VII: El camino del villano

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—Madre, ¿cómo puedo saber qué es lo correcto? —preguntó una pequeña niña de piel oscura a su madre cuya piel se asemejaba a la más pura nieve que caía en esa zona de Rusia que era su hogar.

La mujer dejó su lectura junto a la chimenea para meditar la pregunta de su hija. Una chispa recorrió sus ojos de gélido violeta para ensanchar su permanente sonrisa de villana.

—Nunca puedes estar segura del todo. —sentenció encogiéndose de hombros—Siempre habrá quién opine que lo que haces está mal. Siempre habrá quién quiera pararte los pies, hacerte dudar, hacerte daño. —la niña bajó la cabeza entristecida por la respuesta siempre fría de su madre. La mujer trató de calmar esa sensación acariciando su cabecita— Lo importante es que tú sepas que es lo correcto y seas feliz con tus decisiones y actos. Y luches por ello hasta las últimas consecuencias. Da igual que tus actos sean reprochables por los demás, mientras tú estés bien, nada más importa.

Aquel recuerdo venía a la mente de la heroína Cardióloga treinta años después, mientras afianzaba el control del cuerpo del político. El hombre trataba de resistirse inútilmente pero por más que reuniera fuerzas jamás lograría detener el avance de la pistola en su mano a su cabeza. La heroína había aprovechado una noche aburrida en la que el político no estuviera derrochando su corrupta fortuna para infiltrarse en su mansión y atacarlo. Había sido sencillo obligarle a coger el revólver que guardaba en su escritorio, y es que controlar a una persona por medio de la propia sangre de su cuerpo la convertía en un títere ideal.

—Por favor, no lo hagas. — suplicaba en susurros arrancados. Pese a tener las cuerdas vocales hinchadas por el amplio volumen de sangre que ahí Cardióloga había enviado. —Te daré...te daré lo que quieras. Dinero, poder, todo. Por favor no me mates.

—Eres un político corrupto, que ha usado su influencia para enriquecerse y enriquecer a otros con malas prácticas. Has mentido a tus ciudadanos, los has envenenado con tus mentiras...ensuciado sus aguas, un negocio de falsos fármacos, has asesinado a miles y condenado a innumerables personas. No mereces más misericordia que la que te ofrezco en este instante.

—¡Es la política!

—Y esto justicia.

Con solo pensarlo Cardióloga movió el dedo del millonario que acariciaba el gatillo. Un estruendo rompió el silencio y parte de la compostura de la heroína pero solo por dentro.

—Black hat manda recuerdos. —murmuró al cadáver antes de poner sobre la mesa la carta de suicidio falsa que el gran villano le había facilitado.

Contempló el cadáver son un semblante serio de siempre. ¿Cómo podía su madre ser feliz matando a la gente? ¿Cómo alguien puede dejar escapar una sonrisa en un acto tan terrible? Esto no es divertido, es un asesinato. Ha obligado a un hombre a quitarse la vida. La heroína de la caperuza roja odiaba matar, tan solo lo hacía cuando no tenía más remedio.

—¿Hice bien? —aquella pregunta no dejaba dormir a Sara por las noches ahora la asaltaba incluso en su día a día—¿Estoy haciendo lo correcto? Soy una heroína títere del más poderoso de los villanos. Asesino a quien le desafía, soy la verdugo del mal. Pero a quienes asesino son malas personas, villanos, corruptos, abusadores, ladrones... ¿pese a todo no estoy cumpliendo con mi labor de defensora del bien?

Su novia, Chris, le decía que luchara, que no se dejara manipular por el gran villano, que ella tenía el poder para ponerle fin a todo. También le había dicho que luchara por ella, por ellas, por su hija Zoe, que no lo hiciera por el mundo, que no lo hiciera como Cardióloga sino como Sara Hart, que aquello había durado suficiente y vaya si tenía razón. Se sentía corrupta, encerrada y con la mente perdida.

Se sentía con la respiración agitada, su cuerpo y su mente se hundían en un pozo confuso y miserable del que cada vez era más consciente que le llevaría a su dramático final.

Los héroes y villanos tan solo tenían tres finales. Decadencia, obsoletos, o muerte. Aunque también podía verse como un réquiem de tres actos.

Las voces de alarma del servicio la sacaron de su abstracción. Debía huir o tendría problemas. Salió por la ventana y escaló por la cornisa con cuidado. Pero sus fuerzas ya no son lo que eran, a sus más de cuarenta años aquel ejercicio en la noche, con el suelo bajo sus pies mojado y la mente bloqueada era imposible. Resbaló dándole tiempo tan solo a caer al extraño agujero negro que había aparecido hace solo un instante.

—Por supuesto. —musitó con burla al entender lo que ocurría.

—Tu torpeza no te librará de mí, Hart. —la voz retumbó en las paredes de aquel portal oscuro que había invocado para transportar a la heroína a su despacho.



En la misma mansión pero en una habitación diferente un adolescente planea su venganza. Antecedentes, repertorio de movimientos, y numerosas hipótesis. Flug tenía elaborado un plan para terminar con la heroína que controlaba la sangre. En base a los datos que tenía lo mejor era encontrar el modo de aislarla en un cubículo para que no pueda controlar la sangre fuera de él. Debía ser hecha con alguna sustancia coagulante por si la heroína decidía usar su propia sangre para salir de allí o defenderse.

—¿Por qué matar héroes es tan difícil? —gruñó Flug desplomándose sobre su mesa de trabajo. — Claro, normal que Lunática lo hiciera tan fácil ¡teniendo poderes cualquiera puede!

Ahora se le presentaba otro inconveniente a su plan. Si Black hat se enterase de sus planes de venganza, aunque saliesen a pedir de boca, tendría graves problemas. Es por ello que había aparcado todo para hacerse una máscara especial para su enfrentamiento futuro. Tenía muchos diseños muy increíbles, quizás una como el Doctor Doom o que solo tapasen sus ojos, le estaba comiendo mucho tiempo y esperaba tenerlo todo listo, tenía el plan, tenía el modo de ocultar su identidad, tan solo faltaba un arma adecuada y Cardióloga caería.



Sigo viva, cambio.

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Villainous- Brillante estrella fugazWhere stories live. Discover now