XIX

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  — una noche hermosa ¿no lo creé?— me gire.

Sus ojos miraban la luna con asombro y felicidad.

Observe lo que él veía y asentí en respuesta. 

— es hermosa.

— ¿por qué sola?— preguntó recargando sus codos en las barandas

— Sola llegue a este mundo, sola debería permanecer y sola debo morir— dije recordando las palabras de mi tía, por eso ella no se había desposado aún. 

Él río y me observo.

— tus ojos dicen algo más, ¿qué hizo Collins?

Amplíe los ojos.

No quería conversar de ese tema.

— ¿no debería estar con su prometida? — pregunte.

— ella se encuentra acompañada, no quiero molestarlas, vine aquí para estar en silencio, pero al parecer no sólo yo necesitaba estar solo.

— puedo retirarme si así lo desea.

— no, su compañía me es agradable.— dijo el príncipe. 

Sonreí y volví a mirar el cielo nocturno.

— ¿y responderá a mi pregunta?

— el señor Collins es un hombre muy complicado, no logro comprenderlo.

— la comprendo, él es un hombre difícil de leer, pero si coloca toda su atención en él lo conocerá mejor de lo que usted se conoce a sí misma.

Me gire para verlo, él me observaba a mí con una sonrisa.

— espero verla luego, señorita Stone— dijo alejándose.

 Volví al gran salón y camine entre la gente.

— Jade...— la voz de Lizzy volvió a sonar, ella tomo mis manos con alegría— ¿lo has visto? Tomo mi mano, Jade.

Lo había visto, y odie cada segundo que los veía.

— ¿En dónde están?— pregunte.

— conversan con su majestad.

Asentí.

— ¿Estás bien?— preguntó extrañada.

— lo estoy, verte feliz me hace feliz a mí. 

Ella negó, me tomo del brazo y me llevo hasta la salida.

— Jade, te sucede algo, te noto extraña y te comportas diferente. ¿Qué sucede? ¿Acaso no te alegro vernos?

— claro que no, ¿por qué piensas eso?—dije negando, me alegraba verlos. 

— vi tu rostro, tus ojos ya no observaban a mi padre con amor, tu mirada no era la que antes fue.

Agache el rostro.

— Jade— ella volvió a tomar mis manos— no solo fui la niña que tu madre educaba, también soy tu amiga. ¿Qué te pasa?

No tenía el valor suficiente para contar lo que me sucedía. No era solo el conde Drácula, sino esos golpes tan acelerados que mi corazón daba al estar con Lizzy, tenía miedo de que se enterada que me enamore del hombre que ella ama.

— estoy bien...— dije sin mirar sus ojos.

— mientes, sé que mientes.

Solté sus manos y me abrace a mí misma.

La Institutriz de DráculaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin