Capítulo sesenta y seis

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—¿Dónde está Brisa?

—Arriba, durmiendo —respondo—. Hace un rato ha vomitado, no se sentía bien.

—No la habrás dejado embarazada, ¿verdad? Porque le he traído una cerveza a ella también, y si espera un bebé tampoco podrá tomar —bromea.

—No. Dudo mucho que esté embarazada —respondo—. Tuvimos una especie de charla incómoda y tensa. Por eso te he pedido que vinieras.

Llevo la lata de Brisa a la heladera y vuelvo a la sala.

—¿Me has llamado para que resuelva sus problemas?

—No, te he llamado porque me tengo que ir por unas tres semanas a Canadá. Tengo trabajo y Brisa no puede ir conmigo por la universidad. Sé que es mucho pedir, que tienes muchas cosas por hacer, pero no puedo irme si no tengo a Brisa segura. Han pasado muchas cosas en los últimos tiempos y...

—Y tienes miedo de que pueda pasar algo con los locos —termina por mí.

—Exactamente. ¿Crees que podrás?

Mira hacia un costado, pensativo.

—Tendría que hablar con mis padres para que se encarguen de solucionar ellos algunos temas pendientes de la empresa, pero sí, sí puedo. Además, Brisa es mi hermana y no puedo dejar que nada le pase. De estar trabajando en otra empresa las cosas serían distintas, no tendría tanta libertad, no me dejarían faltar tanto, así que, qué bueno que tenemos nuestra propia empresa y que soy mi propio jefe —me sonríe y me siento aliviado.

Podré irme más tranquilo. Además, sé que a Brisa le vendrá bien pasar tres semanas al lado de su hermano.

—Te lo agradezco muchísimo, Isaac —Me pasa la lata de cerveza, y le doy un sorbo.

—No es nada, es mi hermana menor. ¿Cuándo te vas?

—Salgo en la madrugada.

—¡Oh!, temprano.

—Sí.

—¿A qué hora?

—A las tres y media.

—¿Y por qué has discutido con Brisa?, ¿es porque te tienes que ir?

—Sí, pero fue más porque tengo que besarme con alguien en una grabación. No es que haya sido una discusión, fue más una charla tensa —le recuerdo.

Me mira con algo de asombro.

—¡Oh!, ya entiendo... Yo también estaría molesto si estuviera en su lugar —declara.

—Sí, por eso no me enojo con ella.

—Si te enojaras serías un...

—¿Un idiota?

—Esa es la palabra correcta —afirma bebiendo un largo sorbo de cerveza—. ¿Ella te ha pedido que no te beses con la chica?

—No, porque sé que ella comprende que es parte de mi trabajo, pero obviamente eso no significa que no le inquiete.

Brisa

Me despierto un poco mareada y con pocos ánimos. El otro día vomité y hoy pasó lo mismo. Puede ser coincidencia, pero las dos veces pasaron muy cerca y eso me hace poner nerviosa, pero no tanto como para estar asustada. Hay gran posibilidad de que mi descompostura se deba al hecho de enterarme de que Gastón se besará con otra mujer. Descarto el embarazo. Estoy con la regla.

Me siento celosa de solo pensar en Gastón con otra... imaginarlo besando otros labios, así todo sea de ficción, es algo que no me gusta y no quiero que pase, pero... ¡lo tengo que aceptar! Cuando el capítulo del beso se estrene no lo veré para no estresarme.

Decido tomar una ducha larga de al menos media hora. Cuando salgo del baño del cuarto, Gastón está esperándome sentado en la cama. Quería un momentito a solas antes de tener la charla del beso, pero sé que tendré que escuchar y dar mis opiniones sin tener otro momento de preparación mental.

—¿Te sientes mejor?

—La ducha me ha ayudado, sí.

—Me alegra saberlo.

—Gracias —respondo simple. Siento que la situación está más incómoda de lo que debería ser, y no me gusta, pero como no puedo tomarme las cosas a la ligera, todo parece en tensión.

Sé que mi comportamiento es inmaduro, porque ya me ha pasado lo mismo con Liam, cada vez que él se tenía que ir yo lo aceptaba, pero igual me molestaba. Sin embargo, con Gastón me pasa que puede que yo entienda su viaje, pero lo que realmente me molesta o lo que más me molesta es que tenga que besarse con otra mujer. Y no quiero compartir sus labios con alguien más. Es complicado.

Enchufo la secadora de pelo. Al menos el molesto ruido acalla el ensordecedor silencio. Gastón se mantiene viéndome en la cama, siguiendo cada uno de mis movimientos. Me dan ganas de pedirle que haga otra cosa en vez de mirarme, pero me contengo porque no quiero ser mala con él. Dejo la secadora al terminar y me siento a su lado.

Estoy grande para andar pateando la charla para otro momento. Gastón se irá dentro de unas horas, ni loca lo dejaré ir sin que hablemos.

—La otra vez me puse celosa cuando te tuviste que besar con una chica en el vídeo musical en el que participaste, pero en ese momento no éramos nada, así que me lo tomaba más a la ligera, pues no tenía por qué reclamarte. Ahora es distinto, porque sí somos novios, y sí, Gastón, sé que es tu trabajo y lo voy a aceptar sin enojarme, pero eso no significa ni va a significar que me guste lo que va a pasar.

—Lo sé, Brisa. —me responde comprensivo.

—Y te voy aclarar una cosa, sabes que yo no estoy para juegos, así que no se te ocurra andar haciendo cosas que no debes, mientras yo me quedo aquí esperando a que vuelvas. —le puntualizo tajante.

—Jamás te engañaría.

—No está de más aclarar las cosas —respondo seria.

Sonríe un poco.

—Te ves hermosa cuando te pones tan autoritaria, ¿sabías?

—Gastón, no es momento...

—Sí es momento —se me tira encima en un intento de abrazo.

Eso me hace reír un poco.

—Oye, no, ¡me estás aplastando!

—¿Me estás diciendo gordo?

—No, te estoy diciendo pesado.

—Eso sigue sin sonar bien —responde, y me hace cosquillas.

Si hay algo que odio, son las cosquillas. No me dan gracia, me dan ganas de pegarle a quien me las hace.

—¡No!

—¿Ya sientes ganas de pegarme? —se ríe. Él me conoce mucho.

—Sí, ¡ya detente! —le pido. Esto es muy incómodo.

Pero él no se detiene hasta pasado uno o dos minutos. Y como venganza, cuando me deja libre, tomo el vaso con agua de la mesita de luz y le lanzo el líquido en la cara. 

 

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Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now