XIII: El camino del villano

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Flug respiró el ambiente ligeramente frío del campus. Estaba a cubierto bajo un árbol en campo de atrás de la escuela como cada día desde que empezó el curso hacía ya un mes y medio. Dentro de no mucho haría demasiado frío como para pasar los descansos y comidas en el exterior. Suspiró, observando a una prudente distancia como Thomas, su compañero de cuarto, jugaba junto al resto del equipo rugby. Era una concentración de testosterona de la mala, violentos, descerebrados, más fuertes que él. No lograba entender cómo se valoraba más en aquel sitio la bravuconería que la brillantez intelectual.

—En realidad lo que quieres es acostarte con todos ellos. — el eco de esas palabras retumbaron en su cabeza de una forma peculiar. Se giró para ver a Alice sentándose a su lado.— Con los equipos deportivos y con animadores.

—No mientas, Alice. — refunfuñó Flug, no era un ninfómano, solo tenía sus juegos con sus compañeros y compañeras de instituto. Alice se rió. Su rostro parecía una máscara con dos círculos rojizos que parecían colorete. Un cabello negro con las puntas hacía arriba y con una larguísima túnica negra sobre el uniforme.

—Solo bromeaba, amigo mío.

Alice era una compañera de clase, se había conocido durante las primeras semanas del curso y enseguida había entablado una curiosa amistad. Ella era una especie de demonio, tenía la habilidad de la telepatía y algún que otro que se resistía a compartir con el muchacho. Algo muy curioso de lo que se había fijado es que ella jamás JAMÁS hablaba normalmente, jamás había visto que abriese la boca para algo que no fuese comer o beber su zumo de melocotón con pajita como en ese instante.

—¿Te sigue molestando el idiota de tu compañero de cuarto?

—Solo a veces. — contestó evasivo.

—Ayer os vi, él y su grupo estaban empujándote y llamándote marica.

—Creo que me ofendería más si me llamasen hetero. —bromeó Flug pero Alice lo enfrentó sin ganas de bromas.

—También vi a la gata azul poniéndote de nuevo ese cubo de basura en el comedor, ¿es por eso que no has vuelto?

—Solo la provoqué un poco, no sabía que iba a ponerse tan...Mira es igual, aquí se está bien, es un lugar agradable.

Alice terminó su primer mini brick de zumo y continuó con el siguiente. Pronto la nieve comenzaría a caer y haría demasiado frío para las excusas de Flug. El chico no era el foco de los abusones, tenía ganado cierto respeto en la escuela, sin embargo la gente sin cerebro puede sentirse amenazada y atacan. Ella no era una mujer impulsiva, no usaría su poder a menos que fuese necesario. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, una frase que no solo se aplica a los hacedores de bien.

Las sirenas empezaron a escucharse por todo el patio deteniendo la actividad de quien estaba fuera. De las puertas salieron en estampida profesorado, alumnado y personal junto a una preocupante humareda, después llegaron los estallidos de cristales y las llamas, que se intercambiarían con el personal de bomberos que trataría de apagar el incendio. Flug y Alice observaron la escena con un encogimiento de hombros, no era la primera vez que pasaba. Cuatro meses de curso hacían a cualquiera acostumbrarse hasta a las más bizarras situaciones.

—Parece que a Candela no le gusta el invierno.

—Eso y que le gusta demasiado prenderle fuego a las cosas.



Dururú Dururú. El tono de llamada de su teléfono lo sacó de su espionaje, aunque tendrían que pasar dos llamadas perdidas para que a la tercera decidiera contestar.

—Dígame.

—Joseph— la voz de Zoe Hart lo recibió con tono molesto preparando la reprimenda.

Un joven rubio almorzaba a una distancia prudencial de la escuela. Podía ver lo ocurrido gracias a unos prismáticos, aunque no había que ser un lince para ver la columna de humo ocasionada por la princesa Candela.

—Hola, jefa. Me pillas trabajando.

—Joseph. Vuelve. Te estás exponiendo demasiado.

—Estoy tomando un sándwich, nada más.

—¿Susan te está ayudando? —preguntó Zoe frustrada—Escucha, sé que es difícil, para los tres es muy complicada la situación. ¿No crees que Susan tendría más derecho que tú en ir a verlo a escondidas? — Debía ser extraño colaborar con la madre y el primer amor del asesino de tu madre, saber que vive su vida tan feliz sin posibilidad de vengarte para calmar tu corazón. Pero Joseph prefirió callarse eso.

—A la distancia, no me he acercado.

—Todavía no. No tenemos consolidada nuestra posición sobre el resto de grupos, si te perdemos, nos dejarías en una posición comprometida. Tu condición no es para que te vayas por ahí sin avisar.

—Volveré cuando se apaguen las brasas...te lo juro.

Apagó la llamada y después el teléfono. Joseph estaba seguro de que podía controlar sus ataques, habían pasado suficientes años para acostumbrarse y poder manejarlo.

Cerró los ojos y pensó en la noche que le cambió. La imagen de Lunática aparecía sin avisar, un fantasma de sonrisa retorcida y mirada escarlata. Los ojos rojos de la locura. La sensación había sido aterradora pero llenándole de una emoción peculiar, se sentía ansioso por ver más de aquellos ojos rojos que lo absorbían a vivir en ellos pero que al mismo tiempo le despertaban un pavor desconocido para él. Esa energía lunática se introdujo en su cuerpo, en su mente, hasta romper algo dentro suya y quedarse a vivir. Ahora tenía episodios de locura que poco a poco habían quebrado la actitud pura del joven Johnstone.

—A veces siento que soy un híbrido, ¿sabes?

No había allí nadie más que él.

—Cuando Lunática murió, anhelaba que su hechizo también muriese. —se levantó y sacudió su ropa— No llegué a conocerla realmente pero a veces siento que está conmigo de algún modo. —se mantuvo para ver el final del incendio en la escuela— Ahora me da igual. Tan solo quiero llegar a ti, Flug, y llevarte a donde perteneces, de donde nunca te debiste ir.



Alice--> si observáis la foto donde sale la clase de Flug en los videos de orientación, hay una mujer que coincidiría con la descripción de Alice en este capítulo. 

Joseph-->el retorno del hipo prodigo <3 amadlo. 

Villainous- Brillante estrella fugazOnde histórias criam vida. Descubra agora