F: Las aventuras del pequeño Flug

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Dentro del laboratorio del Doctor Greasestain, el hombre trabaja en un nuevo líquido corrosivo. Una pequeña figura se ha convertido en su sombra, molestando al doctor que ahora que no tiene ayudante tiene que hacerlo todo solo. El pequeño Flug sigue cada paso del doctor Greasestain deteniéndose lo justo para observar, preguntar y volver a centrar su atención en otra cosa tras ser contestado. El mayor estaba deseando echar al chiquillo y trabajar en paz, pero claro, no puede descuidarse ni un segundo y tratar de forma indebida al hijo de su jefe o sería hombre muy pero que muy muerto.

—¿Y esto para qué sirve? — preguntó el niño señalando el frasco sobre la mesa.

—No se acerque a él, podrías explotar. — le apartó la mano. El niño solo centró su atención en otra cosa y se colocó las gafas de lentes oscuras que tenía para proteger sus ojos mientras estaba en el laboratorio.

—¿Y eso? — dijo preguntando por el extraño horno.

—Señorito Flug, pare. — ordenó con cansancio agarrando la muñeca de Flug. Estaba cometiendo una imprudencia que le costaría caro si Black hat le veía así con el pequeño, pero Flug jugaba demasiado con su paciencia.

—Doctor Greasestain, ¿Cuándo voy a poder aprender a hacer todas estas cosas?

Sí, no necesitaba otra cosa que al pequeño diablo para pulular constantemente por debajo de su mirada, para torturarlo de un modo inocente y puro en contraposición con el método de Black hat.

Antes de que pudiera responder el timbre de la casa se escucha de forma insoportable en la cabeza del doctor. Comienza a perder el juicio entre el estrés y el acoso del niño. El timbre parecía querer unirse a su sufrimiento con tocadas insistentes e incluso parecía reírse de él entonando una melodía entre llamada y llamada. Quien fuera que estuviera llamando a la casa, podría agradece que no estuviera probando un rayo mortal o algo del estilo.

—Meca...— se contuvo por un pelo—Señorito Flug, ¿y si vas a abrir la puerta por mí esta vez? Estoy muy ocupado.

Por una negligencia más no pasaba nada. El niño jugueteó con sus dedos nervioso, sabía que no debía pero tampoco quería hacer enfadar al doctor y no poder seguir aprendiendo. Pero molestar a Black hat tampoco era una opción. Si debía ser completamente sincero, le daba un poco de miedo abrir la puerta.

—Pero mi jefecito no me deja. Dice que no abrá la puerta ni a extraños ni a conocidos.

—Será nuestro secreto. ¿Vale? por esta vez.

—De acuerdo...

El niño no estaba para nada seguro de que debiera hacer eso, y menos si es Black hat quien le reprendería, pero el timbre no paraba de sonar y el hombre había cerrado la puerta del laboratorio.

—Quizás sea el jefecito...— se trato de convencer.

Flug termina abriendo la puerta con miedo y mucho esfuerza. Por la pequeña abertura observa a una chica joven de larguísimo pelo lina con un par de orejas de conejo blancas, parecía salir de una universidad cara por el tipo de uniforme que llevaba. El niño cerró la puerta de golpe y sonrojado hasta las orejas cuando observó que la falda de la chica dejaba ver sus bragas si eras lo suficientemente bajito como lo era Flug.

—Blackyyyyyyyyyyyy —gritó la muchacha— ¿estás en casa? Ábreme la puertecita, cariño.

El timbre sonó de nuevo y de nuevo y de nuevo. Flug volvió a abrir la puerta para encontrarse a la extraña de cuclillas, a su altura y mirándole con sus hechizantes ojos escarlatas. Parecía que algo se encontraba encerrado dentro de ellos, podía verse reflejado. No, era como si le absorbieran, lo llamaban. Creyó ver algo moverse en su iris. Se asustó y trató de salir corriendo dejando entrar a la chica sin quererlo.

Villainous- Brillante estrella fugazWhere stories live. Discover now