VI

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— Este es el pago de sus últimos días de servicio en esta mansión —dijo el señor Owen entregándome un sobre

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— Este es el pago de sus últimos días de servicio en esta mansión —dijo el señor Owen entregándome un sobre.

— Espero que no sea mucha molestia, pero quisiera que se lo entregara a mi madre — pedí.

— Lamento que hayan discutido.

— yo no discutí con mi madre— él tomó el sobre y asintió— quisiera saber algo, señor Owen.

— ¿Qué quiere saber, señorita Jade?

— ¿contratarán a otra institutriz para Arthur?

— No, su madre la remplazará.

Asentí

Me di la vuelta con la intención de salir, pero una mano se interpuso tomándome del brazo, el señor Owen había camino hasta mí para detenerme.

— si no lo desea no se vaya... —dijo de forma rápida implorándome con la mirada que lo escuchara.

La mano que sostenía mi brazo bajo hasta mi mano, tomo mis dedos con delicada y acaricio mi mano, lentamente dejo un beso en mis nudillos respirando profundamente.

— quédese, señorita Jade... —pidió casi en súplica.

Eso era lo que quería, pero si seguía aquí jamás podría superar lo que sentía por él y mi madre seguiría detestándome por eso.

—lo lamento, Señor Owen...

Separé mi mano de la suya e hice un asentimiento de cabeza, salí del despacho del señor Owen confundida.

Caminaba por el jardín, pero me detuve al escuchar una risa.

Me escondí detrás de un árbol mientras veía a la señorita Lizzy y al Conde Drácula.

Mientras Lizzy sonreía, el conde Drácula mantenía un rostro serio.

— ¿y ya sabe a quién tomarás como esposa? —preguntó Lizzy acercándose a él.

— No, aún no lo sé Lizzy.

Lizzy sonrió colocando su mano en el rostro del conde Drácula, cuando estaba por acercar sus labios a los de él, la detuvo.

— Lo siento Lizzy...

Él apartó la mano de Lizzy con delicadeza, ella amplió los ojos sorprendida y miro al suelo avergonzada.

El conde Drácula caminó en dirección a donde me encontraba, un miedo de que me descubriera observándolos me invadió, al pasar él cerca del árbol en el que me escondía, él solo me dio una mirada para después seguir con su camino, cuando lo vi lejos camine hacia Lizzy.

— Me rechazo... —susurro Lizzy sin poder creerlo.

— Y fue un bastardo al hacer eso... —dije enojada llegando a ella.

No me importaba lo que salía de mis labios, ese hombre no me agradaba.

— no creí poder amar a alguien tanto como lo amo a él... —dijo Lizzy.

— Lo olvidarás.

Ella negó.

— cuando te enamoras de un hombre como él es como enamorarse de la muerte, o eres correspondía, o te hundes en el dolor hasta morir.

— ¿a qué te refieres?

Ella negó.

Había algo más detrás de ese hombre, y Lizzy lo sabía.

Había algo más detrás de ese hombre, y Lizzy lo sabía

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La mañana paso de lo más tranquilo.

Arthur me ayudo a empacar mientras yo me dedicaba a contarle historias de fantasía.

No creí en eso, pero un niño de su edad vive en un mundo de fantasías.

Al llegar la noche tuve miedo de lo que pudiera pasar al día siguiente. Me senté en mi cama y observé a mi madre, la cual dormía. No tenía sueño, levantándome sin hacer el mayor ruido posible, salí de mis aposentos y tomé una vela. Una última vez recorriendo la mansión Wodlow.

Mientras bajaba al primer piso la música del piano llegó a mis oídos, al bajar al primer piso me dirigí a la sala en donde se encontraba el piano.

Abrí la puerta lentamente, me asome y mire la sombra de alguien tocando el piano.

La oscuridad nublaba mi vista, la curiosidad me carcomía e hice lo que no tenía que hacer. Camine dentro de la habitación cerrando la puerta detrás de mí y al acercarme cierta ira que tenía hacia ese hombre incremento.

No solo entro a una habitación prohibida para los visitantes, sino también lastimo a Lizzy.

— no debería de estar en este lugar... —dije.

Él se levantó.

— estoy seguro de que usted tampoco debería de estar aquí. Sin embargo, ahora mismo está parada frente a mí.

Era un hombre despreciable.

— créame cuando le digo que tengo más derecho que usted.

Él sonrió.

Volvió a sentarse ignorando mis palabras.

— necesito que se retire —volví a hablar y él se detuvo.

— yo necesito que usted haga silencio.

Amplíe los ojos mientras agarraba con mis puños mi camisón con fuerza para no insultarlo.

— es un hombre de lo más detestable —perdí el control de mis palabras, no estaba midiendo lo que decía enfrente de un conde y eso era una consecuencia.

Él volvió a levantarse y me miro, el color celeste de sus ojos se hizo más fuerte, mostrándome su enfado.

— mida sus palabras, señorita Jade. Yo no soportaré sus estupideces como el señor Owen.

Camino hacia la puerta retirándose del lugar.

Aún se me dificulta creer que había personas de un alto nivel social tan arrogantes, crueles y detestables como el hombre que hace unos minutos tenía enfrente.

Observé el piano, esta habitación no podía ser tocada, es algo sagrado, pues pertenece a la señora Chanel, así que tal y como lo hizo el conde, salí de esa habitación.

Observé el piano, esta habitación no podía ser tocada, es algo sagrado, pues pertenece a la señora Chanel, así que tal y como lo hizo el conde, salí de esa habitación

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La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora