—¿Para qué? —se aparta— Él es el único que me tendrá piedad cuando le ruegue.

—No tienes por qué rogarle...

—Es el único bueno —se lleva las rodillas contra el pecho— Él es el único que no me golpea, él y Lucían...

—Por favor —busco las fotos desplegándolas en la cama— Solo señálame, dime si uno de estos rostros se te hace conocido.

—Él no es malo, la señorita Dalila si —susurra— El amo no golpea, el amo me pregunta si comí y el amo dejaba que me acercara a los niños.

Vuelve a encerrarse y me causa tanto remordimiento que prefiero dejarla, más que una herramienta es una persona y duele que siendo tan niña haya pasado, por tanto. La dejo sola, no soy quién para presionarla.

—Laurens me llamo —me informa Stefan cuando vuelvo a la cocina— Le darán salida en dos horas.

—Avísale desde ya que no se puede quedar aquí —indico— Busca la manera de que se aloje en otro sitio, pero aquí no...

—Ángel...

—Stefan, no podemos confiar en nadie y tengo a la hija de Fiorella aquí —apoyo las manos en la mesa— En estos momentos hasta estoy considerando la idea de mudarnos o poner explosivos alrededor de la casa.

Me voy a la estufa embutiéndome la comida de los sartenes, no puedo estar falta de energía ya que mi cuerpo se debilita con cualquier cosa y es uno de esos días donde quiero llenar mis espacios vacíos con comida. Acabo con el tocino y espero que Luisa llegue a quedarse con Naomi. Peyton es quien me alegra el día soltándome una sonrisa preciosa, sonrisa que también me recuerda que falta poco para la cirugía.

—¿Puedes creer que está enamorada de Parker? —bromea Luisa— Cada que lo ve le extiende las manitas y Simón ya se puso celoso.

Me siento en la orilla del sofá viendo cómo la cambia

—¿A quién le gustan los alemanes? —le hago caras y suelta la risotada.

Luisa le consiente la pancita y de un momento a otro se me nublan los ojos con las lágrimas, al ver a mi amiga tan feliz. No quiero decir que es envidia porque yo nunca podré hacer eso.

Stefan le acerca el biberón y la muy coqueta también le sonríe a él, es como Simón que a toda hora esta alegre.

—¿Puedo dárselo yo? —me ofrezco.

Me la da y la acomodo en mi regazo mientras Luisa me hace un resumen de todo mientras Stefan se arregla, ira al evento de hoy ya que anda trabajando de la mano con Bratt.

—Hace poco estaba leyendo el perfil psicológico del coronel, el que hacen anualmente

—¿Y? Encontraste la cura a su alto nivel de egocentrismo. 

—No, pero descubrí que no está dispuesto a adoptar bajo ninguna circunstancia, supongo que es algo que debes saber.

—Da igual —me enfoco en Peyton — Cada vez lo veo más lejos y lo peor es que entre más obstáculos más lo quiero, estoy realmente jodida. A veces hasta se me cruza la idea de anhelar un amor estilo Stefan y Bratt.

—Se desciende del cielo al infierno y una vez envuelto en llamas no se sube, Rachel —se ríe — Los demonios no entran al reino de los cielos, no porque no puedan es porque para ellos nunca será suficiente.

Me arranca una sonrisa.

—¿Me estás diciendo demonio?

— Y de los peores —recuesta la cabeza en mi hombro — Nunca dejaras de ser mi mejor amiga.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Where stories live. Discover now