XXXI

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Intente abrir la puerta repentinas veces pero no abría

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Intente abrir la puerta repentinas veces pero no abría.

¿Me había encerrado?

Busque en toda la habitación algún objeto que me ayudara.

No había nada.

Escuche un ruido proveniente de la puerta, esta se abrió mostrándome a Sofia.

— lo lamento... —dijo con la cabeza agachada mirando sus pies.

— ¿tú pusiste el seguro? — pregunte sorprendida.

— no...

Me acerque a ella y me arrodille quedando a su altura.

— ¿quien fue?

— Lowell...

Debí esperarmelo.

— ve a tus aposentos y vuelve a dormir, mañana regresamos, no lo olvides.

Estaba por caminar hacia la habitación de Lowell pero la voz de Sofia me detuvo.

— no a regresado, los escuche salir, fui a su habitación señorita Jade, pero no se encontraba, algo me decía que la encontraría aquí...

— ¿y el conde Drácula? ¿Donde se encuentra?

— escuche la puerta de abajo abrirse hace unos minutos atrás.

— iré a verlo, descansa.

Me apresure a bajar las escaleras mirando a todos lados, Lowell se había vuelto una persona fastidiosa que me estaba cansando lentamente.

Llegue a la oficina del conde Drácula y toque la puerta repentinas veces.

Nadie abría.

— Conde Drácula... Por favor abra la puerta...— pedí volviendo a tocar.

No escuchaba ruidos.

Sin consentimiento alguno entre y revise la habitación.

Todo estaba vacío...

Abrí la cortina dejando entrar la luz de la luna.

Su luz brillaba más que el sol, una luz que no dañaba la vista al verla, que no quemaba y que cuidaba mostrando su luz en la oscuridad.

Estaba por salir cuando note una prenda tirada en el suelo.

Me agache y la recogí, la extendí y amplíe los ojos al ver sangre en ella.

La camisa era de él.

¿Acaso lo habían atacado? ¿Él estaba bien?

Escuche la puerta abrirse y salí de la oficina.

Lowell entro molesto y subió las escaleras de inmediato.

Lo seguí hasta llegar a su habitación.

La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora