XXV

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Su cabeza se encontraba agachada, sus manos sucias al igual que su vestido, de sus ojos las lágrimas salían sin detenerse y apretaba con fuerza su brazo

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Su cabeza se encontraba agachada, sus manos sucias al igual que su vestido, de sus ojos las lágrimas salían sin detenerse y apretaba con fuerza su brazo.

Quería acercarme a ella y compartir su dolor, verla en ese estado me hacía sentir miserable.

— ¿p... Podemos hablar?—preguntó con miedo y conteniendo sus sollozos.

No sabía porqué Lizzy quería hablar conmigo a tan altas horas de la noche. Asentí con la cabeza y camine esperando que me siguiera, así lo hizo.

Caminamos hasta la biblioteca que estaba en ese lugar y ahí ella levanto la mirada, sus ojos se encontraban rojos por tanto llanto.

— ¿Por qué Jade? Te considere una hermana... Creí que eras mi amiga, mi aliada.

— esto me duele más a mí que a ti—dije sintiendo como las palabras cada vez eran más difíciles de decir.

— ¿eso crees? ¿¡Eso crees!? ¡Me siento morir y todo este dolor es tu culpa!

La culpa siempre era mía y yo parecía ser culpable de todo lo que sucedía.

— no es mi culpa... Todo el dolor que sienes te lo has causado tu misma...

— ¿es mi culpa que me hayas quitado al hombre que amo?

—no... Fue tu culpa enamorarte de él...—dije dándome la vuelta y saliendo de la biblioteca.

No era mi culpa, me culpaban a mí, me daban el peso que debían llevar en sus hombros, tenía que curar sus heridas, yo era siempre la heroína, la chica que no hace nada, la que ayuda, la buena, un error y todos me miraban con desprecio.

Mis pasos se dirigían hacia la habitación del conde Drácula, no esperaría un día más, ya no soportaba estar en el mismo lugar que Lizzy.

Toque la puerta de su habitación repentinas veces hasta que abrió, la impresión en su rostro era única.

—Señorita Jade...

— espero no molestar, pero le pido que partamos hoy mismo al pueblo de Brasov, a la mansión de los Collins, su hogar.

— ¿puedo saber por qué tan repentina decisión?

Sonreí.

—lo mismo pregunto yo, ¿Por qué tan repentina decisión de escogerme como su esposa?

Espere a que contestada pero lo único que hizo fue evitar mi mirada.

—La misma respuesta le daré...—dije para regresar a la habitación en la que me encontraba.

Tome todas mis cosas y las empaque dejándolas afuera de la habitación.

Camine hasta los aposentos de Arthur, al llegar abrí la puerta y mire como su silueta se encontraba recostada en el asiento que se encontraba en la ventana.

La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora