XLII

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No me asustaron sus palabras, no era la primera vez que escuchaba que alguien quería verme muerta

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No me asustaron sus palabras, no era la primera vez que escuchaba que alguien quería verme muerta.

—Jade...—Drácula tomo mi mano y la apretó ligeramente— no dejare que te hagan daño, no lo haré...

—eso no lo podremos saber...

—Yo te metí en esto...—susurro levantándose—no quiero que te lastimen y es por eso que tendrás que irte.

— ¿Qué? —pregunte confundida.

Había llegado dispuesta a quedarme y estar a su lado, lo que menos estaba en mi mente era irme.

No podía alejar, no de nuevo.

Lo tome del brazo obligándome a mirarme.

—No pienso volver a alejarme de ti, no pienso volver a pasar el dolor que siento cuando no estas a mi lado, no quiero dejarte y no quiero que me dejes...—lleve mis manos hasta su cuello y lo atraje a mí hasta que nuestros labios se juntaran.

La calidez de tenerlo cerca me hizo sentir bien, satisfecha y sin miedo, sabía que lo necesitaba solo a él. Que no me importaba Carlo, porque el único que podría matarme con palabras o con hechos era nada más Drácula, el poder que le había otorgado sobre mí lo hacía capaz de ser el único capaz de matarme o traerme a la vida.

Aparte mis labios de los suyos volviendo a respirar.

—no me pidas que me aleje o que huya porque no pienso hacerlo...

Drácula dejo un suave beso en mis labios y luego volvió a mirarme.

—no quiero que estés lejos de mí pero tampoco quiero que mueras... Te amo tanto que no podría vivir sin el brillo de tus ojos, sin el sentir de tus manos en mi rostro, no podría vivir sin ti, Jade...

Sus labios volvieron a los míos con mayor fuerza, su mano acariciaba mi mejilla y la otra sostenía mi cintura con delicadeza. Sentía mi corazón golpear mi pecho y mis labios cosquillear, de un momento a otro no me sentía incapaz de mantenerme de pie, sus labios dejaron los míos y recorrieron un camino hasta mi cuello, los besos que depositaba en esa zona me hicieron temblar recordando el día en que descubrí lo que era.

—no tengas miedo...—susurro en mi oído.

Ya no sabía lo que sentía, mi cuerpo sentía calor y al tocar su rostro lo único que sentí era frío, la diferencia era tanta pero eso no me importaba.

—Te amo tanto Jade Stone que me dolerá apartarme de tu lado—dijo abrazando mi cintura.

—no hay que hacerlo...

—hay que hacerlo, Carlo no dejara de buscarte y hará lo que sea para ver a tu padre sufrir.

— ¿y a ti? —pregunte apartándolo.

—a mí no me hará nada... Lo único que importa ahora eres tú...

—entonces iré a casa de mi tía...

—no, te iras con Owen...—amplié los ojos sorprendida. Owen era la persona con la que menos esperaba irme.

— ¿Owen?

—su mansión y su familia esta protegida, Carlo no puede entrar a ese lugar...—asentí con la cabeza.

— ¿y Sofia?

—ella estará en otro lugar, no tienes que preocuparte.

Una lágrima rodó por mi mejilla, no era consciente de que quería llorar, no quería apartarme de él, no ahora que estaba cerca.

—volveré... Volveré y esta vez ya no habrá nadie que nos separe... Nadie


La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora