—¿Te vas? —pregunta Yoongi con los mejores ojitos de cachorro que puede enseñar.
—Sí —contesta Hoseok, acomodándose la corbata frente al espejo—. Tengo que trabajar.
—¿Y no quieres darte un día?
—No puedo. Estamos finalizando el mes. —Se acerca hasta Yoongi para besarle la frente y dedicarle que una sonrisa—. Voy tarde.
—Pero me voy mañana temprano.
—Regresas el lunes, Yoongi. —Hoseok rueda los ojos—. Además, recuerda venir recargado, porque estoy seguro de que ese trabajo es tuyo. Te llamarán durante el día.
—Pierdo la energía lejos de ti.
—Dramático. —Toma su mentón para acercarse a su boca y besarlo un par de segundos—. Nos vemos en la tarde. Recuerda no recibir a nadie. Si viene mi padre e insiste, me llamas, ¿está bien?
—Está bien. —Yoongi entorna la mirada un momento, pero al ver la sonrisa deslumbrante de Hoseok termina contagiándose—. Te amo. Ve con cuidado.
Tras dar un asentimiento, Hoseok sale hecho un rayo en dirección al estacionamiento para dirigirse al centro. Sabe que es el jefe y que nadie va a regañarlo por llegar a la hora que desee, pero detesta ser un irresponsable. También lo considera un acto de mala educación. Le gusta predicar con el ejemplo. Claro que el tráfico no está de acuerdo. Un minuto más tarde de lo usual y las calles son un verdadero lío para lograr llegar. Termina dando su gran entrada dos horas tarde a su horario habitual.
—Pero mira quién apareció —menciona la voz clara e indignada de Seokjin a su espalda. Hoseok gira de inmediato—. Buenas noches, director.
—Kim Seokjin —saluda Hoseok con una pequeña sonrisa—, te recomiendo bajar el tono de tus palabras si no quieres estar en problemas conmigo. Que no se te olvide.
Ambos terminan riéndose casi de forma escandalosa y caminan en dirección al ascensor para dirigirse al despacho de Hoseok.
—Te traigo los informes. Creo que ahora sí están listos. —Seokjin deja un alto de papeles sobre la mesa—. También están en tu correo y la plataforma del centro, que, por cierto, iba a pedirte que hables con el de informática para que haga modificaciones, porque es una real basura.
Hoseok toma el papeleo incansable que tendrá que revisar hoy (el cual va a tomarle todo el día) y le echa una ojeada rápida, al mismo tiempo en que se acomoda en su asiento.
—Estamos recién implementándola, Seokjin, ten paciencia. Sabes que tarda su tiempo lograr que todo funcione de la forma correcta.
—Pero ¿le dirás?
—Sí, sí, le diré más tarde. —Mueve su mano por restarle importancia y Seokjin se cruza de brazos—. ¿Alguna novedad en mi ausencia?
—Ah, sí, que Namjoon no llegará hoy. Está enfermo.
—¿Y cómo es que no me lo dice a mí?
—Iré a saber yo. Sólo eso. Podrías llamarlo.
—Claro, señor obvio.
—En fin, buen día, director.
—Buen día, señor Kim.
Con mala cara y algo de preocupación, Hoseok marca al número de Namjoon. Se tarda al menos tres llamadas seguidas en contestar, y su voz suena tan desgastada que la preocupación en su interior se vuelve genuina.
—¿Qué pasa? —pregunta Hoseok—. No estás, y me avisa Seokjin que no vendrás hoy.
—Sólo tengo una gripe algo fuerte —dice Namjoon con la voz ronca—. Iré mañana. Siento no avisarte. De hecho, Seokjin me llamó temprano, por eso sabe.
—Me importa que estés bien, no a quien le avises, Nam. Cuídate mucho, ¿sí? Si quieres puedo pasar a verte en la tarde.
—¿Y me traes sopa de pollo?
—No sé hacer de eso.
—Yo sé de alguien que sí y que cocina de maravilla, que casualmente está en tu apartamento y se hace llamar tu novio.
Hoseok ríe bajito.
—Bueno, veré si Yoongi quiere hacerlo. Podría ir a verte junto a él, ¿te molestaría?
—No...- —Las palabras de Namjoon son interrumpidas por un ataque de tos áspera que hacen a Hoseok arrugar el entrecejo—. No —reitera, aclarando su garganta—, está bien si quiere venir. Aunque no sé si sea buena idea que venga cualquiera, estoy muy enfermo y tu novio débil.
Sopesa sus palabras y se las traga de mala gana. Namjoon tiene razón, pero también se preocupa por su estado, no suena para nada a una gripe común y cualquiera.
—Nada que una mascarilla y mucho desinfectante no solucione —dice entonces con triunfo.
—Eres el mejor, por eso te amo. Voy a dormir un poco ahora. Me avisas si vienes.
—Descansa, Nam, y toma paracetamol.
Nunca pensó que leer los informes de Seokjin se le haría tan aburrido, pero aquí está, cabeceando cada dos líneas y bostezando cada párrafo que termina. Es el fin de mes más duro que ha tenido, considerando, además, los hechos recientes en su vida que por más que no quiera se terminan mezclando con todo.
Las personas no son una en cada sitio, por más que lo pretendan, siempre hay un poco del otro en cada lugar. A Hoseok jamás le ha gustado mezclar su vida con el trabajo, pero eso cambió cuando conoció a Min Yoongi. Ahora todo camina hacia el mismo sitio. Como él, que deja los papeles a un lado y se levanta para caminar directo hacia el hogar en busca de una distracción e intentar despejar su cabeza para volver con las pilas recargadas.
En el mismo transcurso, recibe una llamada de Yoongi.
—Amor —contesta con una sonrisa.
—Hola. Perdón por llamarte en horario laboral, pero quería preguntarte algo.
—Sí, dime. —Abre la puerta enorme que da paso al hogar e inmediatamente el aire parece cambiar.
—¿Los horarios de visita para ver a Junkyo siguen vigentes?
Hoseok alza ambas cejas en forma de saludo hacia algunos de los cuidadores y trabajadores del hogar que se encuentran de camino al despacho de Chaewon.
—No —menciona con una sonrisa—, pero podemos volver a arreglar eso. De hecho, justo estoy aquí. —Da unos golpes a la puerta del despacho de Chaewon, recibiendo una suave «adelante» que toma de inmediato—. Le diré a Chaewon.
—Está bien. —No puede verlo, pero Yoongi está sonriendo y él lo sabe—. Gracias. Te veo más tarde.
—¿Qué es lo que tienes que decirle a Chaewon? —pregunta ella con una ceja enarcada—. Buenas tardes, por cierto.
—Hola, linda. —Hoseok se sienta sin problema frente a ella—. Tengo que pedirte un favor. Bueno, ahora son dos.
—Te escucho.
—Primero, necesito que reagendes las visitas a Junkyo, Yoongi quiere retomarlas, ¿es posible?
Chaewon sonríe a medias y alzas ambas cejas a la vez, insinuando que la felicidad tan expresiva de Hoseok no podría deberse por menos. Los últimos meses no había estado mal para nada, de hecho, todo estaba funcionando y él era el mismo de siempre, pero es notorio cuando alguien vuelve a embobarse y él lo estaba más que nunca.
—Claro, no hay problema. —De inmediato sus manos se mueven sobre su computador y luego en búsqueda del libro de las visitas que siempre deben firmar quienes van para anotar otra vez los datos de Yoongi—. Cuéntame de lo otro mientras hago esto.
—Es un poco incorrecto, y la verdad es que no podía hacerlo sin avisarte, por más que tenga toda la información en un click. —La mirada de Chaewon se alza al instante—. Quiero revisar si hay alguien interesado en Taehyung tanto como yo.
—Denegado —masculla Chaewon—. Antiético de su parte, mi querido director.
—Me lo esperaba. —Hoseok se cruza de brazos—. Lo intenté.
—Sólo espera, Seokkie, verás que todo sale bien y podrás estar con Taehyung. Ni siquiera te darás cuenta de lo rápido que pasa el tiempo.
—Sí, lo entiendo. Sólo quería apoyo para hacer algo malo.
—No sabes hacer cosas malas, ese es tu problema.
—Tengo miedo de que una familia se lo lleve, sólo por ser una familia y que lo hagan infeliz. Por demás, voy a extrañarlo. —Desvía la mirada, apenado.
Los ojos de Chaewon lo miran con la misma tristeza durante unos segundos, y luego se recompone y alza el mentón para darle una despedida cordial, mencionándole que todo estará bien y que Yoongi puede visitar a Junkyo todas las semanas en el mismo horario de siempre.