XIII

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Dos días habían pasado desde la visita de la familia Hamilton

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Dos días habían pasado desde la visita de la familia Hamilton. La niña Sofía leía tranquilamente mientras anotaba las frases favoritas de su libro.

Ambas nos encontrábamos encerradas en la biblioteca con las ventanas abiertas, queríamos luz ya que toda la mansión se mantenía con las cortinas cerradas impidiéndole a la poca luz del sol entrar.

— señorita Jade...

— Dígame niña Sofía— conteste con una sonrisa.

— quisiera pedirle un descanso, mis ojos están empezando a doler y picar.

— Entiendo — dije levantándome de la silla y cerrando su libro.

— Gracias señorita Jade.

La niña Sofía salió de la habitación apresurada, cubrí cada ventana y cerré la puerta de la biblioteca.

Camine hasta la cocina esperando encontrarme con Alicia.

Al llegar las dos empezamos a charlar.

— ¿has tomado una decisión? — preguntó Alicia con los codos en la mesa.

— es mi tía, ella tiene que poseer la más mínima información de ese hombre.

— tu padre, Jade. Tienes que reconocerlo como tu padre.

— un padre no deja a su hija.

Alicia suspiro rendida.

— no sabes los motivos Jade.

— sea cual sea los motivos, él me abandono, a mí y  a mi madre.

— estas siendo muy injusta contigo y con tu padre, ni siquiera sabes si aún vive...

— espero no lo esté— dije asombrando a Alice.

— detrás de la Jade tranquila hay un demonio injusto, cruel y malvado... — dijo sin más.

Estaba claro que Alice se había enfadado, decidí no ponerle importancia. Salí de la cocina sin mirar atrás, tenía que hablar con la mujer que me crió. Al llegar al pasillo observe a Anne. 

— Su majestad envía la carta— dijo Anne entregándole un sobre al conde Drácula.

El conde Drácula salió del pasillo y entró a su oficina nuevamente. 

— debes dejar de escuchar conversaciones que no son tuyas, niña — dijo Anne observándome.

Ignore sus palabras y toque la puerta del conde Drácula.

— Adelante— dijo.

Entre con la mayor tranquilidad posible esperando a que no se negara a mi petición.

Cerré la puerta detrás de mí y como siempre hice una referencia.

— dígame que necesita, señorita Jade— dijo sin colocarme la más mínima atención.

La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora