Ese tipo de amor convierte a un hombre en un esclavo. Ese tipo de amor envía a un hombre directo a su tumba.
Me vuelvo loco, loco, loco bebé. Lo enciendes, luego te vas. Si, me vuelvo loco, loco, loco por tu amor.
¿Que puedo hacer cariño?
Me sie...
– ¿Cómo está Stevens? –Mark preguntó, mientras completaba expedientes.
– Está bien. Aún no despierta, pero está bien –respondí.
Después de desmayarse en la boda, Izzie entró al quirófano para sacarle el pequeño tumor que tenía. La operación fue peligrosa, pero por el momento, se mantenía estable.
– No quiero pensar en eso, quiero estar animada. Y, ¿sabes qué me animaría mucho? –sonreí.
Mark levantó sus cejas y sonrió. Si me había entendido. – Dra. Shepherd, la espero en el cuarto de descanso. – me susurró y se alejó.
Guardé los expedientes, lo seguí hasta entrar al cuarto de descanso y besarnos.
Después de nuestra sesión de sexo, los dos nos quedamos hablando y riendo en la cama. El me abrazaba, mientras yo descansaba mi cabeza sobre su pecho.
– Estaba pensando... –Mark comentó– ahora que Derek y Meredith se casan... ellos tal vez necesiten su espacio y nosotros el nuestro. Así que he estado pensado en buscar un condominio.
Lo miré por un segundo y luego miré el techo. Creo que esta era su forma de decirme que viva con él. Sinceramente, pensé que esta conversación llegaría cuando tuviéramos años de relación, no meses.
– Es perfecto. Cualquier día te ayudo a buscarlo y si quieres lo puedo decorar. Me alegra que tengas tu propia casa. ¿Tienes alguna cirugía hoy? –esquive el tema.
– De hecho, estaba pensando en que tú... vivas conmigo.
Me pare de la cama y me empecé a vestir. – No creo que sea una buena idea. Capaz... en unos ¿2 o 3 años?
Si quería vivir con él, pero, por experiencia, se qué apresurar una relación era lo peor que podría hacer.
Él frunció el ceño. – Pero.. Meredith y Derek viven juntos y son felices. Stevens y Karev se conocen tres años, y son felices. Todos ellos se están casando, conviven juntos y son felices –terminanos de vestirnos.
– Si pero... nosotros no nos estamos casando. –lo vi triste– Creo que no deberíamos discutir de esto. Cuando quiera hacerlo, te lo diré. Pero por ahora deberías respetar mi decisión. – intenté sonreir, pero él seguía triste.
