R: Las aventuras del pequeño Flug

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La puerta de la gran mansión en forma de sombrero se cierra de mano de un cansado Black hat, habían sido dos semanas complicadas, pesadas con algunos buenos negocios firmados y otros desastrosos. Ahora pedía principalmente tranquilidad, una buena copa de vino y su sillón confortable calentado por las suaves llamas de su chimenea. Pero aunque fue eso lo que la casa le ofreció, tampoco estaba conforme.

Era de noche pero no hacía mucho que había anochecido. ¿Dónde estaba Flug para darle su abrazo de bienvenida? El pequeño no había aparecido corriendo y dando gritos de alegría para lanzarse sobre Black hat con una tierna sonrisa y abrazarlo con cariño, para después atosigarlo con cientos de preguntas sobre su día y contarle todo del suyo.

—Flug, ya llegué. — llamó pensando que no había escuchado la puerta o estaba viendo la televisión, pero no halló respuesta, ni tampoco estaba en el salón.

Probó en el dormitorio de Flug pero tampoco estaba. Volvió a la entrada de la casa, quizás esa coneja desequilibrada había vuelto y le estaban gastando una broma, paranoico no bajó la guardia y a veces miraba por encima del hombro mientras caminaba.

—Flug. — volvió a llamar un poco más alto. — ¡Lunática, ven! ¡Se que has vuelto!

No hubo respuesta.

—¡Lunática! ¡Sal con Flug ahora mismo! ¡No tiene gracia!

Miró en la cocina. Nada. Lunática no había regresado, saldría sin dudarlo, no era una mujer paciente.

Miró en el laboratorio. Ni rastro ni del doctor ni de Flug.

—¿Flug?

Miró en el baño. Ya encontró al doctor. Se encontraba en la ducha, tapándose con la cortina tratando de tapar sus vergüenzas frente a su jefe. Black hat respiraba de forma pesada, visiblemente furioso con la mirada descentrada.

—¿Dónde está? —exigió con voz demoniaca.

—¿Qui-quién?

—¡FLUG!

—No lo sé, señor. ¡No lo sé! ¡Se lo juro! — el científico se hizo bola en la ducha escuchando el portazo que dio Black hat.

Miró en su propio despacho. Nada.

Miró en el jardín. En la azotea. No encontraba a Flug por ningún lado y comenzaba a preocuparse de verdad.

—¡Flug!

Comienza a correr por toda la casa, a buscar concienzudamente por cada cuarto. Busca bajo las camas, bajo las mesas, dentro de cada armario, detrás de las cortinas. Comienza a tener ¿miedo? Si bueno o algo así que se le parece pero no es miedo es solo es la sensación de angustia provocada por la creencia de que Flug ha desaparecido o ha sido desaparecido...secuestrado o algo peor.

Trató de apartar la imagen del chico atado y amordazado en la parte de atrás de alguna furgoneta. Tal vez habían sido sus estúpidos padres los que habían aprovechado su ausencia para llevárselo. No, no se atreverían, los mataría, los mataría.

—¡Flug, ven aquí ahora mismo!

Ya no tiene control de sus acciones, busca en los mismos sitios varias veces, aún sabiendo que no hay nada ahí vuelve a mirar y a mirar compulsivamente. Necesita encontrar al crío antes de que pierda la cabeza. Necesita volver a tomar el control de la situación, mantener la cabeza fría, debe volver a una respiración normal.

—Sal de donde quiera que estés o no te gustará lo que va a pasar.

Lo vuelve a intentar. Poco a poco su mente se disipa, sus oídos se agudizan, puede pensar con claridad en el único sitio donde no ha mirado. Su vestidor.

Villainous- Brillante estrella fugazWhere stories live. Discover now