Cap. 75

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—¿Cómo empieza?—, cuestionó Deaton a Satomi, quien había llevado a la clínica veterinaria del primero, un miembro de su manada para ser atendido.

—Con fiebre. El cambio se vuelve incontrolable. Colmillos, garras, transformaciones completas injustificadas. Nos fuimos al bosque en cuanto comenzó. Luego... no podían estar de pie y lo peor fue la ceguera repentina.

—¿Total?

—No pueden ver nada. Y después de eso, solo les quedan pocos minutos de vida.

Mientras Satomi narraba, Deaton trataba a aquel fornido hombre. Sus ojos estaban blancos, colmillos y garras afuera, de su nariz y orejas escurría un líquido negro -parecía alquitrán.

( . . . )

—¿Qué es eso?

—Naloxona, debe despertar.

—Pensé que dijiste que debía descansar.

—Eso fue antes de que el CDC pusiera en cuarentena la escuela con Scott, Stiles y Valeska adentro.

Y tras las palabras de Melissa, Braeden despertó de un salto. Derek solo observaba con atención, mientras en su mente regañaba infinitamente a Valeska por ser tan terca.

—Braeden, te dispararon, estás en el hospital y ya estás a salvo. ¿Puedes decirme qué le sucedió a la manada de Satomi?—, interrogó rápidamente Melissa.

—Ya te dije, los envenenaron...-

—No—, lo interrumpió Braeden—. Los infectaron con un virus... diseñado exclusivamente para matar hombres lobo. Y funcionó. Los mató a todos.

( . . . )

—¿Carreritas?

—Qué graciosa. Mira cómo me río. Sí sabes que puedo caminar, ¿Verdad?

—¿Y para qué es la silla de ruedas?

—Los doctores insistieron, creo que dijeron que tal vez podría perder el equilibrio o algo así—, se encogió de hombros con simpleza—. Como sea, voy al baño, no tardo.

—Señorita, debe permanecer en la fila—, un hombre del CDC, cubierto en un traje como salido de película de terror, le advirtió.

Ah, sí. El CDC había llegado a la escuela a los pocos minutos de la llamada de la madre de Lydia, habían cerrado la escuela y puesto la misma en cuarentena. Ahora todos hacían una fila para que se les realizaran exámenes de sangre, y aquellos que marcaran positivo -en Dios sabe qué- serían separados del resto del grupo, como medida de seguridad.

—Escuche, usted está haciendo su trabajo y lo entiendo, pero ahora mismo debo ir al baño o de lo contrario usted tendrá que limpiar el desastre. Y, créame, es algo que ninguno de los dos quiere. Así que... ¿Me permite?

El hombre con un suspiro se hizo a un lado y Valeska avanzó empujando las ruedas de su silla para avanzar.

Tal vez debió haberse quedado en el hospital. Tal vez debió obedecer a las quejas de Derek y de los doctores. Tal vez debió dejar la terquedad para después...

Porque en ese mismo momento se sentía de la mierda, y -tal vez exageraba pero- creía que lo que fuera que Sydney hubiese tenido... Se lo había contagiado.

Se encerró en el baño unos largos minutos.

Lavó su rostro más veces de las que alcanzaba a recordar, estaba ardiendo en fiebre, se sentía realmente mareada... Y una parte de ella quería creer que era por la abstinencia causada gracias al doctor que ordenó inyectarle morfina la otra noche. Quería creer eso. Pero, maldita sea, no era ni un poco convincente.

Bad News || Derek Hale [Teen Wolf] (1)Where stories live. Discover now