2. Miradas

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La lección era tan sumamente aburrida a ojos de Bakugou que sin darse cuenta empezó a divagar entre sus pensamientos. De forma inconsciente sus ojos se posaron en cierto pecoso que se sentaba a escasos sitios delante de él. Al darse cuenta frunció ligeramente el ceño, ¿Por qué siempre acababa buscándolo con la mirada? Pero pese a todo lo observó unos momentos en silencio, incapaz de apartar la mirada. Izuku cabeceaba adormilado, por desgracia desde su posición solo podía ver su espalda pero estaba seguro de que de poder verlo de frente lo vería luchar por mantener sus párpados abiertos.

"Que adorable..." Se descubrió pensando, ruborizándose levemente ante el pensamiento.

¿En qué diablos estaba pensando? ¿Se había golpeado la cabeza sin darse cuenta? ¡Él no era así! O al menos eso creía, al parecer últimamente su cuerpo y su mente se esforzaban en llevarle la contraria. Durante toda su vida había conseguido todo lo que se había propuesto sin demasiada dificultad, no estaba acostumbrado a que las cosas se escaparan de su control. Pero ahora no estaba seguro de que era lo que quería y aquello lo frustraba.

"O si lo sabes pero te esfuerzas en negarlo..." Dijo una vocecilla en su mente.

¡Chsss! Alejó rápidamente el pensamiento de su mente, precisamente aquello era lo que más rabia le daba. Cuando se trataba de Deku nada salía como lo planeaba y lo peor, nunca se comportaba como solía hacerlo. Siempre había tenido muy claro quién era y a qué futuro lo llevaban sus pasos, pero cuando veía a Deku esa imagen se resquebrajaba, ese futuro tan estable que siempre había dado por sentado empezaba a difuminarse, dejando dudas y nervios en su lugar. Suspiró frustrado pues aunque se quejaba y negaba con todas sus fuerzas lo que en el fondo su corazón ya sabía, aquí se hallaba, escudriñando la espalda de Deku. Incluso a sus ojos sus palabras perdían credibilidad.

Izuku eligió justo ese momento para darse la vuelta y sus miradas conectaron, distrayendo a Bakugou de sus pensamientos y dejando su mente en blanco. Y por un momento Katsuki sintió como si el tiempo se hubiera detenido y no hubiese nadie más en el aula. Las mejillas de Izuku se tiñeron con un leve sonrojo y sus ojos brillaron como esmeraldas al sumergirse en el carmín de los suyos. Durante unos segundos ninguno de los dos rompió la conexión pero entonces Bakugou apartó la mirada rápidamente en un intento por esconder su rostro. Sentía sus mejillas arder, estaba seguro de que se había sonrojado, solo esperaba que Izuku no se hubiera dado cuenta.

No era la primera vez que sucedía, sus miradas siempre se encontraban y por alguna extraña y frustrante razón, todas y cada una de esas veces se ponía igual de nervioso. Bakugou sabía en el fondo que esto ocurría porque de forma inconsciente siempre acababa buscando al pecoso con la mirada. Y una pequeña parte de él, más cercana al corazón que a la razón, no podía evitar pensar con esperanza que Deku hacía lo mismo y por eso sus miradas se cruzaban constantemente.

Bakugou acalló rápidamente sus pensamientos e intentó concentrarse en la clase en su lugar, pero por más que lo intentó le resultó imposible prestar atención a lo que decía Aizawa-sensei. Su mirada se dirigía una y otra vez hacía Deku, hacía sus orejas enrojecidas, su nuca descubierta, su cabello sedoso... Incluso cuando se obligó a apartar la vista y en su lugar la clavó en la pared, sus pensamientos seguían llenos de él. Tenía que salir de allí, el revoltijo de nervios que era su estómago lo hacía sentir débil. Como odiaba todas aquellas dudas y nervios. A medida que pasaban los minutos, Bakugou cada vez se sentía más agobiado por los intensos sentimientos que sentía sin querer y aumentaba la desesperación por salir de aquella aula.

Después de lo que le pareció una eternidad, la clase finalmente acabó y Bakugou se dirigió hacia la puerta del aula a toda velocidad. Esquivó a Kirishima que había intentado acercarse para hablar con él y salió rápidamente, prácticamente huyendo de aquella aula. Necesitaba tiempo para pensar, para calmarse y recuperar el control que aquellas malditas emociones le habían arrebatado. Caminó apresurado, ansioso por salir del edificio y dejar todo atrás. Y cuando el aire fresco primaveral y el cálido sol del mediodía lo recibieron por fin suspiró aliviado. Bakugou echó a andar decidido, en dirección hacía los dormitorios pero una voz a sus espaldas lo hizo detenerse en seco. Una voz que justo en ese momento no quería oír.

Ojos que no venWhere stories live. Discover now