Capítulo cincuenta y cuatro

Start from the beginning
                                    

—Ya no podía seguir perdiendo clases. No por culpa de un idiota tengo que perder mi último año de universidad. Sería una tonta si me quedo en casa a deprimirme porque alguien no me quiere. Yo puedo sola. No lo necesito —expresa con seriedad y firmeza. Me gusta que hable así, que sepa lo que es mejor para ella.

—¡Así se habla!

—El fin de semana que viene puede que vaya a casa a hablar con mamá y papá. Tienen que saber sobre esto. No puedo ocultárselos.

—¿Quieres que te acompañe?

—No. No hace falta. Tengo que hacerlo sola.

—¿Segura?

—Segura —responde, y noto que hay algo que le incomoda. Y no es solo por lo de ir a decirle la noticia a sus padres—. ¿Crees que... él venga?

—¿Matt? —Arrugo la nariz—. No. Lo dudo mucho, amiga. No ha estado asistiendo a las clases desde hace días. ¿Recuerdas que te lo dije?

—Sí, pero... ¿crees que venga hoy?

—¿Tú esperas que sí? —la miro.

—No, no quiero verlo otra vez. Creo que le he agarrado miedo después de todo.

—Y yo no te juzgo —asiento.

Después de las clases, Stef y yo decidimos pasar un rato juntas y nos vamos para su casa. Mi hermano irá en un rato, así que podré verlo otra vez. La verdad, me sorprende mucho la rapidez con la que Isaac y Stef se han hecho amigos. Mi hermano siempre fue muy social, siempre tuvo esa facilidad para hablar con la gente y hacer amistades, pero nunca pensé que estaría uniéndose tanto a Stefanía.

Creo que Isaac se siente atraído por ella. A veces, él tiene ciertas actitudes al hablarle y al mirarla, que me dejan con la sospecha. Pero espero que él sepa que este no es el momento para que mi amiga empiece nada con nadie, no la está pasando bien, y acaba de terminar la relación que tenía con el padre de su futuro bebé.

Terminamos una tarea pendiente, y me voy a la cocina a preparar palomitas de maíz. A la mitad de la película, el timbre suena y Stef se levanta para abrir la puerta. Isaac no tarda en aparecer en la sala y saludarme.

—Te traeré algo para tomar. Tengo el jugo que te gusta, Isaac.

—Gracias —le sonríe y cuando desaparece Stef, él se voltea a verme—. Bri, estaba pensando que podíamos salir a bailar los cuatro juntos. Stef ha tenido muchas cosas en la mente y le haría bien salir a divertirse uno de estos días. ¿Qué te parece? Sé que ella se negará, pero podemos convencerla. Cuando su panza crezca, ella no podrá salir a bailar, y cuando el bebé nazca, mucho menos.

Pienso sus palabras. Isaac tiene razón, Stef es de las personas a las que les encanta salir a bailar. Ama moverse, le gusta beber en las salidas y ponerse bonita para ocasiones como estas. Después se verá limitada. Tiene que salir ahora que puede. Tal vez no beberá, pero bailará mucho con nosotros.

—¿Te parece?

—Me parece —respondo.

Una hora después logramos convencer a Stef de salir. Al principio se negó, pero yo notaba que, por dentro, ella se moría de ganas de decir que sí. Eso fue lo que me motivó a seguir insistiendo.

—¿Te paso a buscar más tarde? —me pregunta Gastón al otro lado de la línea.

—Sí, eso sería genial. No tengo ganas de pedir un taxi. Menos de noche.

—De todas formas, si me decías que no, te iba a ir a buscar.

—¡Qué posesivo! —bromeo.

—Solo me preocupo por ti, no pienses que mi intención es poseerte.

—Lo sé. Era una broma —le hago saber—. Entonces, ¿seguro que sí quieres salir con nosotros a bailar este viernes?

—Tenerte a ti moviendo tu culo de lado a lado, con tu espalda apoyada en mi pecho... No me lo perdería por nada.

Me pongo colorada.

—Brisa —rompe el silencio, y algo raro en su voz me pone alerta.

—¿Qué pasa?

—Es Sofía.

—¿Qué hay con ella? —resoplo.

—Se muda hoy. Iré a su casa a ayudarla con sus bolsos. ¿Te molesta?

¿Hoy?, ¿tan pronto? Sabía que no sería dentro de mucho, pero no pensé que ese día sería hoy. Un atisbo de celos me recorre el cuerpo entero y ya no hay rastro de una sonrisa en mi cara. ¡Maldita Sofía! Esto no me gusta nada.

—¿Brisa? —Habla—. ¿Sigues ahí?

—Aquí estoy —intento ocultar mi molestia.

—¿Estás enojada? Sí, estás enojada, ¿cierto?

—No.

—¡Ay, Brisa!... no lo niegues. Tu sequedad lo aclara.

—Solo es un poco molesto, pero estoy bien.

—Cuando la traiga a casa prometo ir a buscarte donde Stef para pasar un rato contigo. ¿Quieres? Y no pasará nada con Sofía. Te lo prometí.

—Sí, pero ella no. Pero sí, anda. Después ven a buscarme. Y no te tardes mucho, por favor. Y que no se te haga la linda porque la pondré en su lugar yo. Y sabes cómo soy cuando me enojo.

Suelta una risa juguetona. Yo también termino riéndome un poco porque, a pesar de estar un poco incómoda con esto, su risa es tan bonita que se me contagia.

—No me tardaré. Te extraño, y eso que no ha pasado mucho sin vernos.

—¡Adiós, Gastón! ¡Te quiero!

—¡Te quiero! Y solo a ti, recuérdalo.

—¡Adiós! —respondo, con una sensación extraña en el estómago.  

  

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now