XXXIV

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Los días que había pasado aquí no me alegraban, cada día era peor que el anterior, en la mansión reinaba el silencio, habían pasado seis días, el mensajero llegara mañana en la mañana y yo seguía sin poder dormir

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Los días que había pasado aquí no me alegraban, cada día era peor que el anterior, en la mansión reinaba el silencio, habían pasado seis días, el mensajero llegara mañana en la mañana y yo seguía sin poder dormir. 

Cada minuto era una eternidad, me dolía ver a cada persona que se encontraba a mí alrededor, Alice había cambiado, Sofia ignoraba mi presencia y él no había salido de su oficina. Todas las mañanas Alice entraba con una bandeja en manos a su oficina a dejarle el desayuno, nadie lo veía más que ella.

Al ver el sol salir me aliste y baje, Anne conversaba con el mensajero, el muchacho al verme sonrió y saco un sobre.

— Esto es para usted, su carta fue respondida—dijo entregándomela.

—Gracias—dije retirándome, salí de la mansión directo al jardín.

Al llegar abrí la carta.

El sello era un lobo, abrí la carta mientras empezaba a leer:

Mi querida Jade, lamento tardar en responder la carta pero no podía decirte, si, cuando mi respuesta era un no. Lamento lo sucedido en la mansión en donde ahora vives, no sé qué ha pasado para que tomes tal decisión.

Mi casa no es del todo segura y ya lo has vivido, no quiero verte lastimada, sin embargo la sangre Stone corre por tus venas y no puedo negarme a ayudar a mi sangre, a la hija de mi hermano.

Jade, eres bienvenida en tu casa, te esperare y te recibiré con los brazos abiertos.

Atentamente: Eliza Stone

Sonreí al leer la carta, mi tía Eliza me había aceptado, me apresure a entrar a la mansión, bajando las escaleras, Sofia subía con el rostro entristecido, al verme amplio los ojos para luego evitar mi mirada.

Me coloque en su camino.

— Sofia, no quiero irme con el pensamiento que me odias, no lo quiero. Sé que no quieres verme pero te pido que lo consideres, mañana me iré y no quiero irme sin saber que estarás bien, por favor... Háblame.

Ella levanto la mirada.

— ¿Por qué esperar mañana? le diré a mi hermano que aliste un carruaje, para nosotros es mejor si se va hoy mismo.

Continuo su camino dejando un vacío en mi corazón, si era mejor para ellos, me iría hoy mismo, subí a mis aposentos y aguarde toda mi ropa, mis cuadernos y libros.

Al estar lista mire por la ventana, sin querer el tiempo había pasado y el sol ya se estaba ocultando.

Salí de mis aposentos y camine hasta la oficina del conde Drácula.

Al llegar llame a la puerta tres veces, escuche un "adelante" de su parte y entre.

Se levantó de su escritorio de inmediato al verme.

— necesito hablar con usted—dije. Él asintió y me señalo la silla que estaba frente a su escritorio, me senté, espere que él hiciera lo mismo pero no fue así, tomo una botella que estaba en su escritorio y sirvió una copa, la tomo y después recargo su cuerpo en la pared mientras observaba por la ventana.

— ¿De qué quiere hablar?—preguntó bebiendo de la copa.

— Yo... No puedo seguir aquí—hable, el silencio abarco el lugar hasta que él volvió a hablar.

—si solo necesitaba decir eso, puede retirarse.

— no.

— continúe entonces.

— me iré...

Sus ojos se ampliaron y la copa que tenía en las manos se quebró. Sus manos apretaron tan fuerte la copa que término quebrándola y derramando el vino.

— ¿Qué?—preguntó molesto.

Su mano estaba empezando a sangrar por el vidrio. Me acerque a él y tome su mano.

— llamare a Anne para que te ayude—dije a punto de irme pero su mano tomo mi brazo.

— repítelo...

— ¿Repetir que?—lo observe confundida.

— no te iras, no te dejare ir—dijo negando.

—Me iré...—afirme obligándolo a soltar mi brazo—me iré y no lo impedirá, no puede negarme salir e ir a mi casa.

— ¿Con la familia Wodlow?—preguntó molesto— sabes que no puedes regresar ahí, él te mataría si regresas.

Negué con la cabeza — me iré a Portsmouth, iré con mi tía...

—no, no te iras—volvió a tomar mi brazo manchándolo con su sangre.

—Suélteme—dije molesta y jalando mí brazo.

— no puedes irte, no puedes dejarme... Jade, no puedes...—sus ojos se clavaron en los míos.

Por más que lo quisiera no podía, yo ya no lo veía como la persona que amaba, para mí él era un monstruo. Mire la sangre de sus manos con el mayor asco, él lo noto, que estaba haciendo... Lo mire. 

— me iré, y no discutiré sobre el tema, no quiero seguir trabajando para usted, no más. Lo lamento, Señor Collins.

Camine hasta la puerta, escuche sus pisadas detrás de mí, antes de poder salir volvió a tomar mi brazo y estampo mi cuerpo a la pared.

— ¡Déjeme ir!—grite intentando empujarlo.

— Drácula, no soy Collins, y no me dejaras, no me dejaras por lo que soy, no cuando te amo.

— mi trabajo aquí era enseñar y educar a su hermana, ella es lo suficientemente lista, mi trabajo no era amarlo ni que me amara

— ¿cree que solo te traje por esa razón? sé más que usted , la institutriz que salve de casi morir. Owen estaba dispuesto a todo por hacerte suya, te salve—lo observe sorprendida, para luego tomar todo el valor y empujarlo.

— ¡USTED NO SABE NADA! ¡NO ME SALVO! ¡SOLO ME ARRUINO MÁS DE LO QUE ESTABA!—grite con todas mis fuerza.

— te traje para enseñarte lo que no sabías...

Reí y limpie las lágrimas que sin querer habían salido— ¿Y qué me enseñara usted? ¿A matar personas? ¿A humillar a las personas? créame señor que yo no podré ser alguien tan cruel y despiadado como usted—dije con odio en mi voz.

Cada palabra que salía de mi boca era más dolorosa, no porque mintiera, sino porque decía la verdad, el monstruo no era solo él, yo también lo era, mis palabras lo era. Estaba juzgando a la persona que me saco de la mansión Wodlow, a la persona que ame y amo. La persona por la que daría mi vida.

—No señorita Jade, le enseñare algo que usted no ha podido lograr—se acercó a mí y con el cuchillo tomo mi muñeca—le enseñare a no opinar mal de las personas por su apariencia...—intente alejarme pero su fuerza era mayor—le enseñare a amar...—sus colmillos tocaron mi piel y se clavaron con fuerza. 

 

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La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora