30. Demasiado tarde

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Ren temblaba sin control pero sus temblores no tenían nada que ver con el helado aire de aquella noche de diciembre, ni con la nieve que se acumulaba bajo sus pies descalzos, ni siquiera era debido al hecho de no llevar ropa de abrigo a pesar de estar en el exterior.

No, un frío diferente le helaba la sangre, una fría certeza de muerte que lo llenaba de terror y helaba las lágrimas sobre sus mejillas más que cualquier frío exterior. Podía sentir como la muerte lo acechaba, alargando sus putrefactos brazos en su dirección.

- Busca a los críos y mátalos también - Escuchó decir a aquella fría voz que por fin había dejado de reírse.

Su corazón se desbocó por el miedo, quiso levantarse y huir pero sus piernas no le respondían, él sería el siguiente. Iba a morir, como lo había hecho su padre, suplicando en vano. Como lo había hecho su madre, gritando en agonía. Dentro de poco se reuniría con ellos, casi podía sentir el aliento de la muerte sobre él.

Su corazón latía desbocado, ansioso por dar el siguiente latido antes de que fuera demasiado tarde. Pero para horror de Ren el sonido era claramente audible para sus oídos. ¡Basta! ¡Por favor! Rezó con todas sus fuerzas para que aquellos hombres que ahora vestían de rojo no lo encontraran. Rezó también para que su corazón se callara y no lo delatara, temía que aquellos hombres escucharan los aterrados latidos de su corazón tan claro como los oía él.

Cerró sus ojos con fuerza, resignándose a lo peor, pero entonces, cuando pensó que nada podía empeorar, el destino se empeñó en demostrarle lo contrario. Un agudo grito atravesó la habitación seguido de unos pasos apresurados que se aproximaban.

- ¡Mama! - Gritó Sakura entre lágrimas.

No... ¿Sakura había salido de su escondite? ¡No! ¡Le había hecho prometer que no lo haría! Aquello no podía estar pasando ¿Por qué? Por unos momentos su mente se quedó en blanco, incapaz de atravesar la capa de miedo y horror que le impedía funcionar con claridad pero entonces la respuesta acudió a él con naturalidad, junto a un escalofrío que le recorrió la espalda. Sakura había escuchado los gritos de su madre tan claramente como él mismo los había oído, claro que había salido a buscarla.

- Atrápala - Dijo el hombre de rojo.

- Nooo - Gritó Sakura.

Se escucharon unos pasos apresurados, gritos, golpes, su hermana chillaba intentando huir de aquellos hombres y aun así Ren era incapaz de levantarse, sus piernas se negaban a moverse. Quería ir hacia allí, quería ayudar a su hermana, defenderla de aquellos hombres que la querían lastimar. Pero lo único que era capaz de hacer era llorar y escuchar, el miedo lo paralizaba impidiéndole casi hasta respirar.

"No... Todo menos eso... A ella no..."

- ¡Hermano! ¡Ayúdame por favor!

"Alguien... Quien sea... Por favor...."

- ¡Noooo! - Lloró Sakura.

¿Por qué nadie la ayudaba? ¿Dónde estaba la policía? ¿¡Dónde estaban los héroes que tanto admiraba!? ¡Cualquiera valía! ¡Por favor! ¡Quién sea!

- ¡¡¡Ahhhh!!!

- No la sueltes, a esta nos la llevaremos, será el pago de la deuda. Podremos sacar un buen precio por ella.

Se la iban a llevar, ¡Tenía que hacer algo! Tenía que levantarse... pero...

- La ventana está abierta, el otro mocoso ha escapado - Dijo uno de los hombres de rojo.

- Déjalo, no vale la pena perseguirlo, hemos cumplido nuestro objetivo.

Pero no era cierto, Ren no había huido, tampoco se había levantado. Si aquellos hombres, que llegaron de negro y se marchaban de rojo, se hubieran asomado a la ventana, habrían visto el rastro de las pisadas de Ren en la nieve y lo hubieran encontrado con facilidad, sentado bajo la ventana del comedor. Un niño incapaz de moverse por el miedo, con la piel pálida y los labios morados por el frío, un frío que no era capaz de sentir, ya que el miedo a la muerte eclipsaba cualquier otra emoción o sensación.

Ojos que no venWhere stories live. Discover now