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Demencia había salido ilusionada de la mansión, la amenaza escurridiza ataca de nuevo. Podría demostrarle su amor a su novio Black hat, conseguir muñecos nuevos y dar de comer a las palomas. El líder de la organización estaba enfurecido, destruyendo todo lo que se interponía en su camino. Nadie, absolutamente nadie, se iría de rositas. La sola acción de pensar en engañarlo debería acabar con su vida, si la intención se había convertido en acción, tenían los segundos contados.

Pero en ese momento Black hat no podía más que permanecer contenido en su despacho, absorbido en su propio enfado, no es que no quisiera salir de ese lugar por dañar a cualquiera de sus compañeros de piso, es que está cegado por su ira, tanto es así que ya no distingue su entorno, no diferencia su propia persona del resto.

De entre los aullidos infernales y el sonido de la destrucción se escucha el rítmico caminar de un joven científico y un osito azul por los pasillos. El protocolo de contención estaba listo para actuar, solo necesitaban alejarse de la acción. Namor los seguía a trompicones. Los alaridos del gran villano penetraban en su mente, la estrujaba, le hacía ver cosas que no eran reales. Se limpió la nariz con torpeza, tenía un poco de sangre.

—En cuanto encontremos a Belén, salimos de aquí. — dijo Flug en cabeza.

Le resultó extraño que ni 5.0.5 ni Flug presentaran el mismo malestar. En la entrada pudo divisar a Belén abrazando sus rodillas en una esquina, parecía la más afectada. Se balanceaba compulsivamente, quizás no pudieran moverla de ahí. Sus ojos apenas parpadeaban, también sangraba por la nariz y tenía un hilo de baba que evidenciaba que había vomitado, (aunque si querías evidencia de eso solo tenías que ver el charco a su lado, no la boca). Namor se fijó en sus piernas desnudas y en sus brazos, tenía marcas de trallazos.

—Haz que pare. Haz que pare. Haz que pare. Haz que pare. — Belén repetía la misma frase como un mantra. Muy muy bajito.

—¿Pero y que hay de Black hat? — preguntó con cuidado de no tropezarse con un pulpo ¿Por qué había un pulpo en medio de recibidor? ¿Era un pulpo de verdad si quiera?

—Ahora mismo es mejor estar lo más alejado de él que podamos. Demencia está fuera, los hatbots están preparados para situaciones como esta.— Desplegó un panel de control al lado de la puerta de entrada de la mansión. Comenzó a teclear códigos mientras el oso se escondía tras la bata blanca de su creador y el delantal de Namor. Este ultimo trató no echar la pota.—Nosotros nos iremos a dar un paseo. Namor, toma a Belén y vámonos.

—Pero señor yo tengo prohibido salir sin el permiso de Lord...— Belén salía de su trance para murmurar esa frase con alegría. Definitivamente no estaba en sus cabales. Su mirada perdida, como temblaba su labio inferior.

—Belén, no he pedido tu opinión. —sentenció Flug con una voz fría.—Vámonos.

Namor tomó a la mujer y salieron de allí. Un contundente sonido mecánico se escuchó a su espalda nada más salir al exterior, la casa estaba asegurada a prueba de Black hat. O mejor dicho, el exterior estaba a salvo de Black hat. 5.0.5. tomó con mimo a la pelirroja y la mano del sirviente, los dos siguieron al confiado científico por las calles de la ciudad que poco a poco se tornaba silenciosa.



—¡Cosas bonitas, cosas bonitas de temporada! — gritaba una gitana desde su humilde puesto.

Hoy era día de mercado en la ciudad. Miles de puestos y tiendas de todas las variedades se extendían por toda una calle que Namor y 505 se habían recorrido para hacer la compra en incontables ocasiones. Pero hoy estaba tranquilo, desierto. El rumor de que andaban por la zona se había corrido rápido. Quizás pareciera algún héroe para detenerlos, aunque no estaban haciendo nada malo por ahora, nunca se sabe qué idea deambula por la cabeza del doctor Flug.

Villainous- Brillante estrella fugazWo Geschichten leben. Entdecke jetzt