Lectura 35. Presentación.

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Presentación.

Ya había pasado un año desde aquel "emocionante" día, todo había cambiado desde que Owyn había revelado toda la cruda verdad. Freddy por su parte no tomo muy bien el hecho de tener una maldición de por vida, aunque ya se llevaba bien con Fred. Golden por su parte estaba demasiado confundido, el haber rescatado al castaño y recibir el impacto de "magia" no era lo más lógico que había hecho en su vida, pero se alegraba de que aquel ser hermoso con ojos azules estaba todavía con vida.

- Eres Golden, ¿verdad? - Pregunto una voz, el ojigris empezó a buscar al causante de esta, pero no había nadie en aquella habitación. Quizás alguna imaginación suya, los días de trabajo habían sido más largos que antes, quizás fue el estrés. - ¿Estrés? Y yo que pensaba que ibas a ser un poco más inteligente. –Otra vez aquella voz, un poco arrogante, pero ¿De dónde diablos salía esa voz? Acaso... -Por fin te diste cuenta, es una alegría. –No podía ser cierto, no ahora.

-Ahora no. –Era evidente, no había duda alguna. Estaba volviéndose loco.

Agarro un abrigo del perchero y emprendió marcha a la primera casa que se le ocurrió. En el transcurso la voz se reía, pero ¿De qué? De su ignorancia, de su pobre vida, de sus sentimientos.

-Oh se me olvidaba, me llamo Gold, es un placer. –Y como si de un espejo se tratara se vio reflejado, una persona de ojos negros, con colores opacos y melancólicos. Ningún toque de alegría.

En un principio pensaba en ir a la casa de su amiga Chica, pero estaba más que claro de adónde iba a ir. Sin importarle que se encontraba a solo dos pasos de aquella casa, giro sobre sus talones y corrió hacia la casa de su amigo castaño, como deseaba ser más que solo un amigo.

-Ya veo... sentimientos... mmm... que divertido, veo que tienes miedo, angustia, coraje que bonita mezcla de emociones Jajajajajaja.- Trataba de no escucharle, de no arrepentirse de su decisión, de no ir al puente más cercano y tirarse sin ningún remordimiento. Sabía que Freddy le ayudaría, confiaba en ello, confiaba su vida en manos de aquel ángel. –Tiene novia ¿Lo sabes no? - ¿Que si lo sabía? Golden cada día de su maldita vida se recordaba que no tenía oportunidad, que solo era un estúpido sueño; pero por su terquedad nunca lo acepto, sabía que solo era momentáneo y cuando el castaño estuviera solo, lo conquistaría acomoder lugar. No había tiempo para deprimirse, era tiempo de planear.

-Llegaste... Muy bien, te felicito...Admiro tu devoción... Veamos si puedes con la prueba final. - Y sin más se esfumo en el aire. Con algo de temor el rubio toco la puerta.

Un segundo, nada; dos segundos, nada. La paciencia no era uno de sus fuertes, pero podía esperar hasta el fin del mundo con solo verlo una vez más. Solo una vez más.

-Buenas noches Golden, ¿Qué te trae por aquí? - Sus ropas eran tan lindas como sus sonrojos, su cabello estaba desordenado, pero a la misma vez era precioso. Era imposible no enamorarse de alguien tan perfecto.

-Hola, esto...Freddy, quisiera hablar contigo. ¿Se podría? –Las manos le sudaban, su voz temblaba, su corazón latía aceleradamente.

-Oh claro, pasa. - Su voz era angelical, sus facciones eran divinas, bendita sea la cama donde hicieron a tan hermoso ser.

(...)

-Y por eso estoy acá... espero puedas ayudarme. –Y sus cabellos se opacaron y sus mechones nublaron su vista, no quería ver como aquel hermoso ser lloraba.

-No...- Susurro el castaño. - ¡NO! ¡FRED ESTO ES TU CULPA! - Y se echó a llorar, llevo sus manos a su cara para que nadie lo viera, pero era imposible no verlo, a cualquier persona se le estrujaba el corazón. –Perdón... snif... yo... n-no quería... perdón...- No se le entendía por sus hipidos, pero para los oídos del ojigris, todo salió más claro que el agua.

Se acercó al chico lloroso, a ese castaño que lo volvía loco; y sin palabra alguna lo estrujo contra sus brazos, tratando de calmarlo, tratando de ofrecerle paz y quietud. Unos segundos más y a lo que le temía sucedió.

-Te amo...- Su ansiada confesión llego... una respuesta negativa esperaba, aunque el tan amado destino le dio una respuesta que solo escucho en sus sueños más locos.

-Y-yo igual. –Dicho esto, enterró su rostro en el pecho del rubio y aspiro aquel aroma a colina que lo volvía loco. –Por favor jamás me sueltes. - ¿Acaso era una cruel broma? ¿Sus oídos estaban rotos? ¿Se había muerto? ¿Había alucinado? Aquellas dulces palabras solo salieron de esos finos labios... sin miedo, sin vergüenza... El destino y la vida no eran tan malas después de todo.

-Eso ni de broma. –Y se quedaron abrazados por un largo tiempo, solo puedo decir que... esta pareja es enserio tierna. Aunque...

Hay "personas" que no piensan asi.

-Okey... tu plan fallo "sombrita" –No muy lejos de ahí, estaba Fred con un nuevo amigo... o quizás uno que ya conocía desde hace tiempo.

-Ni que lo digas, bueno hicimos lo mejor ¿No? Fue muy divertido Jajajaja nunca me habia divertido tanto. –Aquella bipolaridad era genial... a ojos del rubio platinado. -Entonces ¿Ahora qué? ... mmmm... ¿Pizza?

-Qué te parece... - Lo agarró del brazo y lo jalo así sí mismo, todo ocurrido en cámara lenta, a pocos centímetros de sus labios, aquellos ojos negros se encontraron con los de su contrario; una mirada matadora y encantadora a la misma vez.

-Pizza y una cita ¿Qué me dices? –Susurro ganado un sonrojo por parte del pelinegro que lentamente asintió.

(...)

-Po-podrías soltarme... esto es incómodo. –Aquella posición tan comprometedora podría hacer imaginar muchas cosas.

-Un poco más. –El pelinegro sentado en las piernas de su contrario no era bueno... nada bueno.

-No creas que me tirare a tus brazos, tendrás que ganártelo, no soy un cualquiera. –Determinación era lo que poseía Fred, y eso le encantaba al rubio. El pelinegro se levantó y se dirigió a la cocina donde se calentaba una pizza.

-Me ganare tu corazón, tu tranquilo. –Dijo, mientras se coloca detrás del menor y rodeaba su cintura con sus manos y colocaba su mentón en el hombro ajeno. Aspirando aquel aroma a galletas y vainilla, una combinación simplemente perfecta.

-Eres un idiota. –Separándose bruscamente, fue al refrigerador a buscar algo para tomar.

-Tu idiota. –Y como un perrito siguió detrás de el...

¿Las cosas que te hace hacer el amor no?

Nos vuelve idiotas y desesperados; y nuestros personajes no son la excepción.


Roosal_Inda


101 Lecturas Golddy y GoldFred FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora