Capítulo cincuenta y cuatro

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—Lo sé. A decir verdad, yo tampoco. Pero que no confíes en ella no significa que tienes que desconfiar de mí. Yo no te voy a engañar.

—Sé que no —contesto.

—¿Entonces...?

—¿Entonces...? Gastón, ¿cómo te sentirías si yo estuviera embarazada de Liam, y le pido que viva conmigo? Sé que no es exactamente lo mismo, pero imagino que sería incómodo para ti.

—Por supuesto que lo sería —concuerda con algo de molestia. No es un secreto que a Gastón no le cae para nada bien Liam.

—Entonces comprendes lo que me pasa.

—Sí, obvio que sí, y por eso temía decírtelo, pero te pido por favor que confíes en mí, ¿sí? De verdad. Confía en mí. Te lo pido. No quiero que esto nos separe. Me siento atado de pies y manos.

Me quedo en silencio. Gastón toma un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja. Luego me acaricia el brazo y la mejilla con ternura.

En este momento tengo dos opciones. Una de ellas es pedirle que se vaya y que las cosas queden como están. Y otra es pedirle que me bese y hacer una tregua. Y para ser sincera, quiero mucho la segunda opción. Sigo molesta, que no se me malinterprete. Pero no quiero volver a estar mal con Gastón. No tengo que dejar que Sofía nos arruine, porque seguro es lo que ella pretende.

—Brisa, por favor...

—¿Prometes que, si ella se pasa de lista, la pondrás en su lugar? No importa si es algo pequeño, tienes que...

—Lo prometo —asegura, con voz firme y decidida—. Haré lo que tú quieras.

—No se trata de hacer lo que yo quiero, se trata de hacer lo posible para que nuestra relación siga caminando todos los días, y que Sofía no sea la piedra que arruine nuestro camino.

—Caminaremos juntos, no te preocupes. Ella no arruinará nada. No la dejaremos.

Busco su nuca en la oscuridad y, cuando la encuentro, tiro de él hacia mí para que me bese. Su boca se encuentra con la mía. Sus manos tocan mis caderas, las presionan, las disfrutan. De beso en beso pasamos a caricias y de caricias pasamos a hacer el amor de una manera intensa, como si no lo hubiésemos hecho durante mucho, como si hubiésemos acumulado las ganas. Y así nos quedamos juntos, dormidos hasta el amanecer...

Horas más tarde, me preparo a los apurones para ir a la universidad. Compramos un café en el camino para no llegar tarde y para al menos tener algo en el estómago. Después de ello, aprovecho el momento para dejarle en claro a Gastón un par de cosas sobre la convivencia que tendrá con Sofía.

Siempre me consideré una persona celosa, y aún me molesta saber que ella vivirá en su casa, pero no me queda otra que aceptarlo porque, me guste o no, Gastón será padre de un bebé de ella. No volví a enojarme con él por esto, pero sí le aclaré otra vez que no toleraré que Sofía se acerque a él más de lo debido, e incluso, le pedí que hablara con ella para aclararle que, lo único que los une, es el bebé. De seguro, para algunas personas esto podría parecer extremo, o no sé, pero desde mi punto no creo que lo sea. ¡Las cosas como son! Cada uno en su lugar.

—¡Te quiero! —le doy un besito en los labios y le sonrío—. Gracias por traerme.

—¡Te quiero! —me responde, robándome otro beso.

—¡Adiós! —lo saludo cuando me bajo del auto. Me saluda con la mano y me doy la vuelta para caminar hasta la entrada de la universidad, donde me espera Stef.

—¡Buen día! —me saluda.

—¡Amiga! —me acerco para abrazarla—. Es bueno tenerte de vuelta en la uni. Se te extrañaba por aquí. —le manifiesto con emoción.

Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now