XXVI

14.3K 1.3K 51
                                    

El aire que empezaba a respirar me agradaba, la tranquilidad de la mansión era lo que necesitaba, aunque el sol no llegada a ella me sentía alegre de haber vuelto, una semana había pasado desde que habíamos salido del castillo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El aire que empezaba a respirar me agradaba, la tranquilidad de la mansión era lo que necesitaba, aunque el sol no llegada a ella me sentía alegre de haber vuelto, una semana había pasado desde que habíamos salido del castillo.

El rumor de la boda se hizo más grande haciendo que todo el pueblo se enterase, decidí no salir ya que cada vez que iba al pueblo recibía miradas, algunas buenas y otras tan malas que al verlas tiemblo del miedo.

— Hermano...  Quiero descansar—dijo Sofia entrando más apresurada a la casa.

Los tres bajamos el carruaje, habíamos salido a petición de Sofia quien sentía morir dentro de la mansión, claro que eran exageraciones de ella. 

— Jade... ¿Puedes acompañarme?—preguntó el conde Drácula extendiéndome su mano para que la tomara.

Asentí con la cabeza mientras nuestros brazos se entrelazaban.

— ¿Ya lo has aceptado?—preguntó refiriéndose a lo del compromiso.

— no del todo, sé que al ser su esposa ganare a muchas mujeres de enemigas, no quiero ser odiara por nadie.

— No tienes que pon-

— ¡Conde Drácula!—Anne corría hacia nosotros apresurada y nerviosa.

— ¿que suced-

Un grito proveniente de Sofia se escuchó desde la casa, solté el brazo del conde y corrí hacia la mansión mientras Anne hablaba con el conde. 

Al entrar a la mansión Sofia miraba con sorpresa a la persona delante de ella.

La tome por los hombros y la coloque detrás de mí apartándola del sujeto. 

— ¿quién le ha permitido entrar?— pregunte molesta.

Él sonrió y miro a Sofia.

— te extrañe, preciosa. — dijo queriéndose acercar a ella pero la aparte y coloque una mano en su pecho impidiéndoselo.

— he preguntado quien lo dejo entrar, nadie puede entrar a una residencia Collins sin la autorización de uno.

Me analizo con la mirada para luego contestar.

— ¿y tú? ¿Ahora ya serás una Collins? ¡¿Serás como nosotros?!— Su voz se levantaba en cada palabra y sus manos formaban puños. — ¡¿compartirás la sangre de un Collins?!

— Ya basta—ordeno el conde Drácula con molestia.

— Drácula, es bueno volver a verlos. — el hombre sonrió cálidamente apartando su molestia. 

— Jade, lleva a Sofia a sus aposentos y quédate con ella hasta que duerma— dijo dando una orden— tú, sígueme— el hombre sonrió y lo siguió.

Mire a Sofia quien seguía impactada y asustada.

— volvió...—susurro.

— Sofia... ¿Que te sucede?

La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora