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Los atardeceres se volvían más oscuros y las madrugadas más heladas.  Las tardes de los jueves más prolongadas y sin sentidos, cuando su cuarto era su prisión y una agonizante corriente recorría su cuerpo. Tardes sin sentidos y llenas de dolor. Podría pedirle a su hermana prohibir los jueves.

Y un día jueves sería perfecto para pedirle, justo un día como hoy. Uno frío, antes de que su agonía empezase. Le temía a dicho día, y no quería seguir sintiéndolo.

Se quitó los zapatos para no meter mucho ruido al caminar por los interminables pasillos del palacio sin vida. No le gustaba mucho andar por ahí ya que sentía que, de la nada, una bestia lo atacaría hasta matarlo o que algo lo observaba por todos lados, pero a la vez sin saber de dónde.

No iba a mentir, seguía siendo un niño pequeño que necesitaba protección. Otra razón por la que tampoco le alegaba a su hermana. Ella lo protegía y no podía quejarse por tonterías como un dolor o una enfermedad. No podía pedir más de lo que ella le estaba dando, un lugar donde dormir y protección del mundo cruel y despiadado, uno que nunca encontraría sino en sus libros.

Recapacitó unos segundos, no, mejor no la molestaría, simplemente iría a verla unos minutos, quería un poco de mimos. La soledad era tormentosa y terrible, lo consumía hasta la médula, no gustaba sentirla

Se escabulló en silencio para buscar el cuarto en el que estaría su mayor, probablemente en el gran salón de presentación.

Y efectivamente, allí se encontraba ella. Tan majestuosa como siempre, con un hermoso vestido negro platinado y su corona tan imponente, no había dudas de que ella era increíble ante sus ojos. A sus pies estaba un chico bastante apuesto, pero su acompañante se veía mucho mejor, aunque, lo más probable, es que sean delincuentes y ella les está dando su condena.

Pero las apariencias engañan, querido Jinnie.

Toda esa majestuosidad que su mayor irradiaba se convirtió en horror. ¿Qué le estaba haciendo al primer chico? Le espantó tan siquiera respirar. Y sin mencionar que una ola de dolor empezó a invadir su cuerpo. Hasta ese punto, no sabía qué lo predominaba. Si miedo o dolor.

Un nudo se formó en su garganta, tan horrorosa, tan triste, una promesa rota y un chico hecho polvo. ¿Algo más de una tarde? No, gracias...

El otro chico sobrante fue alcanzado por los guardias, lo más seguro es que se lo llevarían a una mazmorra.

Se escondió entre los grandes pilares y le dejó el paso libre a los guaridas que se llevaban al atractivo muchacho al calabozo.

Pero no fue suficiente.

- ¡hijo de perra, sácame de aquí! - le gritó enfadado. Sin embargo solo se escondía más. Aquel escalofriante muchacho le daba una severa mirada, una que hacía que él quitase la suya y se escondiera entre sus manos asustado.

No saldría por nada en el mundo, él le gritó, él le insultó. Él era malo y le haría daño. Su hermana lo encerraría para que no lo lastimara, eso haría si se lo pedía.

- ¡ayúdame!, ¡te lo suplico! - le volvió a gritar. Y esta vez, dudó. Quizás... ese hombre no era malo....

¿Y si lo liberaba por la noche para decirle que no le vuelva a insultar? Esa sería una oferta arriesgada, ¿o no? Ese chico quizás tenga bondad y le pediría disculpas por sus tratos si lo dejaba en libertad.

Podría proponérselo a su hermana, así nadie más estaría en peligro. Pero tuvo miedo... Y la voz resonante de su hermana llamando a su nombre lo comprobaba.

Se quedó quiero en su lugar, en silencio. Bajó la mirada y esperó a que todo se calmara. Sin embargo, la tela de un vestido se ganó bajo su mirada y se quedó helado.

- Jinnie... - esa profunda voz femenina llenó sus oídos e hizo eco en el lugar en cual se escondía. - ¿por qué estás aquí?

Los gélidos dedos de su hermana rodearon su rostro e hizo que lo elevara para mirarla. Nadie, en todo el mundo, podría soportar su fría mirada.

- ¿vienes a pedirme algo, Jinnie? - le iba a hablar, a abrir los labios, pero tuvo miedo. Los ojos de la chica conectaron con los del adolescente. - ¿cuándo aprenderás que todo lo que hago es por tu bien? Salir de tu habitación es peligroso. ¿Por qué quisiste salir?, ¿¡quieres más seguridad de la que ya tienes? - su hermano negó apenado, sellando sus labios. - anda, Jinnie, ve a tu cuarto.

Asintió con un nudo en la garganta y se marchó lentamente, se sentía apenado. Fue una mala idea salir, pues salió dañado 2 veces, salió asustado 2 veces. Su cuarto era su santuario, el único lugar donde estaba a salvo. Afuera es malo, adentro es bueno.

Y volvió a guardar silencio.

Se encerró en su lugar bueno y se atrevió a soñar, lejos de aquí, lejos de lo oscuro que podía ser su mundo. No le gustaba quedarse despierto durante la noche, no le gustaba estar en la oscuridad que ella le daba para descansar, así que siempre, al momento de dormir, dejaba unas velas encendidas.

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Creo que esta historia la vengo cultivando desde hace 2 años, desde el 2018 :3
Finalmente es publicada :D
Espero que les guste UwU

crystal loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora