La muerte se llama... Eleanor...

By Mrs-Write_

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¿Y si tres días antes de tu boda, te enteras que tu pareja ha sufrido un accidente? Descubre la historia... More

Prólogo
|Noticia|
|Blanco|
|Se cancela|
|Frío|
|Confió en Ti|
|Silencio|
|Escondidas|
|Desprecio|
|Piezas|
|El Sueño|
|Ella|
|Lluvia|
|De esos días|
|CentralParck|
|Samy|
|Semana difícil |
|Bungee|
|La verdad|
|¡Vamos!|
|Lago Champlain|
|De Nuevo|
|Virtudes que no tenemos|
|Yosemite = Everest|
|¡Cumbre!|
|Tacoma|
|Cálido|
|Energía nivel 1|
|Nudillos|
|Aquarium|
|Disputa|
|Energía nivel 4|
|Secretos de las Vegas|
|Cualidades|
|La duda|
|Casual|
|¡No es lo mío!|
|Votos|
|Rumbo|
|Con sabor a Italia|
|Tiempo|
|US BANK TOWER|
|Torpes|
|El frió significa el fin|
| ¡Cobarde! |
|New York|
|Miércoles|
|Energía nivel: 20%|
|Peligro|
|Pijamada|
|Buenos días|
|Verdadera relación|
|Háblame de ella|
|Eleanor|
|Hermanos|
|Insignificante verdad|
|Tal vez...|
|"Shine"|
|Adictos|
|¡Advertencia!|
|Ataduras|
|Traición|
|Sin rodeos|
|La número 10|
|De norte a sur|
|Nacer y morir|
|Piezas|
|Baúl|
|¡Desde cero!|
|Negro.|
|¡Te amo!|
|La muerte se llama...|
Epílogo.
|¡BONO!|

|Cansada|

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By Mrs-Write_

Eleanor.

-¿Cuál es el favor que quieres pedirme?-preguntó aquel hombre con aspecto de papá Noel salido del gimnasio. Era extraño que siendo una persona que había hecho mejoras a esté lugar, vistiera con ropa deportiva.

-¿Podría?-pregunté, haciendo una seña de que en realidad quería acercarme hasta él para susurrarle. La verdad era que no me apetecía que Nathan nos escuchara; pues terminaría por armar rollo como solía hacerlo cada vez que revelaba mis verdaderos motivos.

Me acerqué algo tímida hasta el hombre que tenía un aroma tremendamente delicioso— una fragancia hecha exclusivamente de sirope de chocolate y lo que parecía ser Natilla— tenía que ponerme de puntas para alcanzar ligeramente su oreja y susurrarle mi pequeña y traviesa petición. Una vez que me escucho, se giró con la mirada sorprendida y algo atónita, sus labios gruesos y cubiertos con la barba canosa se abrieron un poco debido a su confusión. Sabía que debía ser la petición más extraña, sin mencionar que yo lo acababa de conocer, pero me dije a mi misma que si hasta ahora había logrado cumplir cada una de las cosas de aquella lista, esto no tendría por qué ser la excepción, así que con toda la intención de convencerlo, dibujé una de mis mejores expresiones —o eso pensé— ladeando un poco mi cabeza al instante que sonreí con inocencia y entrelazaba mis manos. Hasta ahora no tenía ni idea de que alguien o algo como yo pudiera aplicar dicha técnica, de hecho me encontraba en proceso de descubrir si realmente era posible.

-Menuda chica- soltó con una carcajada el señor Tarrens, llevando sus manos a su barriga- ya imagino lo que debes de pasar Naty-bufó a Nathan con un guiño travieso- vale con esa expresión no hay quién se te resista pequeña Eleanor.

"Poder del convencimiento: lo tengo cubierto"

-¿De qué habla señor Tarrens?-preguntó Nathan con sutileza, tratando de disfrazar su claramente curiosidad.

-Ya lo veras hijo-respondió misterioso el señor Tarrens lo que obviamente agradecí-síganme los llevare a un excelente lugar.

Esté lugar no se parecía en nada a lo que aparentaba en su entrada. De hecho prácticamente no dejaba de sorprenderme conforme avanzamos. Era realmente enorme y lleno de imágenes preciosas. Ahora entendía por qué había demasiadas personas en la entrada.

A cada segundo me vi en la necesidad de fingir, el hecho de que recordaba cada una de las cosas que el señor Tarrens iba relatando. Historias sobre cómo nos recordaba a Nathan y a mí de pequeños, siendo sin duda unos bribones que nos salimos con la nuestra en cada jugarreta que se nos ocurría, en cada historia se mencionaba a una Eleanor tranquila e introvertida, que la mayor parte del tiempo era astutamente arrastrada por un Nathan intranquilo y travieso. Una niña tan dulce y gentil que se merecía un premio por ello. A ratos dedicaba miradas fugaces a Nathan, quién llevaba una sonrisa nostálgica y mirada perdida al escuchar aquellos recuerdos de la boca del señor Tarrens.

No importaba como fuera, aquello resultaba fastidioso, realmente comenzaba a cabrearme, debido a que si no era el tema de la boda, era sobre la dichosa chica cuyo rostro sólo había conocido debido a que podía ver mi reflejo en el espejo. No podía negar cuando la conocí, me pareció una chica interesante debido al hecho de que pudo mantener una conversación conmigo; pero cada vez que alguien la mencionaba o hablaban de aquella boda—la cuál ahora parecía más un triste recuerdo— me sentía incómoda y como una especie de villana, una que había tomado el cuerpo de la protagonista amable y caritativa. Extrañamente me sentía cansada de la misma historia; los adjetivos que se me daban tan negativos comenzaban a tener sentido en mi cabeza.

-Oye ¿Te encuentras bien?-cuestionó Nathan, se encontraba frente a mí con la mirada angustiosa. Con discreción rozó su mano con la mía, tanteando mi humor debido a mis anteriores intentos por evitarlo. Su calidez actuaba como una corriente de fuego en mi piel fría, hasta que sus palabras regresaron a mí cual bomba: "ausente".

-Estoy perfecta, gracias- refunfuñé apartándome de su tacto.

-Ya vale, ¿Qué ocurre? Desde que entramos estás muy extraña- susurró para evitar que él señor Tarrens nos escuchara. Sin embargo y como solía hacerlo, su voz me produjo un ligero escalofrío-¿Acaso hice algo?

"¿Entonces si te diste cuenta?"  me cuestioné mentalmente, sintiendo la furia crecer en mi estómago. Seguramente no tenía motivos para sentirme tan cabreada. Pero una de las cosas que me incomodaban, aparte del recuerdo de Eleanor; era mi temperatura fría; eso me hacia aún más consciente de que yo no era nada más que un simple sentimiento dentro de un cuerpo ajeno. Por ello cuando Nathan manifestó que no le agradaba, agregando además que resultaba incomodo con un sentimiento de ausencia,  sencillamente no pude evitar sentirme algo ofendida. —Lamento ser algo tan incómodo—.

-¡Llegamos!- exclamó con su voz extraña aquel hombre.

-¡Increíble!- mencionó Nathan; sus ojos se abrieron cual esferas, se encontraba pasmado frente a la hermosa e impresionante ventana subacuática, en donde nadaban criaturas preciosas.

-Este es mi pequeño pasatiempo- argumentó con orgullo el hombre.

Frente a mí, había una enorme y preciosa ventana que se extendía sin fin por todo un pasillo, con hermosas luces celestes que daban la impresión de estar bajo el mar, criaturas de todas las formas, colores y tamaños nadando a mí alrededor, como un túnel en el que por segundos se ignoraba que estuviese contenido por un cristal. Se sentía como si pudieses tocarlos. Desde pequeños peces de colores extraños hasta osos polares. Me acerqué curiosa, colocando mi mano sobre el cristal en donde justamente se acercaba una tortuga dejando sus ojos frente a mí, era tan maravilloso.

-¿Tú has hecho esto?- preguntó incrédulo Nathan, quién parecía retener la respiración.

Después de todo era fácil dejarse llevar por la emoción y belleza de aquel lugar.

-Por supuesto. Con la ayuda de mis nietas-declaró llevando sus manos a sus bolsillos- nada mejor que un niño cuya imaginación es impresionante, para construir algo como esto ¿Qué tal?

-Creo que es fantástico...- susurré asombrada. El hecho de que usara la inocente imaginación de unas niñas lo hacía aún más increíble, supuse que por eso se sentía como si fuese producto de un sueño.

-Ya vale, no hay tiempo que perder- dijo el señor Tarrens con impaciencia-si nos damos prisa hasta podrán darles de comer.

-¿A quiénes?- cuestionó extrañado Nathan.

"Ahora que he visto este hermoso lugar no puedo esperar..."

-¡Debe ser una jodida broma!- gritó Nathan cuál niño de seis años-¿Cómo se te pudo ocurrir algo como esto?-refunfuñó una vez que salí usando la ropa adecuada- nadar con los animales ¿Acaso no te basta sólo con verlos?

-Cómo siempre te he venido diciendo- solté con indiferencia y algo molesta- no tienes por qué hacerlo conmigo.

-Claro que no, pero es que...-las palabras de Nathan se frenaron cuando una puerta metalizada se abrió tras de nosotros, en donde aparecieron el señor y una chica de cabellos violeta, quién usaba la misma ropa que nosotros, en una de sus manos traía además una pequeña hielera; la cuál expedía un asqueroso hedor.

-¿Están listo?- preguntó con emoción el señor Tarrens.

-¡Claro que no!- exclamó Nathan-¿Por qué accediste a algo como esto? ¿Acaso no está prohibido?

-Eleanor me lo ha pedido con mucha amabilidad- respondió con sonrisa complaciente el señor Tarrens -sinceramente me sorprendió viniendo de ella, pero creo que es algo interesante y siendo algo como esto, pensé que sería divertido, no tienes de que preocuparte Nathan. He dicho que son alumnos de la universidad que vienen hacer algunas prácticas, pueden estar tranquilos

-Vale- anuncié con emoción-¡Quiero hacerlo ya!

La chica se acercó entregándome lo que parecía ser un equipo especial, el cuál según me explicó sería para que pudiera nadar bajo el agua sin ningún problema, nos sentamos en el borde mojando nuestros pies, la temperatura del agua era algo fría, se sentía agradable y provocaba cierto cosquilleo en mi piel, fue cuando giré para mirar a Nathan, éste se encontraba con el ceño fruncido y con los brazos cruzados frente a él; aún no parecía muy convencido. Aquella chica se metió al agua indicándonos que era hora; el señor Tarrens tan sólo nos aviso que iría abajo para poder ver mejor; antes de meterme, giré hacia Nathan rozando sus manos sólo un poco.

-Está bien hacer este tipo de cosas- susurré-Si no las haces...

-No habré vivido- terminó con cierto hastió y sonrisa cómplice mi frase. En segundos me tomó del brazo y me haló junto con él.

En nuestra caída asustamos algunos peces. Todo era azul y tranquilo, justo como aquel lugar en que solía permanecer toda una eternidad. Fue entonces cuando un insignificante destello vino a mi mente, lanzando señales de alerta una vez que mis piernas se movían torpes bajo el agua, cual bofetada mental recordé que no sabía nadar. Con desesperación comencé a balancear mi cuerpo con movimientos poco prácticos, aleteando como si fuese un polluelo en pleno aprendizaje de vuelo, la falta de control en mi cuerpo era atemorizante; fue cuando sentí unas manos rodeándome la cintura, al girar vi a Nathan sonreírme gentilmente e indicándome con ciertos movimientos, que podía apoyarme en él.

"¿Acaso no dices que odias el frío?"

Aquella pregunta que flotaba en mi cabeza, al igual que mi cuerpo en el agua, jamás tendría una respuesta, al menos no aquí en donde mi voz y mis pensamientos no existían; permití que me guiara por todo aquel enorme espacio azul, los peces nadaban tan cerca de nosotros que nos acariciaban.  El nadar con los peces se sentía irreal, especial y único. Mi cuerpo era ligero cual pluma, las yemas de mis dedos se arrugaban y la mano de Nathan incluso en el frío del agua, podía traspasarme con su calidez, por segundos trataba de apartarme de su agarre creyendo que era incómodo para él, pero Nathan reaccionaba sujetándome aún más fuerte que antes.

"¿Por qué si le incómoda tanto? ¿Por qué si no le gusta el frio? ¿Por qué si dice que nadie puede llevarse con alguien como yo? ¿Por qué si todo el tiempo habla de su boda y su prometida? "

No lo entiendo.


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