P: Las aventuras del pequeño Flug

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Black hat leía el periódico en el salón de la casa en una noche nublada iluminado con el fuego de la chimenea. Se sentía incómodo, aquello era totalmente nuevo para él, y no hablo de la afición mal sana del villano de leer la prensa, sino de aquella situación con Flug.

El pequeño niño se había creado con un mar de sillas y una manta vieja una especie de refugio o bunker. Llevaba varias horas ahí metido sin la supervisión del adulto. A veces escuchaba su infantil risilla, alguna queja o sonido mecánico. La curiosidad invadió al gran villano hasta el punto que estaba más pendiente de Flug que de leer el periódico. Black hat se reprochó su actitud, él había vivido millones de años como para dejarse distraer por un niño humano que tenía como herramienta, no le permitiría seguir distrayéndolo.

Una nueva risita infantil provocó que apartase el periódico de su vista.

—Flug ¿qué estás haciendo ahí metido? Llevas mucho rato y no me gusta. Si tienes algo privado que hacer tienes un cuarto, el suelo no es lugar para ti.

La cabecita del chico apareció por un lado del refugio improvisado, estaba con algo de sudor en su frente, también algunas manchas y una gran y encantadora sonrisa. Estaba emocionado sin duda, lo que llamó más la atención de Black hat.

—Enseguida termino, jefecito. Quiero darte una sorpresa, espera un poquito más.

Negándole el derecho a reclamar, Black hat solo pudo ver como el niño se escondía dentro del refugio de nuevo. ¿Una sorpresa? ¿Qué clase de sorpresa podría darle un niño a una entidad tan antigua como él? No existía nada que no hubiera visto antes. Quizás era alguna ofrenda o regalo hecho con simples macarrones, parecía ser una costumbre humana.

No tuvo más tiempo para divagar, Flug salió del bunker con un pequeño control en sus manos y todavía más emoción en el rostro. Se adelantó unos pasos hasta quedar a media distancia de su tutor. Black hat alzó una ceja.

—Jefecito quiero presentarte a...—movió la palanquita del control hacia delante, al instante del bunker salió un pequeño robot con bombín, no era más grande que una botella de vino, si diseño era tosco, su movimiento lento y poco fluido, bastante mediocre—¡Hat bot!

Flug controló al robot para que exhibirlo moviéndolo por el lugar. Black hat lo miró asombrado. Era algo ridículo pero aún así se vio maravillado y cuando le sumó el rostro ilusionado del niño, sintió un gran orgullo. El niño apretó uno de los botones que incluía el mando y el robot saltó un poco, la máquina se resintió por el acto, tomándose unos momentos antes de ejecutar la siguiente orden de su señor.

—¿Lo has hecho en clase?

—No, lo hice aquí en casa con piezas que había en el laboratorio. ¡Lo hice yo solito! —no paraba de saltar mientras agarraba una de las mangas de la ropa de Black hat. Sin venir a cuento, cambió su actitud a una más tímida— ¿Te gusta?

—Es...bastante impresionante—reconoció tomándolo de los hombros — ¿Puede hacer cosas malvadas?

Flug apretó otro de los botones y al hat bot le salieron una especie de garras que atacaron al Doctor Greasestain nada más entró en el salón. No ocasionó más que un par de arañazos pero el susto y el grito ridículo del científico regordete valieron una buena carcajada.

—Muy buen trabajo, Flug.—dijo acariciando la cabeza del niño.— ¿Qué quiere, doctor?—su tono se endureció.

El doctor se aclaró la garganta mientras miraba con desprecio a Flug por un momento y apartaba al robot suavemente de su camino.

—Señor...—el científico iba a hablar, iba a exigir que Flug dejara de robar material del laboratorio, iba a montar una escena si hacía falta pero...pero la mirada que le echaba su jefe...indicaba peligro, era la de una bestia depredadora a punto de echarse sobre su presa—puedo volver en otro momento.

Villainous- Brillante estrella fugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora