Lectura 64. Otro Omegaverse 2/2

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La ciudad era un caos total, moralmente hablando, nadie sabía lo que era el amor al prójimo... todos centrados en únicamente ellos, llenándose de avaricia con el paso de los días y pensar que las castas habían sido creadas para que el hombre pueda convivir y amar, algunas veces a la fuerza, a su persona destinada; pero hasta eso había podido arruinar el hombre.

-Estoy en casa.- Aunque no podemos echar a todos en un mismo saco, sabemos muy bien que existen personas con un corazón puro y justiciero que por muchas razones no se había vido afectado con el pasar del tiempo.

-¡Hermano!- El pequeño rubio corrió a recibir a su hermano que por obvias razones había vuelto lo más antes posible, para encontrarse con un aroma débil, tenía un excelente olfato por lo que sabía perfectamente quien aún no se había marchado y se adentró en su hogar.

-¿Te has portado bien?.- Como ya le era costumbre le acaricio el cabello despeinando sus pequeños ricitos dorados, y aunque Gold no quisiera aceptarlo le hacía muy feliz ver a su hermano reír.

-Ya hermano...jump.- Pero Golden hizo un pequeño puchero al saber que tenía que pasarse el peine por el cabello una vez más.

-¿Nuestro invitado tomó las pastillas?.- Mencionó a la par que colgaba su mochila en el perchero, su rostro mostraba curiosidad pues le intrigaba aquel omega que había "rescatado" el día de ayer, que si no fuera porque había conseguido las pastillas equivocadas lo hubiera dejado en plena calle.

-Está en tu habitación... no ha salido en todo el día.- Golden se había encariñado con el invitado porque... bueno siempre estaba solo en casa y tener compañía había resultado muy agradable. -¿Está enfermo?.- Con la pequeña posibilidad de que su huésped se quedase más tiempo con él le resultaba entretenido, por lo que no pudo contener su sonrisa.

-¿Por qué tan alegre eh?- Cosa que no había sido ignorado por su hermano mayor quien estaba sirviendo el almuerzo que había hecho en la madrugada. –Sabes que no podemos quedarnos con él.- Trataba de hacer entender a su pequeño hermano que no podían, pues era una persona extraña, además de seguro tenía una vida de lujos, pues los omegas solo podían ser tenidos por las familias más adineradas y ser sometidos por los alfas más galantes. –Debe volver a su hogar, su pareja debe estar preocupado por él.-

-No tengo donde ir... quiero quedarme aquí... por favor.- Aquel bello omega envuelto en sabanas había escuchado una conversación que le era de interés y al no estar de acuerdo con el mayor de la casa, habló.- Puedo... hacer las labores domésticas...- Debía ver una manera de llegar un acuerdo pensaba el pelinegro. –Solo quiero... un techo para dormir, se los pido.- Un aroma embargo las fosas nasales de Gold, era tristeza y una necesidad a ser... amparado, no sabía qué clase de emociones le provocaba en su ser, lo único que sabía era que debía protegerlo... como diera lugar.

-No esparzas tu feromonas aquí.- Hablo serio y con la voz que le fue concedida. Al instante el olor se esfumo. Golden que no sabía que pasaba se dio cuenta del cambio de ambiente y por lo tanto vio a su hermano directo a los ojos mientras se aferraba a su pierna tratando de controlar su llanto. El mayor se dio cuenta de la mirada de su pequeño hermano y ablandó su rostro, sabía lo que estaba haciendo... asustaba a su hermano y no se lo permitiría. -Te daremos una semana... luego te vas.- Golden celebró y corrió hacia su nuevo amigo quien no dudo en levantarle en brazos.

-Soy Fred... un gusto.- Se presentó ante el pequeño el cual solo le respondió con una enorme sonrisa y con ánimo respondió.

-Soy Golden y ahora serás mi familia.- El pelinegro se sorprendió, pero aun así le dio una sonrisa a su nueva familia, nunca pensó en tener dicho honor.

101 Lecturas Golddy y GoldFred FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora