recomendé con sonrisa nostálgica.
-¿Espacio?
-Sí, él no es una mala persona pero algunas veces puede decir cosas que no quiere... ¿Crees que podrás? ¿Crees que es demasiado?
-No parece muy difícil.
-Por favor no te enamores de él, ayúdale a encontrar el amor pero no en ti. No podría aceptar que se enamorara de mi cuerpo invadido por alguien más.
-No tienes de que preocuparte... no me enamoraré de ningún humano. Entonces ¿Aceptas?
-Acepto pero recuerda, regresaré y me dejaras despedirme de él.
-No olvido lo que prometo ¿Algo que necesité saber?
-Por ahora no logro recordar... Tal vez que de todos, Nathan podría darse cuenta primero de la situación.
-Vale, ¿qué cosas quieres que haga? Dímelas rápido que no tenemos mucho tiempo.
-Es un trato.
Sentía a Nathan inquieto, pero aún no sabía la verdad, esa que seguramente la maldita traidora no se atrevía a decirle.
-¡¿Por qué lo hiciste?!-grité a la imagen que tenía frente a mí, era como verme en un espejo pero aquella era la señorita Muerte en mi cuerpo- ¡¿Por qué me engañaste?!
-Si te decía la verdad no me hubieras dado tu cuerpo ¿o sí?
-¡Por supuesto que no!-respondí furiosa y entre lágrimas- ¡Me engañaste cruelmente! Dijiste que mi tiempo había acabado, pero en realidad tú lo frenaste, yo podía regresar y no lo hiciste ¡¿Por qué?! ¿Por qué me llevaste?
-Necesitaba un cuerpo...
-Pero ¡¿Por qué precisamente el mío?! Yo iba a formar una vida, tenía a Nathan y a mis amigos, mi hermano y algo por lo cual luchar ¿Por qué me escogiste a mí?
-Por Nathan. Ya antes había cambiado de cuerpo con una colegiala sin embargo en mi último día lo conocí a él. Para alguien tan fría y desdichada él pudo sonreírme, y eso me conmovió.
-Maldita... ¡Maldita, tú me mentiste! Me alejaste de Nathan...-reclamé- ¿Cómo has podido? Si él se entera te odiara.
-Para cuando lo sepa mí tiempo...
|Nathan|
Desperté bañado en sudor... acababa de tener el peor sueño de todos, aunque en realidad aquello era todo menos un sueño. De hecho parecía como si los recuerdos de Eleanor se hubiesen colado en mi mente, gracias a eso finalmente conocía la verdad. Me sentía fuera de mí y con todo mi cuerpo entumido, no era capaz de controlarme, mi corazón latía increíblemente rápido mientras que las voces se repetían una y otra vez en mi cabeza. No obstante cuando giré me encontré a Eleanor con la sabana cubriendo su cuerpo, ella estaba sentada con su cabello cubriendo su rostro y parecía estarse tapando la boca con sus manos, no estaba seguro si debía acercarme o no, pero el pánico se apodero de mí cuerpo cuando me percaté que frente a ella había manchas de sangre, en ese momento la tomé de los hombros, sin embargo en el instante que la toque su cuerpo se desplomó sobre mis brazos, sus labios estaban cubiertos de sangre al igual que sus manos, la temperatura de su cuerpo era increíblemente fría y todo su cuerpo estaba completamente pálido.
-¿Eleanor?-llamé con horror- ¿Eleanor? Oye... Responde... Eleanor... ¡Eleanor!