XXXVIII

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Mi cuerpo y mis pies estaban sobre el suelo pero mi cabeza daba vueltas, observaba mi rostro frente al espejo, no tenía nada en común con ella, no la volvería a ver ni a abrazar, no volvería a tocar sus manos y poder decirle "te amo"

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Mi cuerpo y mis pies estaban sobre el suelo pero mi cabeza daba vueltas, observaba mi rostro frente al espejo, no tenía nada en común con ella, no la volvería a ver ni a abrazar, no volvería a tocar sus manos y poder decirle "te amo"

Sentía un dolor insaciable en mi pecho.

— Jade...— Eliza entro a la habitación de mi madre en donde me encontraba yo.

Al enterarme de la noticia lo primero que hice fue venir, los brazos de la familia Wodlow me acogieron como parte de su familia, el dolor en sus miradas desataron mi llanto.

Owen se había encargado de informarle lo sucedió a mi tía Eliza enviando una carta a ella y a mí, la mía fue enviada a la mansión Collins. Mis ojos dolían de tanto llorar.

—cariño, hay que estar presentes, tienes que bajar.

Asentí con la cabeza limpiando mis lágrimas

—baja, yo iré en unos segundos— dije.

—claro, pero no tardes...

Mi tía salió de la habitación dejándome sola, me levante de la cama recorriendo la habitación con la mirada, camine hasta la ventana y mire a todas las personas que se encontraban ahí, no conocía a ninguna.

La puerta se volvió a abrir y al girar sus ojos se encontraron con los míos.

—Lamento lo que sucedió...—dijo caminando hasta mí.

Baje la mirada.

—no pude despedirme de ella, no pude volver y arreglar las cosas, sé que al irme se molestó conmigo y yo...—quise continuar hablando pero el llanto me gano. Él rompió el espacio que había creado y me abrazo hasta resguardarme en sus brazos.

Llore, llore hasta que logre sacar todo el dolor que llevaba dentro, Owen solo se dedicó a escucharme. Mi cabeza reposaba en su hombro mientras lo abrazaba.

Al abrir los ojos y mirar hacia la puerta creí ver a Drácula, al parpadear él ya no se encontraba, estaba tan confundida que mi cabeza estaba empezando a ver cosas que no estaban.

Me aleje de Owen y limpie mis lágrimas.

—tienes que bajar....

Asentí con la cabeza y ambos bajamos hasta llegar al lugar en donde estaba el cuerpo de mi madre, su cuerpo ya estaba en la tierra, los hombres ya habían acabado de llenar ese agujero, todas las personas dejaban una rosa blanca y el sacerdote leía lo que era la biblia.

No entendía nada más que el hecho de que mi madre no despertaría.

— ¿Quién es él? —preguntó Owen a mi lado, levante la mirada y mire hacia donde él lo hacía.

Mi tía Eliza discutida con un hombre, no le quise dar importancia y decidí continuar escuchando.

Al terminar todo escuche a las personas decir que lo lamentaban, que no estaba sola y que podía contar con ellos.

La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora