Ese tipo de amor convierte a un hombre en un esclavo. Ese tipo de amor envía a un hombre directo a su tumba.
Me vuelvo loco, loco, loco bebé. Lo enciendes, luego te vas. Si, me vuelvo loco, loco, loco por tu amor.
¿Que puedo hacer cariño?
Me sie...
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Los doctores practicamos el engaño todo el tiempo. Damos respuestas vagas a preguntas difíciles; no hablamos de dolores post operatorios, sino que decimos que experimentarán alguna molestia; si no moriste te decimos que la operación salió bien. Pero el placebo tiene que ser el mayor engaño de un médico: A la mitad de nuestros pacientes les decimos la verdad, mientras que para la otra mitad rezamos porque el efecto placebo sea real y nos convencemos de que se sentirán mejor creyendo que la ayuda está llegando, cuando la realidad es que los estamos dejando morir.
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Me miraba en el espejo de mi habitación y subía mi autoestima cuando escuché el sonido de la ducha cerrar; vi a mi novio saliendo del baño con una toalla en la cintura y el celular pegado al oído.
–Si, estoy comiendo... –pausa– Lo sé. Si, también duermo a mis horas... –de nuevo otra pausa– Mamá, no tienes que preocuparte tanto.
Escuchar la palabra "mamá" me hizo arquear las cejas en sorpresa; Jackson nunca hablaba de su madre.
Pasó a mi lado, me dio un beso en la mejilla y puso su dedo índice entre sus labios para que no hiciera ruido. Obviamente, no le hice caso. Le besé en el cuello y en su pecho haciendo que se le dificultará hablar. Gimió e intentó alejarse de mí. Solté una pequeña risa y seguí con lo mío.
–Mmm... no... no estoy solo. –habló, nervioso– Si, es ella... No es eso, me golpee el dedo del pie. Lo se... si ya se... ¿no te estas precipitando?... Esta bien, lo entiendo. Adiós. –Colgó su celular.
–¿Tu mamá te regañó, Jackie? –me burlé.
–Quiere conocerte. –respondió serio. Ay diablos. Solté una risa nerviosa, sin embargo, él lucía tan serio que dejé de sonreír–. Dice que no debería tenerte en secreto. Piensa que llevamos mucho tiempo juntos y que es hora que mi familia te conozca.
–¿De verdad? Que linda, pero ya conozco a tu abuelo.
–Si... de hecho, vendrá a la ciudad este fin de semana. –me comentó, desanimado– De seguro reservará el restaurante más caro de la ciudad.
La conversación parecía tornarse seria. Demasiado.
–Se está haciendo tarde –dije antes de que las cosas se volvieran más incómodas–, deberíamos irnos.
Lo obligué a cambiarse y salir de ahí para irnos al hospital.
[...]
Me puse a revisar los historiales del día para aparentar estar ocupada.
