Capítulo cincuenta y dos

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Brisa

Después de unas largas y necesarias horas de sueño, me levanto de la cama tratando de no despertar a mi acompañante. Fue un poco difícil lograr que me soltara porque me tenía bien agarrada, como si no quisiera que me fuera nunca.

Gastón está dormido profundamente, si se levantó en la madrugada solo fue por un vaso de agua, pero luego lo traje hasta la cama y volvimos a descansar juntos, oyendo cómo las gotas de lluvia golpeaban la ventana y cómo el viento la sacudía.

—¡Ay! —me quejo, agachándome para sobar mi dedo pequeño del pie. Me acabo de dar con la pata de la silla del escritorio.

Me doy la vuelta para ver a Gastón. Pensé que mi gritito lo había despertado, pero sus párpados siguen cerrados y su respiración todavía es tranquila. Eso me da ternura y sonrío, a pesar del fuerte golpecillo. ¿Cómo se define la combinación de una mueca de dolor con una sonrisa de placer?

Me ducho rápido y voy a la cocina a preparar el desayuno. Gastón no se ha despertado y eso es bueno, quiero ser yo quien le lleve el desayuno a la cama. Aunque, bueno, no sería exactamente el desayuno porque son las once de la mañana. Preparo huevos, tocino, jugo de naranja, café y tostadas. Es demasiado para dos personas, pero quiero sorprenderlo.

Contesto el celular cuando lo escucho sonar.

—¿Diga? —respondo sin ver quién es.

—Hola —saluda Stef.

—¡Hola! ¿Cómo estás hoy?

Suelta una queja.

—Bien..., pero no taaan bien.

Frunzo los labios.

—¿Puedes venir más tarde a casa? Como a la una. Voy a almorzar con Isaac afuera.

—¿Con Isaac?, ¿afuera?, ¿qué te ha hecho querer salir de la cama o del sofá? —quiero saber.

—Tu hermano me suplicó que saliéramos. Y bueno, acepté porque creo que es lo menos que puedo hacer, después de que se ha estado quedando en casa conmigo durante estos días para cuidarme.

Sonrío de satisfacción.

—Es bueno que salgas. Me alegra. Espero que la próxima vez lo hagas por ti y no por él. Pero, oye, ¿ha pasado algo malo?

—No tanto... Fue incómodo en su momento, un poco desagradable también, pero me encuentro bien ahora que me he calmado un poco.

—¿Segura? —pregunto recelosa—. Me preocupas.

—No te preocupes. Después hablamos, ¿sí? Te voy a enviar un mensaje cuando ya esté en casa otra vez.

Stef se mantiene en mis pensamientos por un rato, pero cuando llego al cuarto y veo a Gastón sobre la cama, una sonrisa se estaciona en mi semblante y me concentro en lo guapo que se ve. Dejo la bandeja con comida sobre la cama y me acerco hasta su cuerpo para moverlo.

—Aún quiero dormir —se queja, y yo sonrío.

—Pareces un niño quejándose por tener que levantarse para la escuela.

—Tengo sueño —aclara—. No he dormido bien los últimos días.

—Lo sé, pero tienes que comer algo, Gastón. El desayuno es la comida más importante del día. Además, te lo he preparado con mucho amor. Y traje crema para que le pongas a tu café porque sé que te gusta. ¡Ah! y también tengo tu mermelada favorita. Sus ojos, molestos por el sueño, se abren.

—Si fueras otra persona te diría que te lleves el desayuno —responde, sentándose en la cama—. Buenos días —dibuja una sonrisa y se acerca a besarme. Respondo su beso y me separo para tenderle su taza de café.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora