Cap. 1

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Escucha, yo...- eres mi hija, sí. No olvides tomar tus pastillas, por favor. Te voy a extrañar—, finalizó la llamada su madre.

Con una mueca de total desagrado tiró el celular al asiento del copiloto, manteniendo su vista fija en el camino, pues ya estaba anocheciendo y la visibilidad era casi nula, lo último que quería era arrollar algún animal o peor aún a alguien.

Me va a extrañar, ¿me va a extrañar? Con un demonio. Pensó sarcástica, casi ofendida, y quiso reírse a carcajadas. Yo creo que contaba los días para poder sacarme a patadas de su departamento. A fin de cuentas solo se lo facilité.

Ya tan solo estaba a unos cuantos minutos de llegar a Beacon Hills. A unos cuantos minutos de llegar a la casa de su padre. A unos cuantos minutos de empezar esa nueva pesadilla. Esa nueva vida.

Acomodó sus gafas redondeadas en el puente de su nariz, y soltó el aire que retenía, por su nariz en un suspiro cansado. Relajó su postura siendo repentinamente consciente de lo tensa que se hallaba, descansando su espalda en el asiento.

Debía relajarse. Debía hacerlo si no quería que su padre la sacara a patadas de su casa, también. Debía fingir ser la hija ideal.

Debía fingir ser alguien agradable.

Porque definitivamente no quería terminar en la calle. Otra vez.

Miró su reflejo en el espejo retrovisor de su auto, y a pesar de la poca iluminación notó lo cansada que lucía. Tenía grandes bolsas oscuras bajo sus ojos, tenía los mismos hinchados a causa de haber llorado por horas. En sus mejillas bañadas de pecas aún habían rastros de lágrimas secas. Miró sus brazos, cubiertos por una gran sudadera, sabiendo que bajo la tela habían oscuros moretones.

Regresó su vista el espejo, fijándola unos segundos en la cicatriz que atravesaba su ceja izquierda, como intentando recordarse a sí misma que existía aquella marca. Un doloroso recuerdo.

Suspiró nuevamente. Estaba exhausta. Llevaba días sin dormir y sin comer absolutamente nada. No tenía energía para nada.

Acomodó la palanca de cambios en el número cinco y aceleró; llegaría rápido, y aprovecharía la noche para dormir -si es que lo conseguía- sabiendo que su padre ya le había preparado todo para que el lunes fuera a la escuela. Un hombre muy eficiente a decir verdad.

Siempre tuvo una buena relación con su padre, sin embargo cuando él huyó de sus responsabilidades con ellas, parte de la confianza que ella tenía en él, se había roto. Al cumplir la edad suficiente para entenderlo, su madre le había contado la verdadera razón de su partida. Entonces, cualquier vestigio de amabilidad o mínimo respeto humano hacia el hombre que se hacía llamar su padre, era acompañado de un tono irónico y muecas sarcásticas. 

Y entonces pasó. Su madre, después volvió al pésimo hábito llamado: alcohol. Justamente el día de su cumpleaños. Entre gritos la mujer le vociferó a su hija que era culpa de ella, le gritó lo mucho que la odiaba a ella y a su padre. Le gritó y reclamó por las deudas y pagos atrasados que tenía, a causa de las peleas y problemas que la muchacha causaba. Le grito que era culpa suya todo lo malo que le pasaba. En un arrebato de furia, la tomó con fuerza de los brazos, dejándole así las marcas violáceas y verdes que yacían en sus brazos.

Rió sin gracia, recordando el detonante de tal pelea con su madre. Había tinturado su cabello, pasando de ser castaña a tener varios mechones rubios cenizo. ¿Sí había sido eso? Se cuestionó a sí misma, la verdad con su madre nunca estaba segura, ¡No! Ya recuerdo... la hallé revolcándose con mi novio, claro.

Recordó también a su amigo, su único amigo en toda la vida, allá en San Francisco. Y ahora lo estaba dejando.

No era muy socialble o amable siquiera. Al contrario, era -como la describían- tosca, sarcástica, irónica, narcisista, egocéntrica, malhumorada... y todos sus derivados.

Bad News || Derek Hale [Teen Wolf] (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora