—Usted también tiene orden de captura, así que cállese señora.

Me ponen de pie esposándome las manos.

—Suélteme...

—¡Cállese!

Me muestran una hoja que ni alcanzo a leer.

—¡Oiga, oiga no sea idiota y deme una explicación de lo que está pasando! ¿Por qué me está arrestando?

—Es un caso reservado.

—¿De qué habla?

El tío de Alan se opone, se arma una algarabía y paso la vergüenza de mi vida cuando me sacan llevándome a la patrulla.

—Llame a mi superior —le pide Alan a su tío— No pueden arrestarme, así porque sí.

Forcejea.

—Debo saber qué diablos está pasando...—intenta decir y lo vuelven a abofetear...

—¡Guarde silencio!

—Ni siquiera me ha leído mis derechos... De hecho, no sé porqué me está arrestando...

—¿Tiene idea de los derechos que está violentando? —me quejo— Trabajo para una entidad judicial.

Me meten al vehículo a la fuerza, a Alan le ponen una bolsa negra en la cabeza y entro en pánico cuando noto que es un secuestro, Alan forcejea también y le entierran un puñetazo que lo deja inconsciente.

—¡¿Que le hicieron imbéciles?! —grito asustada—¡¿Alan?! ¡Alan!

Empiezo a patalear asustada cuando no reacciona.

—¿Lo mataron? ¿Qué clase de policías son ustedes?

—¡Cállese señora!

Encienden la sirena y le grito a Alan que despierte, pero no me escucha la patrulla sigue en marcha y siento que me voy a mear cuando se desvían del camino que lleva a la estación de la policía.

—¡¿Me van a secuestrar?! —grito despavorida— ¡Auxilio!

Frenan en la parte de atrás de un edificio agrietado el cual era la antigua penitenciaria. Me niego a salir del vehículo, me toman de los pies, pataleo y me sacan a las malas echándome sobre el hombro del policía. El sitio apesta, esta oscuro y da miedo con las paredes a punto de caer.

—¡Mi papá es un francotirador y les va a volar los sesos si me hacen algo! —sigo pataleando.

Arrastran a Alan que despierta forcejeando.

—Si me está arrestando debe saber quién soy y exijo hablar con mi superior ¿Me oye? —exige— Demando la presencia de mi capitán Dominick Parker.

Nos meten a una celda quitando las esposas y uno de los supuestos policías le pide a Alan que se arrodille.

—¿Que va hacer? —me opongo— ¡¿Muéstreme su placa?!

Se niega, lo obligan y le ponen un arma en la cabeza.

—Tus últimas palabras imbécil...

Me le voy encima apartando el arma y me sujetan mientras arrojo patadas. Disparan el arma en el aire, Alan empieza a llorar y se me salen las lágrimas a mi también.

—¡Manada de cabrones suéltenlo!

—¡Quiero hablar con mi superior!

—Tus últimas palabras imbécil —insisten recargando el arma.

Alan colapsa con el cañón en la cabeza gritando mientras yo suplico que no lo maten. Llevan el dedo al gatillo y...

Deslizan la reja dándole paso a Parker, Simón y Patrick. Dejo de patalear con la mandíbula descolgada.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Where stories live. Discover now