La abraza moviéndome el puñal cuando ella se aferra a sus brazos, empinándose a darle un beso en la boca. Recuesto la espalda en la pared cuando una arcada me invade la garganta, el móvil me vibra y termino alejándome de la puerta.

—¿Sí? —contesto.

—teniente James, le hablamos de Irons Walls, queremos confirmar la cita que tiene con el reo...

Cuelgo, ahora no estoy para lidiar con Antoni. Alisto mis armas metiéndolas en el chaleco que cargo dentro de la chaqueta, tomo la placa y empaco cargadores.

—Cúbreme en lo que queda de la mañana —le ordeno a Dalton— Debo ir a casa, te veré en el evento al medio día.

—Sí mi teniente.

Reviso que todo esté en regla, no puedo descuidar las cosas con Naomi ya que si doy con Phillippe me quito un peso de encima. Todo está en orden, bajo rápido y le pido a uno de los escoltas que me lleve a casa. En 35 minutos estoy frente a mi edificio, el clima húmedo y gris me avisa que no es mi mejor día. 

—Vete —le ordeno al soldado— Los veré en el club.

—Como ordene.

Monitoreo todo desde el auricular y mantengo el radio encendido escuchando lo que hablan los escoltas entre sí.

Stefan está trabajando en la sala cuando entro.

—¿Como amaneces? —se acerca a darme un beso en la mejilla.

—No también como me gustaría —contesto— ¿Lograste algo con Naomi?

Niega.

—No para de pedir que la deje volver y paso toda la noche llorando.

Reviso el teléfono y no tengo llamadas de Paolo.

—¿Algo de Damon? ¿Paolo te ha informado algo?

—No Ángel, la única llamada que recibí fue de Irons Walls. Antoni quiere reunirse contigo.

—Ni me lo menciones —tomo las hojas de ayer y me voy a buscar a Naomi.

Esta en la habitación de huéspedes sentada en la cama sin tocar el desayuno. Se baño, pero trae la misma ropa sucia de ayer, no se ha recogido el cabello y este le cae desordenado por toda la cara.

—¿Como estas? —me acerco— ¿Dormiste bien?

Asiente entrelazando los dedos sobre su regazo, tiene la contextura y el perfil de las italianas, el cabello rubio le llega más abajo de los hombros y aparenta signos de desnutrición. Poso la carpeta en mis piernas sentándome a su lado y ella pone la debida distancia.

—Tienes un cabello muy bonito —me trago el vació que surge cuando le toco la cabeza, tiene contusiones que se sienten con el mero toque — ¿Te gusta la alcoba? Si te apetece podemos darle... No sé unos toques según tu gusto... A tu edad a mi hermana menor le encantaba todo lo gótico...

Le reparo las manos arañadas y los labios secos.

—Naomi, entiendo que estés asustada porque yo también lo estuve sin embargo debes entender que ya eres libre.

Se pone a llorar y me empaña los ojos a mí también, a Fiorella no le hubiese gustado saber que su hija está viviendo el mismo infierno que ella, la misma tortura que  soportó durante años.

—Oye —centro su rostro— Conmigo estas a salvo.

—Usted no los conoce —solloza en su idioma natal— A usted no la han lastimado.

—Si lo han hecho, cariño —le digo— Yo fui una víctima más, como tú, como Fiorella y para acabar con esta cadena debo saber quién es Phillippe...

LUJURIA  - (Ya en librerías)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt