Lectura 63. Otro Omegaverse 1/2

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Dicen que las decisiones son vitales para el futuro de uno, aquellas incorrectas nos enviaran a un lugar equivoco mientras que las pocas acertadas que tomemos serán las que verdaderamente nos harán felices. Suena a la frase que puedes encontrar en cualquier periódico, pero si alguien te dijese que... aquella simplemente no te corresponde, que la decisión más grande e importante para ti... no la puedas elegir. Frustrante... ¿Verdad?

Pues en un mundo tan erróneo como el nuestro no es de asombro el ver tanta insatisfacción por parte de todo el planeta, tantas personas que desearon cambiar... su genética, su religión, su vida, SU CASTA.

La vida para muchas de ellas era difícil y dura. Con la llegada de las "castas" muchos desearon no haber nacido, simplemente porque no podían ser ellos mismos. Los alfas debían ser perfectos... y pobre de aquel alfa que no lo sea. Los omegas destinados para la crianza de niños... ellos se llevaban la peor parte todo gracias a algo llamado "celo". Y por último los betas... sombras que se escondían como ratas.

Tanta insatisfacción se convirtió en muerte y poco a poco las calles se llenaban de sangre y violencia, el pánico reinaba, especialmente en los omegas que no podían convivir con el tedioso celo. En conclusión el mundo está en declive.

-Maldita sea.- Un muchacho con muchas agallas luchaba por un par de medicinas, hasta que un corte le atravesó la mejilla. –Debo apresurarme.- No tenía tiempo de luchar debía volver con su familia y resguardarla, esa era su misión.

-¡Cobarde! ¡Ladrón!- Gritaba su contrincante al verlo correr como toda una gallina.

Mientras corría por las calles con una bolsa negra en mano se percató de que su enemigo ya no lo seguía, respiró aliviado y siguió corriendo a su hogar. Rogando que todo estuviese bien en su ausencia.

-¡Hermano mayor!- Suspiro aliviado al escuchar a su pequeño hermano, estaba bien y eso era todo lo que importaba. Amaba la sonrisa que le daba, lo llenaba por completo y sus instintos salían a flote. Lo cargo en brazos y se adentró a su pequeña, pero acogedora habitación.

-Estoy de vuelta, ¿Te portaste bien?.- Era una persona fría, pero la preocupación que emanaba de sus palabras era reconfortante como las de su amada madre. Como desearía que ella aun estuviera con ellos, sus cálidos brazos era lo único que quería sentir alrededor suyo, pero ya no podía ser...

-¡Sip! Limpie la casa un poco.- Dijo mientras se acostaba su cabecita en el hombro de su hermano. –El gato... regresó... estuve jugando con él...- Sus cansados ojos estaban por cerrar, trataba de estar despierto con todas sus fuerzas. -Le di un poco de comi- El sueño lo embargaba y sin poder resistirse se durmió en brazos.

-Tuviste un dia ajetreado ¿No es así?- Un suave beso en la frente de su hermanito fue dado para poder ir a su habitación y acostarlo. –Buenas noches.-

Tranquilamente se fue a recostar y dormir profundamente, sin embargo, para su desgracia esa misma noche todo cambiaria.

La luna estaba en su máximo apogeo alumbrando con todo su esplendor cada calle y callejón, las pequeñas estrellitas estaban a su lado apoyándola con todas sus fuerzas.

Un extraño levanto la vista solo para admirar la noche estrellada, suspiro y con todas sus fuerzas se levantó del callejón donde estaba; el viento corría por las calles y sentía como se colaba en sus huesos. No podía mantener el equilibrio era claro con solo verlo balanceándose de un lado a otro y sin poder hacer más... cayó.

Un ruidoso estruendo se escuchó, pero nadie corrió en su ayuda.

(...)

Gold se levantó temprano para poder hacer el desayuno e irse a la universidad que gracias a Dios aún seguía funcionando.

Mientras se despedía de su hermano y le daba algunas indicaciones de lo que debía de hacer en su ausencia notó algo peculiar, los botes de basura estaban extendidos por toda la calle y algo comenzaba a moverse en ese montón de basura.

-Entra al departamento.- Sentenció el rubio grisáceo.- Ahora.- Golden por su parte solo pudo hacer caso y entró rápidamente cerrando la puerta mientras lo hacía.

Se acercó lentamente al cartón de refrigerador que no lo dejaba ver completamente, cerraba el puño fuertemente solo por si una pelea se avecinaba.

-¡Auch!- Un adolorido pelinegro se levantaba de ese montón, dejando confundido a Gold, quien bajo el puño para contemplar a su contrario. Un pequeño muchacho pelinegro, piel blanquecina y unas ojeras rondando sus ojos.

–Me... due-le todo... Mier-. Su dolor era enorme no podía evitarlo, cayó desmayado.

(...)

-¿Don-de estoy?- Se encontraba en una habitación pequeña y al abrir los ojos lo primero que visualizo fue unos enormes ojos grisáceos que lo miraban con curiosidad incomodándolo un poco.

-Mi hermano te trajo, dijo que descanses y que tomes las pastillas que están en la mesita.- Golden salió de la habitación yendo a la cocina para traer algo de beber y dejarlo al lado de las pastillas.

- ¿Pas...tillas?- Fred se sobó la cabeza suavemente mientras recordaba todo lo que había pasado hasta ahora. –Mesi...ta...- Balbuceaba tratando de volver en sí, pasando unos minutos pudo entender donde estaba y lo que estaba pasando en su cuerpo. –Maldita sea... PASTILLAS... por favor... que sean... que sean...- Rogaba el pelinegro buscando con desespero en ese frasco las palabras que quería leer.

"OMEGA" sin pensarlo dos veces saco dos capsulas y se las paso rápidamente. Se tapó con las sabanas convirtiéndose en un capullo, solo podía respirar agitadamente y esperar a que pase lo peor. No sabe cuánto tiempo paso desde que se exilió, lo único que sabía era que estaba totalmente agradecido con ese niño. El pequeño le había traído agua y comida que degusto hasta el último bocado.

-Estoy en casa.- Las cosas iban a ser interesantes estos días.

Continuará...

Roosal_Inda

@LupitaandLupi no pude escribir una lectura completa sobre tu petición; sin embargo, será añadido a esta. Disfruta la lectura <3.

#YoMeQuedoEnCasa 

(Lecturas casi diarias por la Cuarentena de 15 días) 

101 Lecturas Golddy y GoldFred FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora