El sonido de las suaves notas del piano era agradable a mis oídos, mis ojos se encontraban cerrados dejándome llevar por el sentimiento y la emoción de cada tecla del piano.
Lizzy lo tocaba con paciencia y elegancia, sus manos se movían y manejaban tan fácil las notas, como si tocar el piano lo pudiera hacer hasta un recién nacido.
Mi madre, su padre, su hermano y yo la observábamos mientras ella tocaba.
Una melodía podía hacer que cosas malas se olvidaran.
Al terminar la melodía mi madre aplaudió al igual que su padre, Lizzy sonrió y después me observo.
— Señorita Jade ¿acaso no le gusto? — preguntó con cierta tristeza al ver que no aplaudí.
Mi madre me miro y regaño con su mirada.
— No, claro que no señorita Lizzy. Sabe perfectamente que amo cada pieza que toca...
— señorita Jade, nunca la he escuchado tocar algún instrumento— dijo el señor Owen —¿Qué instrumento toca?
Yo...
— Jade no toca ningún instrumento, nunca quiso — la respuesta de mi madre me dejo desconcertada.
¿Nunca quise? Lo soñé, suplique y llore cuando era niña, pero ella no lo supo, pues nunca estuvo a mi lado.
Amo la música y siempre quise formar parte de ella, con escucharla no bastaba, sin embargo, la vida jamás me lo permitió.
— ¿En serio? — el niño Arthur se levantó y dijo — miente.
Mi madre quedó sorprendida ante las palabras molestas de Arthur.
— Arthur...— regaño su padre al ver la manera tan fría en la que observaba a mi madre.
— No padre, mi institutriz Jade Stone amaba la música ¿Por qué entonces ella nunca hubiera querido aprender? Cuando amas algo aprendes más de él.
— Mi hermano tiene razón— apoyo la señorita Lizzy.
Fue como si ambos niños pretendieran atacarla y defenderme, mi madre al ver esta actitud salió de la habitación con molestia e indignación, no sin antes verme con reproche.
— Niños, a sus aposentos — demando el señor Owen, ellos asintieron y se retiraron.
No podía verlos, pero escuchaba sus pisadas, mi cabeza estaba hacia abajo y mis manos se encontraba juntas reposando en mi regazo, que momento tan vergonzoso.
El señor Owen se acercó a mí y en un gesto delicado puso sus dedos en mi mentón levantando lentamente mi rostro.
— lamento si mi pregunta la coloco en una situación incómoda... —se disculpó.
Sus palabras chocaron con mis labios mandándome un escalofrío y haciendo que por mis mejillas un leve color rojo apareciera, había salido de una situación amarga para entrar en otra.
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La Institutriz de Drácula
VampireDos personas distintas no pueden coincidir en un mismo lugar, sus sentimientos no son los mismos y ellos tampoco.Una criatura de la oscuridad no puede estar y encartar a la luz, eso era imposible pero... El amor todo lo puede. º º º Reí y limpie l...