34. Plan B

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La maltrecha puerta que tenía delante no le inspiraba ninguna confianza, y por las expresiones de desconfianza que tenían Uraraka y Todoroki, estaba claro que ellos tampoco querían adentrarse en la habitación que ocultaba aquella puerta corrediza metálica. No era solo que la puerta se encontrara en un desconcertante mal estado a pesar de estar hecha de metal, abolladuras y quemaduras adornaban cada pequeño rincón de esta, sino que además, al encontrarse entreabierta permitía que escaparan inquietantes sonidos a través de la estrecha rendija. Junto a la extraña puerta había un cartel que ponía "Taller de inventos 2.0" cuya pintura parecía haberse derretido en una de sus esquinas.

- ¿Seguro que este es su dormitorio? - Preguntó Todoroki.

- Chicos, tal vez esto no sea tan buena idea después de todo... - Dijo Uraraka.

- Tú lo sugeriste ahora no te eches para atrás - Replicó Bakugou.

- Ya pero... - Replicó Uraraka indecisa - Estoy cambiando de idea.

- Probablemente sea mala idea - Añadió Todoroki.

- No tenemos más opciones.

- ¿Seguro que no? - Preguntó Uraraka, inquieta por los bruscos golpes que se escuchaban tras la puerta - ¿Y si ella tampoco nos quiere ayudar?

- Demasiado tarde para arrepentirse, vamos - Dijo Bakugou abriendo la puerta de golpe.

¡Bam!

La puerta se estrelló bruscamente contra la pared contraria causando un gran estruendo que silenció los sonidos que antes se escuchaban salir de allí y dejando al descubierto la habitación. Definitivamente aquel dormitorio era muy extraño, cada pequeña esquina de él estaba ocupada por extraños artefacto de todo tipo, desde el suelo hasta la mesa, el desorden reinaba por todos lados. Algunos de ellos tenían formas reconocibles (guantes, pistolas, cinturones...) pero la mayoría daban la sensación de no ser más que chatarra.

Más que un dormitorio parecía un taller, tal y como anunciaba la placa junto a la puerta, aunque sin duda era uno muy desordenado. Una cama adornaba el fondo de la habitación pero estaba tan llena de cosas que sus sábanas apenas eran visibles, parecía más una mesa que una cama.

Sentada en el suelo, en el centro del autodenominado taller se encontraba su propietaria, quien los observaba a través de unas gafas de aviador que ocultaban sus ojos amarillentos.

Hatsume Mei los miró curiosa mientras se apartaba del rostro un mechón de rosado cabello que se le había escapado del descuidado moño que portaba. En sus manos llevaba unas extrañas gafas metálicas y un destornillador.

- Hola... - Saludó Uraraka algo nerviosa mientras intentaba formar una sonrisa.

La chica se levantó las gafas de aviador posandolas sobre su cabello y los observó con detenimiento.

- Vaya una forma de irrumpir en la habitación de los demás - Les recriminó Hatsume.

- Eso no importa, escúchame bien, tenemos un asunto que requiere de tu colaboración - Explicó Bakugou amenazadoramente.

Sin embargo, antes de que Bakugou pudiera dar un paso dentro de la habitación Todoroki se adelantó interponiéndose entre él y Hatsume.

- Esta vez hablaremos nosotros - Susurró Todoroki - Tú ya la cagaste bastante la última vez.

- ¿Perdona? - Replicó Bakugou con la voz entrecortada por la ira.

- Bakugou-kun cálmate por favor - Susurró Uraraka de forma que solo el rubio podía oírla - No podemos fallar, la necesitamos para salvar a Deku-kun. Por favor...

Ojos que no venWhere stories live. Discover now